
Los esfuerzos de Mark Zuckerberg por defender que Facebook es una empresa únicamente de tecnología y que no interviene en cuestiones políticas o sociales fueron infructuosos, pues tuvo que admitir que su influencia es real y que actualmente la empresa supera con creces el ámbito de la red de conexiones de estudiantes universitarios que había creado en el año 2004.
Mark Zuckerberg reconoce la “responsabilidad” de Facebook en el uso de datos personales tras el reciente escándalo por la filtración masiva de datos de millones de usuarios a la empresa Cambridge Analytics. Se descubrió que la compañía robó información de millones de perfiles de usuarios de Facebook en la mayor violación de datos del gigante tecnológico, con el objetivo de ayudarle a diseñar un software capaz de predecir e influir en las elecciones de los votantes en las urnas.
Pero a pesar de que el tema mediático trata sobre Mark Zuckerberg y Facebook, y de sus disculpas públicas, lo cierto es que lo ocurrido con esta red social es sólo la punta del iceberg de un problema mayor: el comercio de datos. El cuestionamiento sobre por la privacidad de los usuarios sigue en el tintero, ya que el modelo de negocio de ésta y otras empresas similares seguirá teniendo como base los datos que los usuarios generan.
Es de vital importancia que el usuario comprenda lo valiosos que son sus datos, aún cuando no sepa que se generan en cada click.
Abordar la seguridad digital desde los Derechos Humanos
A pesar de que Mark Zuckerberg en su comparecencia ante el Senado de los EE.UU. admitió que la regulación de las redes sociales es “inevitable”, no debe utilizarse el caso de Facebook y Cambridge Analytics como chivo expiatorio para permitir la censura de Internet, de las libertades y derechos humanos de los usuarios tanto online como offline.
El desarrollo de las tecnologías de información y comunicación también ha propiciado el desarrollo de las técnicas de recolección y almacenamiento de datos. En este aspecto, de acuerdo a información de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), tan sólo 76 de sus 193 estados miembros cuentan con algún tipo de política, estrategia o norma nacional de seguridad digital.
La seguridad digital está intrínsecamente relacionada con las personas, pues la forma en cómo se definen e implementan las políticas de regulación del comportamiento en línea y la seguridad de la información tienen profundas implicaciones para los derechos humanos, en especial para la privacidad, la libertad de expresión o la libre asociación.
Lamentablemente, la mayor parte de los legisladores y creadores de políticas públicas carecen de conocimiento relacionados con Internet y tecnologías digitales, por lo tanto entienden poco o nada sobre estos temas. Lo cual quedó en evidencia en las preguntas que algunos senadores le hicieron a Zuckerberg. Esto significa un gran obstáculo, pues los legisladores no comprenden del todo los temas para implementar normas y de suscribir tratados respecto a estos temas.
No sólo se trata de legislar al respecto, es de suma importancia que también desarrollen un juicio crítico sobre las implicaciones asociadas a las nuevas tecnologías.
Cómo Cambridge Analytica estudió la personalidad de millones de usuarios de Facebook
En torno a lo acontecido, es necesario que repensemos la pregunta en torno a la privacidad. A nivel colectivo esto supone un gran esfuerzo, ya que el mantenimiento de la privacidad como un derecho se ha convertido en un desafío ante los mecanismos de registro pasivo de nuestras acciones cotidianas.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
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