En 1503, Leonardo da Vinci empezó el encargo de un retrato que esperaba terminar en 4 semanas. Aquél retrato nunca perteneció a la familia de Giacondo y da Vinci siguió retocándolo hasta sus últimos años. El retrato de la Mona Lisa fue reconocido como obra maestra por sus coetáneos, aunque no adquirió fama mundial hasta principios del siglo XX cuando fue robada en 1919 y, dos años después, recuperada y devuelta al Louvre. La Gioconda ha sido recreada por Salvador Dalí, Andy Warhol o Shigeo Fakuda y mil veces reinventada. Incluso Banksy ha recurrido a ella como icono de masas para sus grafitis.
A día de hoy el museo del Louvre contiene alrededor de 300.000 obras de arte, de las que solamente 32.000 están expuestas a los aproximadamente seis millones de visitantes que recibe anualmente. La mayor parte de los visitantes del museo solo ve una pequeña parte de las obras, entre las cuales se encuentra el cuadro más conocido del mundo: la Gioconda. Óleo sobre tabla, 77 x 53 cm, protegida por un cristal antibalas (y que además asegura unas condiciones óptimas para su conservación) y permanentemente admirada por decenas de turistas que quieren comprobar si es verdad que el retrato consigue el efecto de que te sigue con la mirada, contemplar su enigmática sonrisa o simplemente fotografiarla.
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