2011 se caracterizó por ser un año lleno de levantamientos de un alcance y repercusión a nivel mundial. La reacción en cadena del Occupy Movement y la Primavera Árabe partió de una misma petición: justicia, igualdad y participación ciudadana.
2011 se caracterizó por ser un año lleno de levantamientos de un alcance y repercusión a nivel mundial. La reacción en cadena del Occupy Movement y la Primavera Árabe partió de una misma petición: justicia, igualdad y participación ciudadana.
México está viviendo una campaña electoral sin precedentes. Un nuevo actor ha entrado de lleno en campaña y amenaza con quedarse más allá del 1 de julio. “Yo soy 132” es un movimiento estudiantil que se está expandiendo con fuerza entre la ciudadanía mexicana, y que pide alto y claro un cambio a la élite política y económica del país.
Inspirados por la Primavera Árabe, empujados por un contexto económico dramático y con el asamblearismo y la desobediencia social pacífica como modus operandi centenares de personas decidieron "ocupar" el corazón financiero del mundo: Wall Street. ¿Las claves del éxito? Un contexto económico crítico, acompañado de un sentimiento de indignación que traspasa ideologías políticas, clases sociales y fronteras, y un catalizador: internet y las redes sociales.
Ayer, 15 de octubre, el mundo presenció un movimiento global de la sociedad civil como hacía tiempo que no tenía lugar. Cientos de miles de ciudadanos "indignados" de un total de 951 ciudades de 82 países diferentes, salieron a la calle para protesta en contra de un sistema que "oprime a los ciudadanos" y que "presta más atención a los mercados financieros que a los propios ciudadanos".
Los manifestantes neoyorquinos comparan el parque Zucotti con la plaza Tahrir. En términos generales, podríamos decir que los que salieron a las calles árabes para pedir la caída de sus dictadores querían libertad y el derecho a decidir quién les representa. En las calles españolas se escuchaba “No nos representan”. Los protagonistas de la primavera árabe quieren democracia. Europeos y estadounidenses ya la tienen, pero la democracia parece haber perdido el significado para ellos.