Fundado en 2004, Facebook cuenta ya hoy con más de mil millones de usuarios activos tras diez años de exponencial crecimiento. Considerablemente a la cabeza de redes sociales como Pinterest, Twitter, Linkedin o Instagram, Facebook es, a día de hoy, un arma de doble filo: por un lado, contribuye a que la sociedad esté interconectada de manera constante y relativamente actualizada, lo cual genera una capacidad de impacto social (prueba de ello son por ejemplo los movimientos de impacto global del año 2011, en las que las redes sociales jugaron un papel fundamental) y por tanto con potencial para influir en los aspectos político, económico y cultural.
Pero, por otro lado, nos hace valorar más la cantidad que la calidad, perdemos la espontaneidad en la comunicación, nos conformamos con flashes de información más que con documentación que forje una opinión nuestra, nueva y original, generada de un ejercicio reflexivo. Sabemos menos estar solos y crear solos, y no nos damos cuenta que cuanto más alimentamos la compañía de baja calidad (la que no nos aporta nada a medio y largo plazo), menos sabremos estarlo.
Por qué usamos Facebook: comparto, luego existo
El uso de Facebook tiene gran parte de su fundamento en un componente de comparación social, donde los usuarios observan el comportamiento de los demás y pueden compararlo con el suyo propio, generando sentimientos gratificantes cuando las comparaciones se inclinan favorablemente hacia uno mismo en relación con el resto (por ejemplo, tener un número considerable de“me gusta” en una foto o en un comentario propios, en comparación con el número de “me gusta” que consiguen los demás contactos). Así lo demostraba un grupo de científicos dirigidos por Dar Meshi, investigador postdoctoral de la Universidad Libre de Berlín, que reflejaba los estímulos cerebrales de 31 usuarios de Facebook. La investigación fue publicada en Frontiers in Human Neuroscience.
Desde una perspectiva evolutiva, la reputación nos importa porque indica que otros miembros de la comunidad pueden cooperar con nosotros, lo que nos puede proveer más recursos y esto a su vez incrementar nuestra calidad de vida y nuestras tasas de supervivencia. En otras palabras, ha sido la selección natural la que nos ha llevado a que nos importe nuestra reputación. Por tanto, estamos hablando de un factor motivacional, como lo son la comida o el dinero, y algunas fuentes de reputación las conforman las redes sociales, pues como afirma el científico Dar Meshi en su publicación, el resultado de nuestras diferencias individuales se basa en la investigación de otros y a través de redes como Facebook donde podemos compartir un status, aumentar el número de amigos u obtener un “me gusta”, incrementando con ello nuestra motivación cuanto más mejora nuestra reputación en comparación con las ganancias de reputación de los demás usuarios. Por este motivo no es de extrañar que Facebook sea uno de los gestores de la reputación online más utilizados en el mundo.
En cualquier caso, la transformación de la reputación real en la reputación online, o la nueva creación de una nueva gracias al poder de conservación de anonimato que estos medios ofrecen, genera consecuencias cualitativas observables en el individuo que no tienen por qué ser necesariamente positivas. Investigaciones recientes han revelado algunos efectos negativos de los medios sociales. Por ejemplo, Facebook interrumpe la productividad en las escuelas y reduce el promedio de calificaciones (Junco, 2011, 2012). Además, los informes de la adicción a Facebook han comenzado a surgir (Kuss y Griffiths, 2011).
Es necesario tomar en cuenta que el uso de facebook tiene distintos motivos y no únicamente el de la gestión de la reputación online, tal y como se ha indicado al principio. Pero, en cualquier caso parece claro que debemos ser siempre conscientes de la necesidad de un uso responsable y equilibrado de estos recursos para obtener el máximo de sus beneficios y no transformarlos en obstáculos, pues aunque las necesidades sociales y de reconocimiento son necesarias, no son más que un escalafón más entre otros tantos que no deberían ser perdidos de vista pues, parafraseando a Maslow, si sólo cuando tenemos satisfechas necesidades inferiores aspiramos a una necesidad jerárquicamente superior, sería una verdadera lástima enfrascarnos en las necesidades sociales y perdernos todo lo que de nosotros podemos obtener y que nos ayude a tener una vida más plena.
Cuando hablamos de bancarrota moral estamos haciendo alusión a un juego de palabras con el que se ha venido definiendo el status quo de entidades o instituciones financieras que, por estar desprovistas de moralidad y ética, han provocado (tanto por acciones como por omisiones) la Gran Recesión.
Según la revista Forbes, en boca de Nathan Lewis de Economía del Nuevo Mundo, el mejor sistema monetario del mundo fue el Sistema de patrón oro Mundial de los finales del Siglo XIX (1870 a 1914). El autor afirma que este sistema implantado entre 1880-1914 no produjo ningún tipo de “saldo” en la ” balanza de pagos” – en otras palabras, no había ni déficit, ni superávit. La inflación fue la más baja de la historia y no había “mecanismo de precios” pues, con todos los países básicamente con la misma moneda – el oro como patrón de valor – y también con fundamentos legales y reglamentarios normalizados por el gobierno imperial europeo, el comercio y la inversión internacional fue fácil.
El patrón oro se abandonó porque la obligación de canjear en oro limitaba la impresión del dinero en ocasiones en las que el gobierno consideraba conveniente imprimir más (ya fuera acertada o erróneamente). Desde entonces la historia de los sistemas monetarios internacionales podría sintetizarse de la siguiente forma:
La época del patrón oro (1870-1914)
El período de entreguerras (1918-1939)
El periodo tras la II Guerra Mundial durante el cual los Tipos de Cambio se fijaron según el acuerdo de Bretton Woods (1945-1973).
A partir de 1973: Tipos de Cambio flotantes. es un régimen en el que se permite que el valor de una divisa fluctúe respecto al valor de otras divisas de acuerdo al mercado de divisas.
Un divisa sujeta a régimen de tipo de cambio flotante es conocido como divisa flotante o flexible, en contraposición con el tipo de cambio fijo.
Durante el siglo XX, y ahora en el XXI, ningún banco central en el mundo ha sido capaz de igualar la época entre 1870 y 1914.
¿Existe un patrón superlativo al patrón oro?
En 1987, The Economist planteó que para el año 2017 debería haber una moneda mundial, por ejemplo el Fénix, con tipos de cambio en una banda estrecha para estabilizar los cambios entre las cinco divisas que en las próximas décadas tendrán economías con cuotas similares y podrán disputarse la hegemonía del Sistema Monetario Internacional (SMI) entre el dólar, el euro, el yen, el yuan, y la rupia. Podría decirse que esta propuesta, de ser posible, sería el superlativo actualizado más similar al sistema del patrón de oro.
¿Es posible?
Actualmente hay más de 5.000 sistemas de monedas locales, con lo cual es, cuanto menos, complicado. Incluso, hay sistemas como en Japón y Brasil que están lanzando 200 bancos de doble moneda: hay una moneda local y una moneda nacional. En Japón hay 700 sistemas, la mayoría para producto social, 480 que se usan para proveer servicios para los ancianos (teniendo en cuenta que es el país que envejece más rápidamente en el mundo, no parece tan mala medida) creando un dinero que se llama “unidad de relación cordial”. Es decir, la realidad es mucho más compleja desde la Época del Patrón Oro y crear un superlativo de este sistema, es harto complicado.
¿Qué patrón monetario universal sería fehaciente hoy día?
Son numerosas las teorías que replantean un nuevo sistema monetario y quizá no merece la pena mencionarlas todas, pero sí los denominadores comunes con más seguidores. A destacar los siguientes:
Abandonar la primacía del dólar estadounidense como moneda clave del sistema, por los desequilibrios internacionales que esta situación genera. Muchos expertos abogan por acabar con el lugar privilegiado otorgado al dólar para crear un sistema monetario internacional más neutral y equilibrado, que permitiera a todos los países financiar en régimen de igualdad sus déficits corrientes utilizando las mismas reglas. Una medida en este sentido, adoptada en la cumbre del FMI de 1967 en Río de Janeiro, fue la creación de los Derechos Especiales de Giro (DEG).
Restringir el poder internacional que ejerce el FMI, como causante de regresiones en la distribución del ingreso y perjuicios a las políticas sociales, especialmente, los condicionamientos que impone a los países en vías de desarrollo para el pago de su deuda o en otorgar nuevos préstamos. Problemática: la institución en sí no es el problema, pues resulta necesaria; el problema, es la mala gestión de las personas que la integran, pues siguen siendo necesarias funciones que se le atribuyeron al nacer como fomentar la cooperación monetaria internacional, facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional, fomentar la estabilidad cambiaria, coadyuvar a establecer un sistema multilateral de pagos y poner a disposición de los países miembros con dificultades de balanza de pagos (con las garantías adecuadas) los recursos de la institución. Si no es el FMI, otra entidad habrá de desempeñar este papel a nivel internacional.
Vincular el sistema monetario con la economía productiva o real. Tomemos como ejemplo una de las más importantes: los sistemas de moneda internacional basada en materias primas (teorías de J.M. Keynes, N. Kaldor, P. Mendès-France, o B. Lietaer). Problemática: todas ellas requieren de matizaciones importantes en la actual perspectiva de agotamiento de los recursos materiales y de acercamiento a los límites biofísicos del planeta, pues sobrevaloran la extracción (comercialización y venta) frente a la reposición de los recursos naturales (la elaboración, el valor del suelo agrícola y la agricultura), teniendo el primero mucho menor coste físico que el segundo, y generando un desequilibrio y fomentando la polarización social y territorial.
Retirar el poder de emisión de los bancos. Numerosos expertos han tratado de defender esta postura, sobre la que constantemente surgen variantes que la defienden y que adquieren numerosos seguidores (es el caso de Positive Money, de Ben Dyson, muy aclamada por su buen marketing pero que realmente no aporta nada nuevo). Problemática: lamentablemente se dice que el poder lo tienen los dueños del capital y efectivamente es por eso por lo que el poder financiero ha podido hacer lo que ha querido sin que las corrientes en contra hayan sido capaces de centralizarse en una misma fuerza para ganar seguidores. Este es el caso de corrientes o campañas como Positive Money, Bank Run 2010, Moveyourmoney Campaing, o BitCoin (primera criptodivisa descentralizada). Muchas medidas que aboguen por lo mismo supone una ventaja para mantener el sistema bancario actual, pues descentralizan fuerzas en pro de ganar sus propios seguidores, y en contra de conseguir lo que estas mismas campañas abogan. No existe por tanto una centralización a favor de esta medida que pueda hacer factible esta necesidad.
Alternativas diferentes al dinero. Merecedoras de mención, este es el caso de las comunidades de trabajo asociado como por ejemplo Sinergia 360, una cooperativa de trabajo asociado que ha creado su propia moneda. Problemática: aunque ha tenido mucho éxito en muchos colectivos minoritarios, para la mayoría esta no es una opción pues el derecho de usufructo ha quedado muy arraigado tras la implantación del sistema capitalista.
Homogeneización del sistema monetario internacional – heterogeneización del sistema monetario local. En esta interesante tendencia lo que se defiende es que hay que crear enlaces entre usos no utilizados y necesidades que no están cubiertas por el dinero como lo conocemos hoy en día. Según Bernard Lietaer, la idea de tener una sola moneda para hacer todo lo que necesitamos en una sociedad es una idea que ya no vale. Todas las monedas nacionales tienen la misma estructura, el mismo proceso de creación, es el proceso de creación de moneda a través de deudas bancarias y los bancos son todos similares. Es eficiente en volumen, pero es inestable. Un buen ejemplo es Suiza, donde hay dos monedas desde hace 75 años: las empresas utilizan una moneda entre ellas para identificar crédito y débito entre ellas y ninguna tiene relación con los bancos (uno de los grandes secretos de la estabilidad económica de Suiza). Problemática: La descentralización de un sistema monetario, implicaría también la descentralización de impuestos, y los altos niveles de corrupción en el poder hoy día prohíben crear otro tipo de monedas por este motivo, fundamentalmente.
¿Quiere decir esto que no hay alternativas?
A la pregunta de qué sistema monetario es el mejor hoy día, la respuesta es que no se puede conocer si una alternativa es viable a priori, pues no se puede saber que lo que se proponga será factible sin conocerlo ni experimentarlo.
Pero el desarrollo desmesurado del mundo de las finanzas y la desvinculación cada vez mayor de la economía financiera de la “economía real” y de la economía biofísica (que es el coste ecológico y termodinámico de un sistema económico no sustentable), dibujan un horizonte planetario alarmante de crisis especulativas, de desigualdad y deterioro ecológico crecientes. Por tanto, un sistema monetario que sea capaz de generar un desarrollo sustentable es sin duda la meta más aclamada, y los obstáculos para llegar a ella no son ni gobiernos, ni bancos, sino mucho más poderosos: nosotros mismos.
Una propuesta interesante a destacar, es la creación de una moneda de reserva internacional que sustituya al dólar, defendida por Joseph Stiglitz. Sin embargo la historia ha demostrado que “sin base social suficiente no hay sociedad que pueda existir de forma duradera, por muy atractiva que sea en apariencia” (Tablas, 2007), de lo que se deduce que necesariamente el cambio tiene que estar dirigido o, al menos, apoyado por un espectro suficientemente grande de personas. Un buen ejemplo para conseguir esto sería la fusión de todas las corrientes, asociaciones y movimientos con fundamentos de base comunes para que, en lugar de diversificarse y descentralizarse más, identifiquen y analicen las áreas de oportunidad entre todas ellas, generando alianzas y una relación de retroalimentación y crecimiento entre todas.
Cuando el grado de igualdad de género por países nos muestra una brecha similar a la existente entre países ricos y pobres, no se trata de una casualidad. ¿Existe una relación entre igualdad de sexos y riqueza de un país? Hoy te lo explicamos.
2011 se caracterizó por ser un año lleno de levantamientos de un alcance y repercusión a nivel mundial. La reacción en cadena del Occupy Movement y la Primavera Árabe partió de una misma petición: justicia, igualdad y participación ciudadana.
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