La aparición de un movimiento
En un momento en que el gobierno mexicano desea demostrar al mundo que su sistema político está en buen camino, el movimiento social “yo soy 132” ha surgido espontáneamente, llamando la atención a las numerosas injusticias prevalecientes en la sociedad mexicana. Tras acoger la cumbre del G20, que tuvo lugar el pasado 17 de junio, y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales que tendrán lugar este domingo 1 de julio, los oficiales mexicanos están determinados a demostrar que tienen todo bajo control y que el desarrollo económico del país debería dar envidia a muchos países europeos y desarrollados que están hundidos en la crisis financiera.
Sin embargo, estas últimas semanas apareció un movimiento de origen estudiantil que ha desafiado el status quo. El origen se remonta al pasado 11 de mayo, con motivo de una visita del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, a la universidad Iberoamericana, donde encontró una fuerte oposición estudiantil, que le obligó a acabar la visita antes de tiempo y a abandonar el recinto entre abucheos por parte de un colectivo de estudiantes. El PRI, atribuyó los hechos a un grupo pequeño de personas que no pertenecían a la Ibero y que, aseguraron, eran simpatizantes de otro candidato, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, amenazando con investigar a los jóvenes que habían participado en las protestas. 131 estudiantes de la Ibero respondieron a estas acusaciones colgando un video en las redes sociales donde enseñan su carnet de estudiante de la universidad y aseguran haberse manifestado de forma libre y sin aceptar influencia de otros partidos. En cuestión de momentos, el video se hizo viral.
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Los resultados fueron instantáneos, con personas de todas partes del país respondiendo de forma anónima vía Twitter y Facebook reclamando “yo soy 132”. El inmediato apoyo popular al movimiento, que se ha declarado anti-neoliberal, no violento y horizontal (lo que ha llevado a algunos a compararlo con los movimientos Occupy Wall Street y el de los Indignados de España) está poniendo a prueba la legitimidad de la élite gobernante mexicana. Sólo un par de semanas antes de las elecciones presidenciales, en lo que ha sido llamado la primavera mexicana, la visibilidad del movimiento “yo soy 132” está transformando de forma radical la opinión pública del país y llevando a muchos a especular sobre la manera en que el movimiento afectará el futuro inmediato del país y de las elecciones.
Las metas de la nueva cara política mexicana
Los objetivos del movimiento son claros. No quieren permitir la imposición de un candidato presidencial desde arriba. Según los representantes del “yo soy 132”, la oligarquía del país tiene demasiada capacidad para instaurar a sus candidatos políticos preferidos. Los miembros del movimiento piensan que el fraude electoral es inminente ante la posible derrota del candidato de PRI, y piensan que los medios de comunicación cooperarán para cubrir el fraude.
A pesar de su nacimiento y expansión durante la campaña electoral, “yo soy 132” pretende ir más allá de las elecciones y cambiar la sociedad mexicana fundamentalmente a través de su lucha por la justicia social. “Yo soy 132” ha conseguido poner de relieve los graves problemas sociales, económicos, educativos, ambientales y culturales a los que se enfrenta el país de una manera sin precedentes, a través de su llamamiento para el fin de un sistema que ha dejado a la mayoría de la población mexicana marginada.
Los jóvenes también cuestionan el vínculo entre la cadena Televisa y el candidato presidencial del PRI Enrique Peña Nieto. Televisa y Televisión Azteca concentran, según distintos especialistas, el 99 % de la audiencia de televisión abierta, el 88% de las concesiones de televisión abierta y 58% del total de la inversión publicitaria en México.
“Yo Soy 132” en el contexto electoral
Este año los candidatos para las elecciones presidenciales del 1 de julio, son Josefina Vázquez Mota del partido PAN (Partido Acción Nacional, el partido del actual presidente Felipe Calderón, que está apoyando a Vázquez Mota como la primera mujer candidata de un partido importante en la historia del país), Enrique Peña Nieto, del citado partido PRI, y Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Progresista. Sin embargo, ninguno de estos candidatos tiene el apoyo del movimiento “yo soy 132”, que se declara no partidista, y lanza su apoyo a la unidad de todos los ciudadanos a favor de la justicia y el cambio. Esta posición apartidista no es sorprendente, teniendo en cuenta que las encuestas electorales han demostrado una falta de confianza en los candidatos presidenciales, demostrando que la población mexicana ha perdido la fe en el sistema democrático, ya que piensa que no funciona a su favor.
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Uno de los actos más significativos, a la par que inédito, fue el debate electoral organizado por el movimiento, que consiguió reunir a tres de los cuatro candidatos principales, Josefina Vázquez Mota (PAN), Andrés Manuel López Obrador (MP) y Gabriel Quadri (PNA), y que tuvo como gran ausente al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. El debate fue transmitido por You Tube y la estación de radio donde se gestó el movimiento, la jesuita y elitista Universidad Iberoamericana.
Muchos analistas creen que el némesis del movimiento, Peña Nieto, está a punto de ganar las elecciones. Eso es aún más probable considerando que su partido ganó todas las elecciones presidenciales desde el 1929 a 1982 por un porcentaje promedio del 70%. Estos márgenes imposibles han transformado al PRI en un símbolo de la corrupción y el fraude electoral. A pesar de quien gane, parece que el movimiento “yo soy 132” sigue sumando fuerzas para exigir al nuevo gobierno que resuelva algunos de los problemas más importantes del país, como la brecha desmesurada entre la población pobre y la rica, el narcotráfico, que ha reclamado 60.000 vidas, y la corrupción política extendida.
Apoyos al movimiento
Numerosas personalidades del mundo del espectáculo y la cultura mexicana se han sumado al movimiento. Actores como Gael García Bernal, Irene Azuela, Ana de la Reguera, Bruno Bichir, Maya Zapata, Vanessa Bauche, Damián Alcázar y Héctor Suárez Gomis colgaron en Twitter mensajes de apoyo como “Somos más de 131, yo soy 132″, “¡Qué vivan los estudiantes!” o “El verdadero y gran cambio en México empezó en Mayo del 2012 con 131 valientes estudiantes”.
Cantantes como Natalia Lafourcade fueron más allá y participaron directamente en la marcha que reunió a más de 15.000 personas en el centro de DF el pasado viernes para reclamar la democratización de la comunicación en México. Otro cantante, René Pérez, líder del grupo Calle 13, aprovechó un concierto en la capital mexicana para dar su apoyo al movimiento, pintándose en la espalda el mensaje “yo soy 132”.
Los cineastas mexicanos Yulena Olaizola y Rubén Imaz, también apoyaron al movimiento y contribuyeron a darle visibilidad mostrando un cartel del “yo soy 132” durante su paso por la alfombra roja del Festival de Cannes, donde fueron a presentar el film Post Tenebras Lux, de Carlos Reynaga.
Nuevas formas de hacer política
El movimiento “yo soy 132” ha aparecido en un momento histórico en que miles de personas en casi todos los países del mundo se están movilizando en contra de la injusticia del sistema financiero, reclamando el cambio y llamando muchísima atención mediática. El movimiento de los Indignados de España, la Primavera Árabe y el movimiento Occupy han tendido un impacto importante en otros movimientos sociales en cientos de países. La combinación de esta coyuntura política con los nuevos medios de comunicación que facilitan la extensión de información a un nivel sin precedente, inspira a movimientos como el “yo soy 132” a tratar de cambiar la forma de hacer política. Considerando el alto nivel de apoyo popular al movimiento y su capacidad de difundir información a través de internet en cuestión de momentos, “yo soy 132” tiene el potencial de cambiar la política mexicana tal y como la conocemos. Las próximas semanas serán claves para determinar los próximos pasos del movimiento y su influencia sobre las tendencias electorales y políticas.
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