El electo presidente Pedro Castillo Terrones, sindicalista y profesor, promete la “unidad nacional” de los peruanos en favor de construir alianzas con diversos inversores privados, partidos políticos, entre otros actores.
El electo presidente Pedro Castillo Terrones, sindicalista y profesor, promete la “unidad nacional” de los peruanos en favor de construir alianzas con diversos inversores privados, partidos políticos, entre otros actores.
Esta recopilación exhaustiva analiza las claves legales de lo que ha sucedido en los últimos meses en el conflicto catalán. Un repaso en el que hablamos de derecho a la privacidad, libertad de reunión, expresión e información; derecho a la integridad física y proporcionalidad de las actuaciones policiales; la detención de "los Jordis" y los miembros del Govern; y la aplicación del artículo 155.
Una visión sobre los 10 puntos clave para entender la separación que se ha ido produciendo entre Catalunya y España en los últimos años. ¿Qué ha llevado a ambos territorios a la confrontación?, ¿cuál es el origen del auge del independentismo catalán?
Las elecciones del 27-S en Cataluña serán un hito en la historia de la Unión Europea. Si bien la situación preelectoral parece favorable al frente independentista, estas elecciones se prevén ajustadas: los bloques independentista y unionista están movilizando toda su capacidad de presión, política y social en la que puede ser la antesala de un nuevo Estado en Europa.
Las próximas elecciones catalanas serán las más importantes de la historia ya que de resultar triunfadoras las fuerzas políticas independentistas, el nuevo parlamento catalán podría declarar unilateralmente la independencia. Como en política todo puede suceder y aún no existe una tendencia clara del voto independentista, esta elección además de histórica es de resultado imprevisible.
Los ciudadanos de Xinjiang no están distantes de ser testigos de los hechos de violencia que suceden cotidianamente en esta región autónoma de China. Se ubica en la zona más occidental del país y padece desde hace tiempo un conflicto étnico entre la mayoritaria etnia Han y la minoría étnica Uigur, compuesta mayormente por musulmanes.
El pasado sábado tuvimos ocasión de discutir sobre la secesión en perspectiva comparada –aquí la presentación que (no) pude poner– y generó un debate muy interesante entre los asistentes. Como algunos no pudieron asistir y otros se quedaron fuera, he pensado que es una buena excusa para sintetizar lo que se dijo en cuatro cuestiones concretas. Casi todo lo que digo aquí lo ha dicho antes (y muy bien) Marc Sanjaume, uno de los mejores expertos que tenemos sobre el tema.
El término de secesión tiene un origen muy antiguo en la conocida como “secessio plebis”, una suerte de huelga general que hicieron los plebeyos romanos para pedir derechos políticos y durante la cual amagaron con abandonar Roma para formar una nueva comunidad. La palabra secesión ha evolucionado desde entonces, aunque mantiene más su significado de separación que de lucha social. Es cierto, además, que la secesión suele ir junto a otros conceptos que añaden aún más complejidad para identificarla como los de soberanía o independencia (y no están nada claros sus límites conceptuales). De manera general se entiende la secesión como un proceso de creación de un nuevo estado en un territorio concreto del Estado matriz. Ello implica, por definición, la transferencia de soberanía a una nueva unidad política, la cual pasa a ser independiente del Estado pre-existente.
Parece que la definición es una perogrullada pero merece la pena recordarla para distinguirla de otros fenómenos. Primero, hay que insistir en que el estado matriz sigue existiendo. Una secesión no es una disolución de la unidad política previa, como en el caso de la URSS, o de partición, como en el caso de Checoslovaquia. Pero además, tampoco lo son casos de irredentismo en los que se propugna la adhesión de un territorio a otro por motivos culturales, políticos, lingüísticos al considerarse parte de otra nación, como en Trieste o en partes de Ucrania.
La primera razón es la ilustrada por Buchanan en Justice, Legitimacy and Self-determination: Moral Foundations for International Law y se conoce como la teoría de causa justa. Según esta idea debe darse prioridad a las razones que justifican la secesión, la cual es legítima cuando se vulneran los derechos de un grupo de ciudadanos o cuando ha dejado de ejercer sus funciones básicas de protección. El sujeto de la secesión sería el grupo oprimido por razones de protección de los derechos fundamentales y su procedimiento sería excepcional. Ejemplos serían casos de conquista militar, de genocidio o de incumplimiento de acuerdos entre las partes (principalmente de autogobierno), como en el caso de la antigua Yugoslavia.
Sin embargo, esta teoría ha sido criticada desde diferentes ángulos. Primero, porque existen diferentes “grados” de opresión y no está claro quién ejerce de árbitro imparcial en un sistema de Estados. Segundo, porque podría ser contra-mayoritaria al hacer imposible justificar la secesión aunque exista una mayoría social a su favor. Finalmente, como apunta Sanjaume, podría generar incentivos negativos a secesionistas pacíficos, que podrían buscar opresión para legitimar sus demandas en una escalada de cuanto peor mejor.
La segunda de las teorías es la adscriptiva defendida por Tamir y con las críticas y revisión de Costa en On theories of Secession: Minorities, Majorities and the Multinational State. Según esta idea no es tan importante las razones que se esgrimen como el sujeto político que puede realizar la secesión; la nación. Para la defensa de la identidad nacional y a través de un mecanismo unilateral, todos los pueblos tienen derecho a obtener un Estado. Básicamente dentro de este grupo podrían entrar los procesos de secesión en contextos de descolonización y buena parte de las independencias del siglo XIX.
Por supuesto, también ha sido criticada por diferentes razones. Primero, los pensadores constructivistas (que piensan que la nación es un artefacto inventado) ven razones para cuestionar que una nación pueda ser una unidad delimitada sin más, que sea objetivable. Pero segundo, muchos de estos planteamientos implicaría decisiones no democráticas (unilaterales) que podrían vulnerar los derechos humanos de minorías parte del nuevo estado naciente.
Finalmente, la tercera corriente es la teoría asociativa presentada en este artículo de Seymour, Secession as a Remedial Right. Para esta idea lo importante no es el sujeto ni las razones que esgrime sino el procedimiento, que debe ser democrático y basado en mayorías. Según Beran, cuando una generación lleva un tiempo habitando en un territorio tiene derecho a constituirse estado si lo hace de manera democrática. Es la idea de que si una mayoría de un territorio dentro del Estado quiere fundar uno propio debe permitirse votar para decidir su futuro. En parte las dinámicas de Quebec o Escocia entroncarían con esta idea.
También existen críticas a este enfoque. El primero es saber quién es el demos, el sujeto político que puede auto-determinarse, y cómo se articula territorialmente – lo que muchas veces se deja implícito. La segunda es que según el sistema que se implemente las mayorías pueden ser cambiantes, por lo tanto no está claro en qué contextos hay una mayoría social, en especial si hay terceras opciones preferidas por las mayorías. Tercero, que hay mayorías no permanentes (la preferencia de independencia fluctúa, la secesión es irrevocable) y mayorías territorializadas (¿Se agrega la mayoría de todo el territorio? ¿Y si en un condado sale no se obliga a marcharse?). Finalmente, hay quien dice que este argumento podría fomentar la independencia ad infinitum de comunidades que se sintieran agraviadas cuando, por la razón que sea, están en minoría.
No es lo mismo preguntarse sobre si es justa o no una secesión que hacerlo sobre por qué se produce. Para esto último el artículo clásico de John Wood Secession: A comparative analytical Framework puede darnos algunas pistas. En este artículo se habla de las condiciones que deben darse para que la secesión sea factible y son básicamente cinco. Primero, que haya un territorio en el que se pueda hacer la secesión (geográfica). Segundo, un grupo cohesionado con elemento identitarios comunes (social). Tercero, ser un grupo relativamente pobre o con unas expectativas económicas insatisfechas (económicas). Cuarto, una pérdida de legitimidad del Estado matriz por alguna razón (política o institucional) y, finalmente, un vínculo emocional con el proyecto de la secesión y de aislamiento del Estado (psicológica). En todo caso, revisiones más recientes inciden en la importancia de la organización del grupo secesionista.
Ahondando en los mecanismos causales, se ha tratado con frecuencia la importancia de la economía en los procesos de selección. La mención más antigua a este tema data de Ethnic Groups in Conflict de Horowitz, que destaca la importancia de que se combinen dos elementos; la angustia sobre el futuro del grupo étnico con las expectativas económicas de que la secesión mejorará la situación. En todo caso, los grupos más pobres serían los más propensos a independizarse. En una aproximación más parsimoniosa de Sambanis y Milanovic en este artículo del Banco Mundial lo relevante no es la riqueza absoluta sino relativa entre los grupos. Sus hallazgos apuntan que los grupos sociales más ricos serían los más proclives a la secesión, si bien el componente étnico pesaría menos.
Dion en Why secesión is so difficult in well-established democracies insiste en que para contextos democráticos la secesión es improbable. Aunque él es parte concernida – téngase en cuenta – la secesión solo es algo factible cuando la confianza del grupo que la pide es alta y la amenaza de salida en el Estado matriz es creíble. Si la confianza del grupo o el miedo del Estado son bajos, la secesión es improbable. En todo caso, estas teorías ofrecen muchas hipótesis pero tienen problemas importantes. La etnicidad suele considerarse precondición fundamental pero falla para ofrecer el mecanismo de por qué ese es el trazo dominante. Además, tampoco explica por qué el nacionalismo puede movilizar con una finalidad estratégica (por ejemplo, que las preferencias cambien en las encuestas en tan poco tiempo) y hasta la evidencia sobre el rol de la economía sigue siendo discutida.
La secesión ha sido realizada por lo general a través de procesos de descolonización o de intervenciones internacionales pero, en cualquier caso, es un proceso que parece muy complicado de sistematizar. Apenas hay precedentes y lo que normalmente se impone es la real-politik, las relaciones entre estados. Pueden existir causas justas para la secesión en muchos lugares del mundo pero no se interviene por razones políticas de las grandes potencias (¿Chechenia? ¿Kurdistán?). De hecho, como la comunidad internacional tiende a ver los procesos de secesión como problemas domésticos, la legalidad interna es la que suele primar. No se olvide que la mayoría de estados tienen en su constitución expresamente prohibida la secesión – Etiopia o San Cristopher y Nevis como las pocas excepciones.
En contextos liberales, y antes del acuerdo escocés, la Clarity Act de Canadá había sido el referente; la sentencia de la Corte Suprema que mandataba a ambos gobiernos a negociar en caso de que hubiera una mayoría en el referéndum a favor de la independencia. Este texto, por su excepcionalidad, ha tendido a ser considerado como el ejemplo a seguir aunque, insistimos, Noruega (de Suecia) en 1905 e Islandia (de Dinamarca) en 1918 son los únicos casos reales de secesión en democracias. La falta de precedentes dificulta la previsión. Además, hay que pensar que la confusión terminológica es importante ya que la auto-determinación de las colonias está regulada por las NNUU. De ahí que se busquen fórmulas alternativas para mencionar el fenómeno. Eso sin desdeñar la mala prensa del concepto secesión con cierto fundamento; siguiendo a Sambanis y Secessionism. Identity, Interest and Strategy un 75% de las guerras civiles desde 1945 han tenido un carácter étnico territorial.
Dada la existencia de diferentes grupos nacionales o culturales territorializados, las democracias liberales han tendido a acomodarlas con fórmulas de autogobierno, un argumento práctico frente a la secesión. Como es conocido, el federalismo quiere operar en este sentido aunque depende mucho de si la minoría cultural es permanente y tiene el grado deseado de reconocimiento. En todo caso, lo que se señala desde los últimos estudios es que el trazo cultural no sería tan importante como la interacción de este componente con la riqueza relativa, diferencias ideológicas, instituciones… Sin embargo, a nivel actitudinal y aunque las expectativas económicas juegan algún papel, el sentimiento de pertenencia sigue siendo el principal predictor del apoyo a la secesión de un territorio.
Secesión, independencia, derecho a decidir, autodeterminación… El debate es confuso en muchos planos y es bien sabido que la política tiene algo que ver con esto. Ahora mismo en Escocia se está votando en lo que puede ser el primer caso de secesión desde principios del XX y podría sentar un precedente para la UE. Estamos viviendo historia. Sin embargo, al margen de lo que pase allí, no existen variables concretas para predecir la secesión. Esta última depende en última instancia de los equilibrios de poder y por lo tanto cada caso es único. Si de lo empírico pasamos al plano del debate, creo que los derechos humanos y de las minorías, los procedimientos democráticos y de legalidad o la delimitación de la comunidad política deberían ser aspectos centrales de la discusión. Probablemente sea la única manera de tener un debate razonable tanto para la unidad como para la separación.
Foto de Portada: Independencia de Cuba 1873. Revista La Flaca, Barcelona 16 de enero de 1873. Fuente: Wikipedia.
Artículo de Pablo Simón publicado originalmente el 18/09/2014 en Politikon.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro
En este artículo trataremos de explicar la disputa entre los partidarios del Software Libre frente a los intereses de las grandes empresas de Software y cómo esto afecta a la política internacional.
Desde del punto de vista de las relaciones internacionales contemporáneas, Oriente Medio se presenta como un punto geográfico de especial interés. Su gran diversidad étnica y religiosa muchas veces provoca tensiones políticas que derivan en largos conflictos armados. Uno de los conflictos regionales más paradigmáticos es el del Kurdistán, caracterizado por la reclamación, por parte del pueblo kurdo, de plena soberanía de esta región respecto de los Estados en los que se encuentra dividida –Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia.
Sin embargo, aunque el pueblo kurdo comparta un mismo objetivo –la independencia de su región–, sus reclamaciones políticas no se encuentran coordinadas sino que se han estatalizado. En este sentido, si bien el caso más conocido es el de la lucha entre las fuerzas del Kurdistán turco y Turquía, aquella región con un estado más avanzado de soberanía política es el Kurdistán iraquí.
Este hecho se ha visto potenciado ante la ofensiva del grupo terrorista yihadista del Estado Islámico de Irak y Siria (en adelante ISIS, por sus siglas en inglés), llevada a cabo en junio de 2014. Aprovechando la desestabilización en el territorio iraquí y la debilidad del gobierno y las fuerzas armadas de Irak, el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) –gobierno de la región autónoma kurda de Irak– ha llevado a cabo una ofensiva militar y política que puede llevar a la región a conseguir su objetivo último: la plena independencia.
A lo largo de los años, los kurdos iraquíes han mantenido una política de alianzas variables, uniéndose a diversos actores políticos regionales, con el doble objetivo de ganar autonomía o disminuir las capacidades del gobierno central iraquí. En esta línea, el pueblo kurdo de Irak ha realizado pactos con agentes tan diversos como el Imperio Otomano, Israel, Irán o Estados Unidos.
No obstante, aun existiendo esta variabilidad, podemos distinguir tres grandes períodos en el conflicto kurdo-iraquí y cuatro grandes ejes permanentes que estructuran la conflictividad.
En referencia a esto último, podemos observar que este conflicto posee los siguientes elementos claves: la tensión étnica entre árabes, turcos y kurdos; la tendencia al islamismo suní moderado del pueblo kurdo, que lo ha enfrentado a los chiitas del resto del estado iraquí y a los sunitas radicales representados regionalmente por la organización Ansar al-Islam, vinculada a al-Qaeda; la lucha por las ciudades de Erbil, que representa un nexo en la ruta comercial que une Bagdad con Mosul, y Kirkuk, capital cultural del Kurdistán iraquí; y la competencia, de carácter económico, por el control del área de Kirkuk, dónde se encuentran campos petrolíferos con unas reservas estimadas de 8’5 billones de barriles de crudo.
Por otro lado, analizando la evolución temporal, se pueden distinguir tres grandes fases en el conflicto:
Si bien es cierto que hechos anteriores como el establecimiento de una zona de exclusión aérea en el territorio kurdo durante la Primera Guerra del Golfo ya representaron un gran avance para la causa de este pueblo, la regularización de un gobierno autónomo en el Kurdistán iraquí fue vista por su población como la liberación regional definitiva. Sin embargo, la crisis generada por el ataque del ISIS a Irak da la oportunidad al Kurdistán iraquí de conseguir una soberanía total. De tal manera, a principios de julio de este mismo año, Masud Barzani declaró la intención de celebrar un referéndum independentista en cuestión de meses.
Pero ¿cómo se puede entender racionalmente esta nueva situación? Los análisis basados en el modelo de elección racional intentan explicar el por qué del comportamiento de un actor en una situación concreta teniendo en cuenta sus objetivos estratégicos. Es decir, asumiendo que todos los actores que interaccionan en un marco estratégico quieren conseguir sus propios objetivos y que conocen las decisiones tomadas o esperables de los demás actores, puede analizarse cuál es el modo de actuación más racional para cada uno de ellos.
En este sentido, lo que ha hecho la ofensiva del ISIS ha sido modificar el marco estratégico en el que operan todos los actores con capacidad para favorecer o evitar la independencia kurda. En primer lugar, Estados Unidos tiene como objetivo estabilizar el nuevo gobierno iraquí tras la marcha de sus tropas del país. El avance de este grupo no sólo pone en peligro dicho objetivo sino que ataca los intereses claves de la política exterior norteamericana des del 11-S, en tanto que crea un territorio de fomento del terrorismo islamista con capacidad de financiación a través de los campos petrolíferos del norte del país. De tal manera, teniendo en cuenta que Washington no se arriesgará a desplegar, nuevamente, tropas sobre el terreno, sólo puede utilizar actores regionales para frenar el avance del ISIS; de entre los cuáles, el Kurdistán iraquí parece ser el mejor agente del que puede disponer EUA para cumplir su objetivo de pacificar la zona.
Dada la inoperancia demostrada del gobierno iraquí de al-Maliki y sus tropas, y teniendo en cuenta que una intervención iraní – sobre la cual se ha especulado mucho – sería contraproducente porque daría a Irán más poder en las negociaciones nucleares de Ginebra, EUA sólo puede contar con los peshmerga para contener a los yihadistas y evitar, al menos, que se hagan con el control del crudo iraquí. Además, Arabia Saudí no toleraría la mediación iraní para acabar con el ISIS, ya que esto representaría una amenaza para su hegemonía regional; de tal manera que Riad podría responder relajando la vigilancia y presión sobre sus redes nacionales de financiación de yihadistas o amenazando con provocar fluctuaciones drásticas en el precio del crudo, como ya ha hecho en ocasiones anteriores.
Por otro lado, la debilidad iraquí ha sido aprovechada por Barzani para capturar las provincias en disputa con Irak, entre las cuáles se encuentra Kirkuk y toda su área petrolífera. Tal y como expuso el Ministro de Defensa del GRK “todos los territorios kurdos están ahora bajo control de las fuerzas kurdas”. Teniendo en cuenta que ya anteriormente, tanto Turquía como Israel, habían comerciado, sin el consentimiento del gobierno iraquí, con el crudo del Kurdistán a través del puerto turco de Ceyhan; la captura de estos bastos campos petrolíferos da una nueva baza negociadora al GRK. En este sentido, tanto turcos como israelitas, priorizando sus necesidades energéticas, ya han dado muestras de consentimiento ante un eventual referéndum soberanista en la región.
En conclusión, la ofensiva de los peshmerga sobre las provincias en disputa y la decisión de Barzani y el GRK de dar el paso definitivo hacia la independencia son gestos racionales teniendo en cuenta los objetivos kurdos y el nuevo marco estratégico surgido de la inestabilidad causada por el avance del ISIS. Un marco que ha hecho del Kurdistán iraquí el único frente de contención viable, a corto plazo, del yihadismo suní y que ha convertido la región en un importante enclave energético.
En palabras de Steven Cook, del Council on Foreign Relations, “la caótica disolución de Irak ha creado un ambiente propicio para un Kurdistán independiente”.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
El pasado mes de agosto se produjo una escalada de tensiones entre España y Reino Unido por lo que respeta al contencioso sobre Gibraltar. Para entender cómo un simple conflicto pesquero entre dos pueblos colindantes está poniendo en peligro las relaciones diplomáticas entre dos aliados, además de dos de los países más grandes de la UE, hay que entender el contexto histórico que ha llevado a Gibraltar hacia la situación actual.