En los últimos años el crecimiento económico y armamentístico chino ha llamado la atención de la prensa mundial.
China es el mayor exportador del mundo.
El yuan ya es aceptado como moneda de pago en países como Mongolia, Pakistán, Tailandia o Vietnam.
La relación entre Estados Unidos y China desde hace años es definida como un “compañerismo constructivo”.
Estados Unidos ha sido el actor dominante en el escenario económico internacional durante las últimas décadas. Desde el fin de la Guerra Fría, e incluso antes, su poder ha sido tan importante que apenas ha necesitado alianzas económicas con algún otro país. Pero hoy en día, y después de una recesión de la que parece aún no se ha recuperado, algunas voces especializadas se preguntan si el hecho de no formar alianza económica alguna seguirá funcionando, teniendo en cuenta que actores principales como China y Rusia, actuales potencias en oriente, han logrado un crecimiento importante en sus economías en la última década.
Los grandes de Asia
2014 será un año fructífero para las relaciones de China y Rusia. Entre tanto, los focos internacionales están muy atentos a los movimientos armamentísticos que han venido realizando ambos países. Rusia ha desplegado parte de su ejército en el océano Ártico en un intento de dominar la región para controlar futuros yacimientos de petróleo y gas. Tampoco ha pasado desapercibida la instalación de sistemas de misiles Iskander en el oeste de Rusia como respuesta al escudo antimisiles que la OTAN desarrolla en Europa.
Por su parte, China ha establecido una línea de defensa y vigilancia aérea en las líneas fronterizas con un área de islas en disputa con Japón, haciendo notar su presencia en el océano Pacífico. Cualquiera podría decir que estas maniobras constituyen un tipo de advertencia hacia el mundo con un mensaje claro: “nuestro poder militar es fuerte”.
Sin duda estos acontecimientos dibujan un escenario internacional diferente. Estados Unidos se ve ante el reto de hacer frente a Rusia en el Ártico y Europa, y a China en Asia. Y algunos expertos creen insostenible que EE.UU. se involucre en más conflictos de los que ya está inmerso, por lo que debería optar por un cambio de estrategia.
La presencia de China en la Luna es otra señal del crecimiento del gigante asiático. Su principal misión es la búsqueda de recursos naturales, así como la recogida de muestras de suelo lunar para su estudio y uso en la tierra. No obstante, a largo plazo, China pretende establecer una base espacial lunar permanente y establecer misiones tripuladas para el año 2025. Puede sonar muy ambicioso, pero todo esto puede ser posible con la tecnología suficiente y bien empleada. Por el momento, el fallo técnico que ha sufrido recientemente “Yutu”, el robot rodante enviado a la Luna, parece que ha sido subsanado y podrá continuar con su misión original.
El hecho de que este país se interese por hacer grandes contribuciones a la ciencia reducirá la brecha tecnológica con respecto a Estados Unidos. China siempre ha estado muy aislado en temas internacionales, y a pesar de su gran peso económico, no suele ser un país en el cual los mayores descubrimientos sean impulsados desde el mismo gobierno. Todo puede cambiar, puesto que cada vez son más los intentos que hace por desplazar a Estados Unidos como principal fuente de innovación tecnológica.
China en números
Lo que en realidad vale la pena destacar es el crecimiento económico de China desde que Estados Unidos entró en recesión en el 2008. Las transacciones fronterizas chinas en yuan (la moneda china) durante 2010 fueron de 78.000 millones de dólares, y a finales del 2011 fue de 220.000 millones, el equivalente al 7% de su comercio total.
Uno de los factores de tal crecimiento en la economía China es que unas 70.000 compañías están tomando la delantera haciendo negocios en otros países con su misma moneda, evitando así los costos y riesgos de la conversión a otras monedas, y haciendo a China el principal exportador de bienes a nivel mundial. Esto permite formar una estructura para permitir que el yuan sea usado como vehículo para las inversiones internacionales, pues el Banco Popular de China provee de yuan a otros bancos centrales extranjeros a cambio de sus monedas locales.
El presidente de China, Xi Jinping, ha declarado que tiene intenciones de convertir Shanghái, una de las más importantes ciudades de su territorio, en uno de los principales centros financieros internacionales en el año 2020. Si esta estrategia prevé un crecimiento significativo en la cantidad de negocios financieros podría decirse que el objetivo es alcanzable, pero China tendrá que eliminar muchas restricciones que todavía lastran la entrada y salida de moneda extranjera.
Las maniobras de China para extender el uso internacional de su moneda pueden tener como objetivo desplazar al dólar de su posición dominante. Hasta el momento el Banco Popular de China ha firmado diferentes acuerdos de intercambio de divisas por valor de 3 billones de yuanes (3 millones de millones) con 20 naciones y regiones como Hong Kong, Europa (a través del Banco Central Europeo), Rusia, Irán, Angola, Venezuela, Australia, Brasil o Singapur.
También llama la atención el espectacular aumento de la compra de oro a partir de 2008. Al ritmo de compra actual por parte de China, podría igualar las reservas estadounidenses en 10 años, con lo que además pretende conseguir un yuan totalmente respaldado por el oro.
La realidad
China está creciendo a una rapidez difícil de igualar. Sin embargo, sus mercados financieros permanecen subdesarrollados. Por ejemplo, su mercado de bonos “es como un niño comparado con el de otras naciones”, en palabras de Jing Wang, experto en inversiones, y expresa su preocupación por su alta volatilidad y su escasa transparencia.
Aunque muchos expertos en el tema indiquen que el yuan puede desplazar al dólar de la misma manera que anteriormente el dólar desplazó a la libra esterlina como principal divisa internacional, es importante mencionar que se necesita una madurez financiera que sólo la experiencia puede obtener, la cual China no posee.
El crecimiento de China será más lento de lo predicho por Xi Jinping, y tiene que demostrar que el yuan es un digno competidor ante divisas como el euro, el yen japonés, el franco suizo o la libra esterlina.
Es muy pronto para hablar de un desplazamiento en su hegemonía pero es importante reconocer que si la economía de Estados Unidos sigue estancada podría verse seriamente afectada en algunos años. Una reinvención de la estrategia norteamericana, con una proyección menos imperialista de los asuntos globales, podría servir de mucho en el ámbito económico, pero por el momento no hay mucho que temer.
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