23/03/2023 MÉXICO

Facebook archivos - United Explanations

Jonathan Ardon25/04/2018
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El escándalo de la filtración de datos de Facebook que impulsó la comparecencia de Mark Zuckerberg ante una comisión del Senado de EE.UU. es sólo la punta del iceberg de un problema mayor: el tráfico de datos y la seguridad digital en el siglo XXI. El derecho a la privacidad o a la libertad de expresión se ven amenazados ante la falta de regulación digital y de visión política de los legisladores.


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El reciente escándalo de Cambridge Analytics vuelve a abrir el debate sobre el uso de nuestros datos personales por parte de empresas como Facebook y la gestión de la privacidad personal en Internet. Así pues, la pregunta es ¿tenemos control sobre la recolección y uso de nuestros datos por parte de Facebook? 


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A principios de siglo, antes de que muchos nacieramos, no pocos presagiaron que Internet se constituiría, más pronto que tarde, como una herramienta de empoderamiento y emancipación en tanto que permitiría a personas de todo el mundo comunicarse e intercambiar información. Se podría decir que se vivió un ánimo pre-revolucionario. Razones no les faltaban.


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Fundado en 2004, Facebook cuenta ya hoy con más de mil millones de usuarios activos tras diez años de exponencial crecimiento. Considerablemente a la cabeza de redes sociales como Pinterest, Twitter, Linkedin o Instagram, Facebook es, a día de hoy, un arma de doble filo: por un lado, contribuye a que la sociedad esté interconectada de manera constante y relativamente actualizada, lo cual genera una capacidad de impacto social (prueba de ello son por ejemplo los movimientos de impacto global del año 2011, en las que las redes sociales jugaron un papel fundamental) y por tanto con potencial para influir en los aspectos político, económico y cultural.

Pero, por otro lado, nos hace valorar más la cantidad que la calidad, perdemos la espontaneidad en la comunicación, nos conformamos con flashes de información más que con documentación que forje una opinión nuestra, nueva y original, generada de un ejercicio reflexivo. Sabemos menos estar solos y crear solos, y no nos damos cuenta que cuanto más alimentamos la compañía de baja calidad (la que no nos aporta nada a medio y largo plazo), menos sabremos estarlo.

Por qué usamos Facebook: comparto, luego existo

El uso de Facebook tiene gran parte de su fundamento en un componente de comparación social, donde los usuarios observan el comportamiento de los demás y pueden compararlo con el suyo propio, generando sentimientos gratificantes cuando las comparaciones se inclinan favorablemente hacia uno mismo en relación con el resto (por ejemplo, tener un número considerable de“me gusta” en una foto o en un comentario propios, en comparación con el número de “me gusta” que consiguen los demás contactos). Así lo demostraba un grupo de científicos dirigidos por Dar Meshi, investigador postdoctoral de la Universidad Libre de Berlín, que reflejaba los estímulos cerebrales de 31 usuarios de Facebook. La investigación fue publicada en Frontiers in Human Neuroscience.

Desde una perspectiva evolutiva, la reputación nos importa porque indica que otros miembros de la comunidad pueden cooperar con nosotros, lo que nos puede proveer más recursos y esto a su vez incrementar nuestra calidad de vida y nuestras tasas de supervivencia. En otras palabras, ha sido la selección natural la que nos ha llevado a que nos importe nuestra reputación. Por tanto, estamos hablando de un factor motivacional, como lo son la comida o el dinero, y algunas fuentes de reputación las conforman las redes sociales, pues como afirma el científico Dar Meshi en su publicación, el resultado de nuestras diferencias individuales se basa en la investigación de otros y a través de redes como Facebook donde podemos compartir un status, aumentar el número de amigos u obtener un “me gusta”, incrementando con ello nuestra motivación cuanto más mejora nuestra reputación en comparación con las ganancias de reputación de los demás usuarios. Por este motivo no es de extrañar que Facebook sea uno de los gestores de la reputación online más utilizados en el mundo.

En cualquier caso, la transformación de la reputación real en la reputación online, o la nueva creación de una nueva gracias al poder de conservación de anonimato que estos medios ofrecen, genera consecuencias cualitativas observables en el individuo que no tienen por qué ser necesariamente positivas. Investigaciones recientes han revelado algunos efectos negativos de los medios sociales. Por ejemplo, Facebook interrumpe la productividad en las escuelas y reduce el promedio de calificaciones (Junco, 2011, 2012). Además, los informes de la adicción a Facebook han comenzado a surgir (Kuss y Griffiths, 2011).

Es necesario tomar en cuenta que el uso de facebook tiene distintos motivos y no únicamente el de la gestión de la reputación online, tal y como se ha indicado al principio. Pero, en cualquier caso parece claro que debemos ser siempre conscientes de la necesidad de un uso responsable y equilibrado de estos recursos para obtener el máximo de sus beneficios y no transformarlos en obstáculos, pues aunque las necesidades sociales y de reconocimiento son necesarias, no son más que un escalafón más entre otros tantos que no deberían ser perdidos de vista pues, parafraseando a Maslow, si sólo cuando tenemos satisfechas necesidades inferiores aspiramos a una necesidad jerárquicamente superior, sería una verdadera lástima enfrascarnos en las necesidades sociales y perdernos todo lo que de nosotros podemos obtener y que nos ayude a tener una vida más plena.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro