China se ha convertido en la mayor nación comercial del mundo. El artífice de las transformaciones que vemos hoy en día, pero que se sucedieron en la década de los ochenta fue Deng Xiaoping. Durante su período en el poder, el mandatario impulsó una revolución económica sin precedentes.
Desde la asunción de Xiaoping, en China han cambiado muchas cosas. Para poner en perspectiva, las cifras indican que al momento de la muerte del máximo dirigente del Partido Comunista Chino y fundador de la República Popular China, Mao Zedong, dos años antes de la asunción de Deng Xioaping en 1976, China tenía 930 millones de habitantes y aportaba un 1,75% del PBI global. En la actualidad, los números indican que el país tiene una población de 1.390 millones de habitantes y aporta en un 15% a la economía global. Además de esto, más de 700 millones de chinos salieron de la pobreza.
Las cifras anteriores permiten observar el progreso económico con el que ha contando la nación asiática en los últimos cuarenta años. Para que esto pudiera ser posible, Deng liberalizó el sistema económico chino, dando un lugar importante al sector privado y al mercado, a la vez que procuraba romper el aislamiento y abrir su actividad comercial al exterior. Deng había recibido un país que en buena parte dependía de la agricultura, casi que no contaba con actividad industrial, en donde las restricciones burocráticas obstaculizaban cualquier tipo de desarrollo comercial, y en donde imperaban las restricciones comerciales.
Cuando Xiaoping entregó la presidencia a su sucesor, Jiang Zemin, éste recibió un país más abierto y más aperturista, dentro de los márgenes permitidos por los designios del Partido Comunista. Como era de esperarse, Zemin continuó el camino de reformas que había iniciado su predecesor, es por esta razón que, bajo su dirección, el gobierno chino desarrolló un ambicioso plan para eliminar la pobreza.
Con el fin del período de Zemin, Hu Jintao lo sucedería en el poder. Desde el inicio de su presidencia, Jintao buscó establecer una sociedad armoniosa, es decir, puso el foco en tratar de disminuir la desigualdad, centrándose en aquellos sectores de la población china que habían quedado fuera de las políticas de desarrollo económico. No obstante, el mandatario siguió la línea de sus predecesores en lo que respecta a la restricción en los medios de comunicación masivos.
En 2013 Xi Jinping llegó al poder, quien se unió al Partido Comunista en el año 1974. En el año 2000 había sido elegido como secretario del partido en la provincia de Zhejiang, y después de ganar buena reputación en la lucha contra la corrupción comenzó a ascender rápidamente pasando por los cargos de secretario del partido en Shanghái, miembro permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, encargado de los juegos olímpicos que desarrollaron en el año 2008, vicepresidente, y luego presidente.
En cuanto a su modelo de país, Jinping ha dejado en claro que su ideario es el de “socialismo con características chinas”. En relación con este tema, el diario ABC de España hace referencia a una participación del líder chino en la Asamblea Nacional Popular “encumbrado como el dirigente más poderoso desde Mao Zedong, el ‘padre de la patria’, Xi Jinping ha reafirmado la legitimidad de este peculiar modelo político y económico que ha logrado el extraordinario progreso de China combinando el autoritarismo y el comunismo con su apertura al libre mercado. La historia ha probado y continuará demostrando que solo el socialismo puede salvar a China. Aseguró Xi Jinping mientras los aplausos de los diputados resonaban en el descomunal auditorio del Gran Palacio del Pueblo”.
China busca superar su imagen como “fábrica del mundo”
En lo que respecta a lo económico, vale decir que, para la presidencia de Jintao, después de haber ingresado a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, China ya se posicionaba como “la fábrica del mundo”. De acuerdo con una nota publicada por el diario El País en 2005, China producía “el 75% de los juguetes, el 30% de los televisores, el 25% de las lavadoras y el 20% de los teléfonos móviles que se venden en el mundo. Una mano de obra dócil y barata está detrás del milagro económico de un país convertido en la meca de muchas multinacionales”. En el cuerpo de la nota, el redactor prosigue redactando lo siguiente: “Bienvenido a la provincia de Guangdong, testigo del inicio de las reformas puestas en marcha por Deng Xiaoping en 1978. Bienvenido al delta del río Perla, una de las mayores zonas fabriles del mundo. Bienvenido a la nueva patria de multinacionales como Kodak, Honda, Nike, Siemens o Ikea en la tierra de los dragones”.
Resulta interesante observar una descripción realizada por ese mismo diario en 2005, “veintiocho años de reformas económicas han transformado China en una gigantesca máquina orientada a la exportación. Por todo este país, que se tarda en cruzar más de cinco horas en avión, han surgido zonas industriales y barrios gremiales en los que millones de obreros trabajan al unísono jornadas interminables por 60 euros al mes. Y pocas grandes multinacionales ignoran ya este cuasi continente de 1.300 millones de almas. No sólo por las ventajas que representa su infinita mano de obra, sino por la pujante demanda interna de una economía que crece a tasas impensables en otras zonas del mundo: un 9% medio anual desde hace 15 años”.
Lo anterior permite ver la imagen que se tenía de China a comienzos de este siglo. Sin embargo, hay que mencionar que, poco a poco, el país oriental tiene como objetivo ir dejando atrás esta asociación para comenzar a fabricar productos de mayor valor agregado. De hecho, en los últimos tiempos se ha comenzado a observar que al tradicional Made in China se le han sumado otras localizaciones, más específicamente, también se han empezado a observar las etiquetas de Made in Indonesia o Made in Taiwán.
La prueba más cabal de que China ha decidido dejar atrás este modelo es su creciente desarrollo en tecnología.
Este país ha inyectado miles de millones de dólares en el desarrollo de microchips y robótica, con el objetivo de disminuir su dependencia extranjera de estos componentes. China ha atravesado por diversas fases desde el inicio aperturista de Xiaoping. En la actualidad, el país asiático pretende no quedar al margen de la cuarta revolución industrial. Para esto, el gobierno central ha elaborado el programa Made in China 2025. Este plan tiene por objetivo transformar el amplio sector manufacturero del país hacia sectores de alta tecnología, lo cual incluye automóviles eléctricos, medios aeroespaciales y dispositivos médicos avanzados.
En relación con este tema, el medio The Diplomat señala que “en muchos aspectos, el lanzamiento de esta iniciativa reflejó una respuesta a la debilidad de las capacidades de fabricación de China en relación con los líderes mundiales, al tiempo que buscaba aprovechar la oportunidad percibida para lograr una nueva fuente de crecimiento. Cada vez más, Made in China 2025 se ha convertido en un emblema de esas ambiciones”.
China tiene en cuenta su “aprendizaje histórico”
Después de haber mencionado lo anterior, y más allá de que la idea que subyace es que China busca erigirse como la principal economía mundial, para lo cual, necesita estar a la vanguardia sobre asuntos de tecnología, también podemos agregar que detrás del gigante asiático hay una suerte de “aprendizaje histórico”.
Una forma de conocer los procesos históricos es mediante la consideración y evaluación de aquellas organizaciones territoriales que en ese momento en particular fueron catalogadas como “grandes potencias”. De esto es sobre lo que versa el reconocido historiador británico Paul Kennedy en su libro Auge y caída de las grandes potencias. El autor hace referencia a una serie de momentos, en donde el poder global estuvo concentrado en distintas unidades, sea el caso del imperio de los Habsburgo o el imperio británico. Una línea general que recorre el texto del escritor es, por un lado, que los imperios caen cuando buscan expandirse más allá de sus posibilidades, pero, además, que su ascenso se debe a una serie de requisitos financieros, y, sobre todo, al haber obtenido ventajas considerables en materia tecnológica.
En la introducción de su libro, Kennedy explica que “las fuerzas relativas de las naciones líderes en el escenario mundial nunca permanecen constantes, sobre todo a causa del índice irregular de crecimiento en las distintas sociedades y de los avances tecnológicos y organizativos que proporcionan mayores ventajas a una sociedad que a otra. Por ejemplo, la aparición del buque con cañones de largo alcance y el aumento del comercio atlántico después de 1500 años no fue uniformemente beneficiosa para todos los Estados de Europa, sino que benefició a algunos mucho más que a otros”.
Siguiendo la línea argumentativa de Kennedy, podríamos pensar que hay una suerte de correlación entre el lugar en donde se produjo una revolución industrial-tecnológica de importancia y la permanencia del país que impulsó ese proceso como líder en asuntos globales.
Para verlo en perspectiva, la Primera Revolución Industrial produjo uno de los inventos más importantes de la historia, el motor de vapor. Esta invención fue ampliamente utilizada durante la Revolución Industrial para mover bombas y locomotoras. Pero, sobre todo, esta era posibilitó la aparición de la mecanización, generando cambios significativos en variados aspectos sociales.
Por su parte, la Segunda Revolución Industrial representó un avance significativo en ciencia y técnica. De esta manera, la mejora de la producción se explica por la incorporación de nuevas fuentes de energía, tales como la electricidad y el petróleo, a la incorporación de nuevos materiales como el acero, y a la aplicación de nuevos modelos de trabajo como el trabajo en cadena y la automatización.
Ambos procesos se sucedieron en Inglaterra, gracias a una amplia combinación de factores que posibilitaron su realización. Entre los factores más importantes, se destaca que la burguesía inglesa tenía una importante participación en la sociedad de ese país. De a poco, este sector comenzó a tener una gran influencia económica y política, debido en parte, a que poseía los medios de producción y de capital necesarios para hacer las fábricas. La Revolución Industrial permitió que Inglaterra continuara siendo potencia por unos años más, al menos hasta que debió disputarse su poder con una suma más amplia de actores durante los dos conflictos mundiales que prosiguieron, más específicamente, hasta que debió hacer frente a la Alemania de Bismarck.
En línea cronológica con lo anterior, el siglo XX permitió que Estados Unidos entrara en la escena mundial con un rol más protagónico. Esto se debió en parte a que el 6 de abril de 1917 Washington rompía definitivamente el aislacionismo e ingresaba en la Primera Guerra Mundial. La participación de los Estados Unidos fue también decisiva unos años más tarde en la Segunda Guerra Mundial.
En relación con el tema, el historiador español Iñigo Fernández menciona que las innovaciones tecnológicas se habían desplazado al campo de batalla, en este sentido, marca una diferencia fundamental con el primer conflicto a escala global y lo refleja de la siguiente manera: “Si algo había demostrado la guerra, era que en la era industria la capacidad militar es un correlato del potencial demográfico, económico y tecnológico, y si el conflicto se prolonga lo suficiente, la victoria corresponderá siempre al que lo posea en mayor grado. El lanzamiento de dos bombas atómicas sobre el Japón en agosto de 1945 impresionó tanto al mundo como a Robert E. Lewis, copiloto del Enola Gay, el avión que lanzó la primera de ellas, que se preguntó: Dios mío ¿Qué hemos hecho?, después de aquel día, nada volvería a ser como antes”.
La entrada de los Estados Unidos en la guerra supuso el ocaso de Gran Bretaña como rector de los asuntos mundiales. Después de esto, Washington se disputó con la Unión Soviética cuál de las dos potencias dominaría a escala planetaria en la denominada Guerra Fría.
Resulta curioso ver que, en los momentos en los cuales la Unión Soviética comenzaba a “perder la batalla” contra los Estados Unidos en la Guerra Fría, aparecía una nueva innovación tecnológica. Si bien hacia finales de los sesenta comenzaron a darse los primeros pasos en los laboratorios de investigación californianos, a finales de los ochenta aparecieron los primeros proveedores de servicios de Internet con carácter comercial.
La aparición de internet fue un requisito necesario para que se produjera el advenimiento de la Tercera Revolución Industrial que conjuga el avance tecnológico de las comunicaciones, el uso y el desarrollo de Internet y las nuevas modalidades de las energías renovables. En este sentido, los Estados Unidos estuvieron a la vanguardia en este tipo de tecnología.
En la actualidad, lo que se está debatiendo es quién liderará la llamada Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0. La BBC describe este fenómeno de la siguiente manera: “La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital”. De esta forma, la Cuarta Revolución Industrial fusiona los mundos físico, digital y biológico, aprovechando el internet de las cosas, el Big Data y Analytics.
Más allá de su retórica con Occidente, más precisamente de los desacuerdos con los Estados Unidos, China tiene en cuenta su aprendizaje histórico. Los dirigentes chinos saben que el camino para posicionarse en los asuntos interestatales se encuentra ligado a su posibilidad de generar una disrupción tecnológica.
Dicho lo anterior, cabe mencionar que China ocupó un lugar destacado entre el siglo Xl y entre el siglo XVlll. En palabras de Kennedy, “de todas las civilizaciones de los tiempos premodernos, ninguna parecía más avanzada ni se sentía superior a la de China. Su considerable población de 100 a 300 millones por contraste con los 50-55 millones de Europa en el siglo XVl; su notable cultura, sus llanuras increíblemente fértiles e irrigadas, unidas por un espléndido sistema de canales desde el siglo Xl; y su administración unificada y jerárquica, conducida por una burocracia confuciana bien educada, habían dado a la sociedad china una coherencia y sofisticación que eran la envidia de los visitantes extranjeros”.
Para explicar el ocaso del imperio chino, Kennedy menciona que en la China de la dinastía Ming, los empresarios y los comerciantes no podían progresar porque no contaban con el estímulo oficial, e incluso en los momentos en los cuales estos podían acceder a mayores sumas de capital tendían a realizar sus inversiones en tierra, más no en desarrollo protoindustrial.
Kennedy sentencia el ocaso definitivo de los Ming a través de la siguiente frase: “En 1736 —precisamente cuando comenzaban a florecer las fundiciones de hierro de Abraham Darby en Coalbrookdale— se abandonaron por completo los hornos de coque de Henan y Hebei. Habían sido grandes antes de que el conquistador desembarcara en Hastings. No volverían a reanudar la producción hasta el siglo XX”.
En la actualidad, China busca no repetir la historia.
Por el momento, aunque el país asiático ha destinado cuantiosas sumas de dinero a investigación y desarrollo, hay una diferencia entre fabricar modelos comerciales orientados al consumidor, y consagrarse como líder mundial en el desarrollo y producción de tecnología dura. Citando al sitio web El Economista, “ante esto, China probablemente se encuentre a 15 o 20 años de distancia antes de que pueda llegar a igualar el aporte de I+D de, digamos, Japón o Corea del Sur, y cuando se trata de producción- el factor más importante- este país está mucho más atrasado. Si bien China puede acelerar el progreso atrayendo talento creativo y fortaleciendo los incentivos para la investigación a largo plazo, no hay verdaderos atajos cuando se trata de lograr el desplazamiento gradual desde un ámbito de aprendizaje a uno de innovación”.
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2 comments
PEDRO FOX
15/05/2019 at
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c
15/05/2019 at
China ayuda mas a La Ue y a Esp qe Usa
qe solo ns mete en gueras qe crean exodos y no reparte na mas
y qe ns obliga a plegarnos cn venezuela y cn el embargo-alimentos a Rusia qe ns quita mercado
Ad+ China ns compra carne fruta y aviones
y no ns ponen aranceles a olivas ni ns mandan al FMI como hace Usa ni ttip
Ls inversiones d China en Africa son mucho mas justas economicamente pa ls paises d alli qe ls d USA y Eu dl PP,
qe solo arrasa to en esos paises y crea exodos= alienta racismo=fascismo=partids ultras= al final neoliberalismo blanqeado= Ue dl PP fascista-neoliberal
La ruta d la seda es una buena oportunidad de librarnos influencia Usa etc .
Ls tratados internacionales=ttip-Usa (neoliberales) solo benefician a ls multinacionales qe evaden beneficios a paraisos fescales pero en ls paises hace qe cierren pymes y el de Usa es el peor d todos
TrumPPetero decia qe no al TTip y ahora lo busca pero a la vez ns pide mas gasto militar en la PP.otan y se sale d la Onu…qe le den !
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Con los paises mas pobres son internacionalistas
po qrue les ayudan al desarrollo sin colonialismo ni invasiones belicas
pero con los paises ricos son neoliberales – globalizdores que usan el dunping sin complejos
anque a la vez el protecccionismo del nacionalsocialismo…
…segun como les convenga en cada caso…
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https://economistasfrentealacrisis.com/dos-caminos-para-la-globalizacion-repliegue-nacional-o-ruta-de-la-seda/#comment-22103
https://www.esglobal.org/el-sistema-de-credito-social-chino-no-es-el-black-mirror-que-imaginas/
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Dicen qe el 5g d ls chinos es peligrosisimo..será pqe no lo controla usa ya qe ademas es un programa qe no sabe descifrar la Cia
Ademas dicen qe es muy malsano, puede ser un bulo precisamente por lo anterior :
.No encuentro estudios cientificos por ningun lado
.Ad+, ¿ qé interes tendría China en matar gente si la farmafia la controla USA*UE
= su enemigo-comercial y ahora qe esta intentando abrir mercado venderia menos ? Es absurdo.
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yo diria que una dictadura nacional-socialista :
democracia no hay con lo cual no es social-democracia
pero socialismo hay pero es una dictadura fascista al no haber democracia
y son muy nacionalistas…