Afganistán, Siria, China, Corea, Irak, Libia… los conflictos del mundo, repartidos por todos los continentes, deberíamos vivirlos con mayor o menor intensidad de acuerdo con la violencia, la crueldad y el número de muertes. Sin embargo, los vivimos, en su mayoría, de acuerdo con la importancia o la influencia crítica que tienen sobre los Estados Unidos. Es una realidad que, en mayor o menor medida, la primera potencia mundial dicta el ritmo de la actualidad internacional en función de sus inversiones en armas, recursos o fuerzas militares en ciertos países en conflicto.
De este modo, la página Global Conflict Tracker ha diseñado un portal web en el que se describen los mayores conflictos mundiales, clasificados en función de si suponen un impacto crítico, significativo o limitado sobre el gigante norteamericano. Es decir, reparte los países en su mayor o menor importancia para los Estados Unidos y sirve como punto de referencia para entender el panorama bélico y mediático actual.
Sin tener en cuenta la gravedad del conflicto o las injusticias y muertes derivadas de este, un impacto crítico supone que el conflicto puede forzar una intervención militar de los Estados Unidos o amenaza el suministro de los recursos estratégicos del país. El significativo es aquel que afecta a países de importancia estratégica, pero no implica un tratado de defensa mutua. Por último, un impacto limitado quiere decir que la disputa puede tener extensas o severas consecuencias humanitarias, pero se da en países de una limitada importancia estratégica para EEUU.
En total, se encuentran descritos 37 problemas actuales, la mayoría de ellos ubicados en África y Oriente Medio, abanderados por el terror islamista. Además, en cada uno de ellos se especifica si se trata de un conflicto que está empeorando o es estable, además de su tipología: guerra civil, disputa territorial, conflicto interestatal, etc. Como primera parte de este artículo nos centraremos en describir y analizar los que pertenecen al primer grupo.
Afganistán, el conflicto que nunca acaba
Dentro de los conflictos considerados críticos para los EE.UU se encuentra, en primer lugar, la lucha contra los talibanes en Afganistán. Como es bien sabido, se trata de una guerra civil que se inició a raíz de los ataques del 11 de septiembre de 2001, llevados a cabo por Al-Qaeda. Los Estados Unidos invadieron Afganistán después de que el gobierno talibán se negara a entregar a Osama Bin Laden.
En mayo de 2016, el líder talibán Mullah Akhtar Mansour, que asumió el liderazgo de la insurgencia hacía menos de un año, fue asesinado por un ataque con un dron estadounidense en la provincia pakistaní de Baluchistán. Mawlawi Haibatullah Akhundzada, líder religioso del grupo y ex-juez superior durante el régimen talibán en Afganistán, le ha sucedido.
Debemos tener en cuenta que entre las prioridades de los Estados Unidos están la preservación de los muchos logros políticos, económicos y de seguridad que se han logrado en el país desde 2001. Un resurgimiento de la insurgencia talibán, una vez más, podría convertir a Afganistán en un refugio para terroristas. Por otra parte, la inestabilidad interna podría tener grandes ramificaciones regionales en Pakistán, India, Irán y Rusia, que compiten por la influencia en Kabul.
Siria, la peor crisis humanitaria de la historia
En segundo lugar, como conflicto crítico para el gobierno estadounidense, se encuentra una guerra civil en siria que ha provocado una de las mayores crisis humanitarias del último siglo y que es muy difícil de resolver por los conflictos de intereses, las milicias, las mafias y los grupos terroristas involucrados en ella. Además, es una guerra que enfrenta a las principales potencias internacionales y que está contribuyendo a crear una pésima imagen de Europa dentro del panorama mundial.
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Lo que comenzó como protestas contra el régimen del presidente Assad en 2011 se convirtió rápidamente en una guerra a gran escala entre el gobierno sirio y los grupos rebeldes contra Assad y los suyos. Esto ha dado lugar al desbordamiento De los estados vecinos y la intervención de terceros, en particular en respuesta a la expansión del auto-declarado Estado Islámico de de Irak a Siria. Este último, además, ha sido capaz de reclutar a más de 25.000 combatientes extranjeros.
Los Estados Unidos y Rusia acordaron un cese de las hostilidades en Siria que ha sido efectivo desde el 27 de febrero de 2016. Este ha sido el máximo avance diplomático conseguido. Sin embargo, desde que empezó la guerra han muerto más de 470.000 personas, 4,1 millones se han visto obligadas a abandonar el país y 6,5 millones han sido desplazadas. La mayoría de los refugiados se han desplazado a Jordan y el Líbano, poniendo a prueba la ya débil infraestructura y los limitados recursos de esos países.
Por desgracia, todo apunta a una prolongación del conflicto y, además, la presencia y los ataques de EEUU y Rusia en el territorio pueden provocar que sea caldo de cultivo para la insurgencia de otros grupos terroristas, como Hezbollah o la filial de Al-Qaed.
El mar de China, el conflicto olvidado
Dejando atrás el turbulento Oriente Próximo, nos trasladamos a una guerra más silenciosa en Asia, pero no por ello menos complicada. Se trata de las disputas territoriales en el sur del mar de China, un país que no cesa sus esfuerzos por conquistar más territorio marítimo traspasando su propio espacio jurisdiccional e incrementando la tensión con otros países del sudeste asiático. EEUU pone su empeño en mantener las zonas de rigor como aguas internacionales, porque de ello también saca beneficio. Por eso en otoño de 2015 retaron la afirmación de China sobre el territorio, haciendo volar aviones militares y con el despliegue de barcos cerca de algunas islas.
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Las ansias de soberanía del país asiático se remontan a los años 70, en los que debido a su crecimiento exponencial quiso reclamar un territorio marítimo que contiene unos 11.000 millones de barriles de petróleo sin explotar y 190 trillones de pies cúbicos de gas. Se enfrenta, desde entonces, con las reclamaciones rivales de Malasia, Vietnam, Brunei, Taiwán, Indonesia y las Filipinas.
La disputa real, sin embargo, se establece entre China y los EEUU y no entre los vecinos asiáticos, ya que China sostiene que bajo las leyes internacionales, las fuerzas extranjeras no pueden disponer del territorio de la zona económica exclusiva de China (EEZ, en inglés); no obstante, los Estados Unidos defienden la libertad de paso en esa área. Además, pese a los tratados internacionales y los acuerdos de paz, los Estados Unidos podrían verse implicados militarmente si estallara un conflicto entre los diversos países de la zona.
Disputas territoriales entre China y Japón
China no solo discute con la potencia norteamericana, sino que además está enzarzada en otra disputa territorial esta vez con su eterno enemigo: Japón. Las exóticas islas Senkaku/Daioyu se encuentran al nordeste de Taiwán y son muy significativas económicamente, ya que tienen potenciales reservas de petróleo y gas natural, están cerca de rutas marítimas y rodeadas de áreas de pesca.
Ambos países las reclaman aunque es un territorio que forma parte, oficialmente, de la soberanía nipona desde 1985, —es más, es propiedad privada de un ciudadano japonés—. Por su parte, China empezó a presentar reclamaciones sobre las islas Senkaku/Daioyu en la década de los 70, pero las tensiones resurgieron en septiembre de 2012 cuando Japón compró tres de las disputadas islas a su propietario privado.
Aunque las tensiones han disminuido los últimos meses como resultado de las relaciones diplomáticas, el aumento de los sentimientos nacionalistas y la creciente desconfianza política ponen en riesgo la paz en la zona. Japón ha advertido a China que ésta se está acercando a la zona económica exclusiva (EEZ) japonesa con sus proyectos de extracción de gas natural. Asimismo, para mantener su estratégica ventaja, China ha destinado buques de guerra de considerable tamaño y capacidad con el objetivo de guardar la costa. Estas acciones, junto con las patrullas constantes, son una seria preocupación para Japón y, si hubiera un conflicto real, los EEUU se verían involucrados apoyando a uno de los dos países.
Corea del Norte, un país armado hasta los dientes
Dentro del marco euroasiático es imprescindible nombrar a Corea del Norte, que tiene un serio conflicto interestatal. El gobierno de Kim Jong-un ha demostrado, de modo continuado, un comportamiento agresivo y errático con diversas provocaciones militares y cibernéticas, poniendo empeño en desarrollar armas nucleares y misiles de largo alcance. Además de dañar a los propios ciudadanos, las acciones del país amenazan toda la península coreana.
Al ser un país aislado y enemigo de sus vecinos del sur, a su vez aliados de EEUU, Corea del Norte pone su empeño en la supremacía militar y defensiva. A día de hoy, los Estados Unidos protegen Corea del sur de acuerdo con el Tratado de Defensa Mutua. La frontera entre los dos países es una de las que tiene más armas del mundo. Mientras, Corea del Norte sigue violando las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
La amenaza de Estado Islámico o Daesh
A pesar de las disputas asiáticas, sin duda el mayor enemigo de la paz mundial es actualmente el Estado Islámico (EI/ISIS) y la lucha contra este fanatismo (pseudo)religioso se da principalmente en Irak, que está dispuesto a pelear para mantener su independencia. A su vez, debido al caos político, se ha desencadenado una guerra civil contra el gobierno chií, que mantenía el control en el país.
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A principios de abril de 2016 Barak Obama anunció que desplazaría doscientas tropas adicionales para aconsejar y asistir a las fuerzas de seguridad iraquíes avanzando hacia Mosul, la mayor ciudad bajo el régimen del EI. Gracias a la movilización internacional contra el ISIS —más de 60 países encabezados por Estados Unidos—, en febrero de 2016 el grupo terrorista había perdido un 40% de su territorio en Irak y el 11% de su territorio en Siria. No obstante, este porcentaje no es suficiente. El miedo estadounidense es que el conflicto actual desencadene una desintegración de Irak y una guerra de mayor alcance.
Libia, la guerra civil de la que pocos hablan
Al otro lado de Egipto, en la costa Mediterránea, se desarrolla a su vez una guerra civil en Libia. Además de una lucha de poder en la que las gestiones de la ONU han resultado infructuosas, lo que más complica la situación es el establecimiento del Estado Islámico desde febrero de 2015.
El líder del Estado Islámico en Libia, Abu Nabil, fue asesinado en un ataque aéreo en noviembre de 2015, pero la presencia del grupo terrorista sigue creciendo en el país. El EI ha pedido a combatientes fuera de Libia que vayan al país en lugar de intentar entrar en Siria.
Hay una lucha por determinar el control del país entre los que quieren formar gobierno, las milicias y los yihadistas. De hecho, aprovechándose de la inestabilidad política global, los yihadistas están utilizando Libia como centro para coordinar violencia regional más allá de su frontera y para lanzar ataques. Las prioridades para los Estados Unidos pasan por evitar una división de Libia y apoyar la formación de un gobierno estable.
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