La gira diplomática a América Latina de Xi Jinping fue la segunda después de tres meses desde que asumiera la presidencia china. Así, América Latina y el Caribe fueron señalados como unos de los socios más importantes para el país asiático después de Rusia y África.
En la noche del pasado 31 de mayo el presidente chino aterrizó en Trinidad y Tobago para empezar su primera gira por América Latina y el Caribe, donde el mandatario chino prometió 3.000 millones de dólares de préstamos a las naciones caribeñas además de proporcionar médicos y becas. Luego llegó a San José, donde firmaron nuevos acuerdos entre los cuales destaca un crédito preferencial por 400 millones de dólares para las infraestructuras del país del istmo. Por último, en México, Xi Jinping y Peña Nieto elevaron la relación de sus países al nivel de asociación estratégica integral (a pesar de sus rivalidades comerciales).
Sin embargo, todos estos acontecimientos no son sorprendentes, ya que la relación entre China y América Latina ha sido cada vez más estrecha. En el período 2005-2009, las tasas de crecimiento de las exportaciones (24,8%) e importaciones (24,5%) de la región con China fueron más altas que las de países latinoamericanos con cualquier parte del mundo. Siguiendo este ritmo, en el año 2020 China sería el segundo socio comercial de la región después de Estados Unidos, desplazando a la Unión Europea. También las visitas mutuas y los acuerdos gubernamentales han aumentado significativamente. Así, ambas partes, desconocidas durante décadas, protagonizan hoy un acercamiento que se produce a una velocidad impresionante.
¿Por qué América Latina?
La razón fundamental del acercamiento entre China y América Latina reside en la percepción de sus situaciones económicas respectivas en el mundo. Para China el crecimiento económico ha sido y es la fuente fundamental de su ascenso internacional como principal potencia mundial. Por lo tanto, la continuidad de este crecimiento es la clave para mantener e incluso para aumentar su estatus. Sin embargo, la creciente demanda interna de energía, materias primas y alimentos, así como la constante prospección de nuevos mercados para vender sus manufacturas son desafíos que pueden impedir su crecimiento.
Sin duda, el petróleo es uno de los productos más buscados en América Latina, y esto explica, en buena medida, el interés chino en los países productores de hidrocarburos como Venezuela, Brasil, Colombia, Ecuador y Trinidad Tobago. Además, hay otras materias primas que interesan a los chinos, en especial los minerales y los alimentos: los principales productos exportados desde la región a China son la soja, el hierro, el cobre, la pasta de papel, la harina de pescado y el cuero.
Por otra parte, los mercados latinoamericanos son cada vez más interesantes para las exportaciones de manufacturas chinas como es el caso de México y Panamá. En este sentido, Pekín quiere que sus socios latinoamericanos le reconozcan el estatuto de economía de mercado para reducir las posibilidades de acciones anti-dumping contra ella. Así, el país asiático inició una ofensiva diplomática en la región, por lo cual ha logrado convencer a Argentina, Brasil, Chile y Perú.
Detrás del acercamiento también hay motivos políticos. Para China, que quiere expandir su poder e influencia en el mundo, es necesario conseguir nuevos socios como América Latina y África. Así, en sus discursos hacia los “amigos del Sur”, los dirigentes chinos nunca olvidan resaltar que deben “salvaguardar los intereses comunes de todos los países en vías de desarrollo” como dijo Xi Jinping ante el Congreso mexicano el pasado día 5 de junio.
Existe otra razón política importante para explicar el acercamiento de China hacia América Latina: la cuestión de Taiwán. En la actualidad existen 27 países en el mundo que mantienen sus relaciones diplomáticas con Taipei y 11 de ellos se encuentran en América Latina y en el Caribe. Aunque Taiwán y China acordaron mediante un pacto tácito no competir por aliados diplomáticos, China sigue ostentando la ventaja de ser su socio como lo hizo el presidente Xi en Costa Rica. Este es el único país del istmo que tiene relaciones diplomáticas con China desde 2007 tras romper lazos con Taiwán y ha tenido acceso a numerosos proyectos de cooperación con Pekín, incluido un estadio nacional de fútbol, equipamientos para la policía y financiación de carreteras.
¿Por qué China?
Para los latinoamericanos, es indudable que quieren beneficiarse de las enormes oportunidades económicas que presenta China. De hecho, la región se ha beneficiado del impacto chino en la economía mundial como el aumento de la demanda mundial, especialmente la de materias primas y alimentos y la consecuente subida del precio de estos productos.
Por otro lado, América Latina ha visto a China como una alternativa o contrapeso para diversificar sus relaciones exteriores. En la década pasada, la región se tuvo que enfrentar a la indiferencia de sus dos socios más importantes, Estados Unidos y Europa: el país vecino dirigió su atención hacia Oriente Medio y las amenazas terroristas; en cuanto a Europa, la relación está estancada desde mediados de los 90 debido a la preocupación europea por su propia dinámica regional, la ampliación y la estabilidad de su entorno acuciado por la actual crisis económica que vive. Además, la aparición de gobiernos de centro-izquierda y hasta los más radicales hizo posible políticas pragmáticas y anti-imperialistas para buscar alternativas como China.
¿Estamos ante otro ejemplo de Cooperación Sur-Sur?
Las cifras de las relaciones económicas entre China y América Latina son espectaculares.
El valor del comercio bilateral es de casi 200 billones de dólares. Ahora China es el primer destino de las exportaciones de Brasil y Chile, y el segundo de Perú, Cuba y Costa Rica. También un 13% de las importaciones de América Latina y el Caribe viene de China, el tercer país entre otros principales orígenes de las importaciones. A su vez, la región es uno de los destinos más destacados de la inversión china por un monto total de 31 billones de dólares.
La cooperación militar también tiene un papel creciente en las relaciones sino-latinoamericanas. Casi todos los países de América del Sur tienen acuerdos militares con Pekín y los ejemplos más significativos son los siguientes:
- con Brasil ha firmado cinco acuerdos bilaterales para desarrollar satélites y también el Acuerdo para Cooperación en Defensa;
- mantiene diálogos con las autoridades de Defensa de Colombia y Venezuela;
- con Argentina desarrolla una cooperación para el uso pacífico de la energía nuclear;
- con Ecuador y Bolivia firmó convenios para mejorar la capacidad logística de sus fuerzas armadas.
Más allá de crear relaciones bilaterales, Pekín y los países latinoamericanos también han intentado sentarse juntos en las instituciones regionales: China es país donante del Banco Interamericano de Desarrollo desde 2008 y observador en la Asociación Latinoamericana de Integración desde 1994, en la Organización de Estados Americanos desde 2004 y en el Parlamento Latinoamericano desde 2004. Además, está promoviendo varios foros de cooperación con la región y ha establecido ya mecanismos de dialogo con el MERCOSUR y con la Comunidad Andina.
Preocupaciones: las desesperanzas y los desafíos
A pesar de las expectativas y los intereses cruzados, a medida que la relación avanza aparecen dudas y preocupaciones sobre esta relación. Esta tendencia ha sido más fuerte en América Latina donde algunos empezaron a percibir a China como una amenaza.
En primer lugar, además del constante déficit comercial de la región con China, la inversión de China en América Latina se ha concentrado en determinados sectores estratégicos de la región tales como energía, agricultura extensiva de exportación, y minería. Por lo tanto, muchos latinoamericanos temen que China tome el control de estos sectores.
En pocos años las corporaciones estatales chinas han logrado una posición importante en todos los sectores energéticos de la región. En Ecuador, por ejemplo, la Corporación Petrolero Nacional China y Sinopec han logrado adquirir un billón de dólares de activos de Encana, por lo cual cuenta con un 12% de la producción total de petróleo ecuatoriano.
Además, el gran interés de China por las materias primas de América Latina parece deteriorar la situación económica de la región. Sobre todo porque América Latina está regresando a su posición histórica de proveedor de recursos naturales y de materias primas para responder a las necesidades del mundo exterior, en este caso las chinas. A lo largo de la historia latinoamericana se ha experimentado cuán vulnerable es la economía cuando depende de la exportación de materias primas haciendo que este tipo de modelo económico no sea sostenible.
También existe también escepticismo en el ámbito político, especialmente por el comportamiento chino en la escena internacional. Muchos latinoamericanos esperaban más apoyo en foros internacionales tales como la Organización de Naciones Unidas o en las negociaciones internacionales, debido a su identificación común como países del tercer mundo. Sin embargo, de forma contraria a las expectativas, China no ha mostrado su voluntad de apoyar a la región, por lo menos en la práctica.
El aumento de las relaciones sino-latinoamericanas ha generado importantes ganancias para ambas partes, mientras ha producido dudas y preocupaciones por la posible asimetría de dichas relaciones. Sería prematuro identificar ya un eje sur-sur como vaticinan muchos observadores exteriores. Es más bien un acercamiento pragmático y realista. El futuro de esta relación está todavía “en vías de desarrollo”.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro
Foto portada: Cena de Estado que en honor del Excmo. Sr. Xi Jinping, Presidente de la República Popular China, y de su esposa, Sra. Peng Liyuan. Palacio Nacional, Ciudad de México / Angélica Rivera de Peña.
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