Más de mil jóvenes marchaban por la paz, el trabajo y la democracia en la capital de Turquía, Ankara, el pasado 10 de octubre en protesta contra el actual gobierno. En ese momento se produjeron dos detonaciones en cercanías de la estación central de trenes, dejando como saldo 96 muertos, 186 heridos y un clima de terror en el país. Estas son las claves de la inesperada masacre.
Las elecciones del próximo 1 de noviembre son las segundas que vive Turquía en menos de 6 meses. Con el auge de la HDP, formación pro-kurda, e incapaz de conseguir apoyos para que su partido forme gobierno, el presidente Erdogan ha convocado los comicios para conseguir una mayoría absoluta que le permita seguir con su proyecto de reforma de la Constitución; algo que se prevé difícil en un contexto de máxima tensión nacional.
Turquía se ha unido finalmente a la lucha contra el ISIS pero ¿es realmente ese el propósito del gobierno de Erdogan?, ¿por qué ha esperado tanto a iniciar estos ataques? Desde la CIA hasta la OTAN pasando por cualquier gobierno del mundo, la teoría de la elección racional explica el comportamiento calculado de estos actores.
En abril de este año, se cumplen 100 años del genocidio armenio, un evento poco conocido de la historia del siglo XX, en el que murieron entre un millón y medio y dos millones de personas a manos del Imperio Otomano.
En los últimos años se han catapultado el número de estados que se convierten en totalitarios. El autoritarismo moderno parece estar muriendo para reconvertirse al estilo de las dictaduras del siglo XX y la Guerra Fría. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Están fallando los ideales democráticos? ¿O son los sistemas autoritarios cada vez más débiles?
En 2005 España presentó su candidatura para el período 2015-2016, cuya votación tendrá lugar este mes durante el 69º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU.
Desde del punto de vista de las relaciones internacionales contemporáneas, Oriente Medio se presenta como un punto geográfico de especial interés. Su gran diversidad étnica y religiosa muchas veces provoca tensiones políticas que derivan en largos conflictos armados. Uno de los conflictos regionales más paradigmáticos es el del Kurdistán, caracterizado por la reclamación, por parte del pueblo kurdo, de plena soberanía de esta región respecto de los Estados en los que se encuentra dividida –Turquía, Siria, Irak, Irán y Armenia.
Sin embargo, aunque el pueblo kurdo comparta un mismo objetivo –la independencia de su región–, sus reclamaciones políticas no se encuentran coordinadas sino que se han estatalizado. En este sentido, si bien el caso más conocido es el de la lucha entre las fuerzas del Kurdistán turco y Turquía, aquella región con un estado más avanzado de soberanía política es el Kurdistán iraquí.
Este hecho se ha visto potenciado ante la ofensiva del grupo terrorista yihadista del Estado Islámico de Irak y Siria (en adelante ISIS, por sus siglas en inglés), llevada a cabo en junio de 2014. Aprovechando la desestabilización en el territorio iraquí y la debilidad del gobierno y las fuerzas armadas de Irak, el Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) –gobierno de la región autónoma kurda de Irak– ha llevado a cabo una ofensiva militar y política que puede llevar a la región a conseguir su objetivo último: la plena independencia.
El conflicto histórico en el Kurdistán iraquí
A lo largo de los años, los kurdos iraquíes han mantenido una política de alianzas variables, uniéndose a diversos actores políticos regionales, con el doble objetivo de ganar autonomía o disminuir las capacidades del gobierno central iraquí. En esta línea, el pueblo kurdo de Irak ha realizado pactos con agentes tan diversos como el Imperio Otomano, Israel, Irán o Estados Unidos.
No obstante, aun existiendo esta variabilidad, podemos distinguir tres grandes períodos en el conflicto kurdo-iraquí y cuatro grandes ejes permanentes que estructuran la conflictividad.
En referencia a esto último, podemos observar que este conflicto posee los siguientes elementos claves: la tensión étnica entre árabes, turcos y kurdos; la tendencia al islamismo suní moderado del pueblo kurdo, que lo ha enfrentado a los chiitas del resto del estado iraquí y a los sunitas radicales representados regionalmente por la organización Ansar al-Islam, vinculada a al-Qaeda; la lucha por las ciudades de Erbil, que representa un nexo en la ruta comercial que une Bagdad con Mosul, y Kirkuk, capital cultural del Kurdistán iraquí; y la competencia, de carácter económico, por el control del área de Kirkuk, dónde se encuentran campos petrolíferos con unas reservas estimadas de 8’5 billones de barriles de crudo.
Por otro lado, analizando la evolución temporal, se pueden distinguir tres grandes fases en el conflicto:
La fase inicial (1918-1961) caracterizada por la constitución de los peshmerga como una guerrilla kurda liderada por el clan Barzani en el Kurdistán iraquí –con Mahmud Barzani al frente– y por las primeras revueltas independentistas;
El período de conflictividad extrema (1961-2003) en el que se producen las grandes guerras de las fuerzas peshmerga –organizadas ya como un ejército– contra Irak y en el que el pueblo kurdo es ampliamente castigado por el gobierno de Saddam Hussein, perpetrador del genocidio kurdo de al-Anfal y de una política de arabización que incluyó el desplazamiento forzoso de kurdos fuera del área de Kirkuk;
La era dorada del Kurdistán iraquí (2003-actualidad), caracterizada por el apoyo del pueblo kurdo a Estados Unidos durante la invasión de Irak, lo que les permite controlar, en gran medida, las áreas de Mosul y Kirkuk, y da la posibilidad a los peshmerga de oficializarse como un ejército regular, recibiendo mejor armamento y entrenamiento directo por parte de las tropas estadounidenses. Además, se produce un hecho clave: el reconocimiento de una autonomía regional dentro de Irak bajo mando del Gobierno Regional del Kurdistán, liderado por Masud Barzani.
La racionalidad de la situación actual
Si bien es cierto que hechos anteriores como el establecimiento de una zona de exclusión aérea en el territorio kurdo durante la Primera Guerra del Golfo ya representaron un gran avance para la causa de este pueblo, la regularización de un gobierno autónomo en el Kurdistán iraquí fue vista por su población como la liberación regional definitiva. Sin embargo, la crisis generada por el ataque del ISIS a Irak da la oportunidad al Kurdistán iraquí de conseguir una soberanía total. De tal manera, a principios de julio de este mismo año, Masud Barzani declaró la intención de celebrar un referéndum independentista en cuestión de meses.
Pero ¿cómo se puede entender racionalmente esta nueva situación? Los análisis basados en el modelo de elección racional intentan explicar el por qué del comportamiento de un actor en una situación concreta teniendo en cuenta sus objetivos estratégicos. Es decir, asumiendo que todos los actores que interaccionan en un marco estratégico quieren conseguir sus propios objetivos y que conocen las decisiones tomadas o esperables de los demás actores, puede analizarse cuál es el modo de actuación más racional para cada uno de ellos.
En este sentido, lo que ha hecho la ofensiva del ISIS ha sido modificar el marco estratégico en el que operan todos los actores con capacidad para favorecer o evitar la independencia kurda. En primer lugar, Estados Unidos tiene como objetivo estabilizar el nuevo gobierno iraquí tras la marcha de sus tropas del país. El avance de este grupo no sólo pone en peligro dicho objetivo sino que ataca los intereses claves de la política exterior norteamericana des del 11-S, en tanto que crea un territorio de fomento del terrorismo islamista con capacidad de financiación a través de los campos petrolíferos del norte del país. De tal manera, teniendo en cuenta que Washington no se arriesgará a desplegar, nuevamente, tropas sobre el terreno, sólo puede utilizar actores regionales para frenar el avance del ISIS; de entre los cuáles, el Kurdistán iraquí parece ser el mejor agente del que puede disponer EUA para cumplir su objetivo de pacificar la zona.
Dada la inoperancia demostrada del gobierno iraquí de al-Maliki y sus tropas, y teniendo en cuenta que una intervención iraní – sobre la cual se ha especulado mucho – sería contraproducente porque daría a Irán más poder en las negociaciones nucleares de Ginebra, EUA sólo puede contar con los peshmerga para contener a los yihadistas y evitar, al menos, que se hagan con el control del crudo iraquí. Además, Arabia Saudí no toleraría la mediación iraní para acabar con el ISIS, ya que esto representaría una amenaza para su hegemonía regional; de tal manera que Riad podría responder relajando la vigilancia y presión sobre sus redes nacionales de financiación de yihadistas o amenazando con provocar fluctuaciones drásticas en el precio del crudo, como ya ha hecho en ocasiones anteriores.
Por otro lado, la debilidad iraquí ha sido aprovechada por Barzani para capturar las provincias en disputa con Irak, entre las cuáles se encuentra Kirkuk y toda su área petrolífera. Tal y como expuso el Ministro de Defensa del GRK “todos los territorios kurdos están ahora bajo control de las fuerzas kurdas”. Teniendo en cuenta que ya anteriormente, tanto Turquía como Israel, habían comerciado, sin el consentimiento del gobierno iraquí, con el crudo del Kurdistán a través del puerto turco de Ceyhan; la captura de estos bastos campos petrolíferos da una nueva baza negociadora al GRK. En este sentido, tanto turcos como israelitas, priorizando sus necesidades energéticas, ya han dado muestras de consentimiento ante un eventual referéndum soberanista en la región.
En conclusión, la ofensiva de los peshmerga sobre las provincias en disputa y la decisión de Barzani y el GRK de dar el paso definitivo hacia la independencia son gestos racionales teniendo en cuenta los objetivos kurdos y el nuevo marco estratégico surgido de la inestabilidad causada por el avance del ISIS. Un marco que ha hecho del Kurdistán iraquí el único frente de contención viable, a corto plazo, del yihadismo suní y que ha convertido la región en un importante enclave energético.
En palabras de Steven Cook, del Council on Foreign Relations, “la caótica disolución de Irak ha creado un ambiente propicio para un Kurdistán independiente”.
Los países MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) sustituyen a los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) como grandes promesas económicas. Te explicamos cuáles son las razones.
Ayer, 5 de noviembre, la Unión Europea y Turquía volvieron a abrir el proceso de negociaciones tras tres años de bloqueo. Durante este tiempo, mucho se ha hablado y escrito sobre la posibilidad de que Turquía acabe dejando de lado su deseo tan largamente perseguido de ser miembro de la Unión Europea para dedicarse de pleno a un nuevo y ambicioso proyecto con vistas a Oriente Medio y Asia. Pero, ¿está realmente Turquía dividida entre los partidarios de la integración europea y los que prefieren evocar el pasado otomano? ¿Es la nueva política exterior llevada a cabo por el gobierno del AKP compatible con su candidatura europea?
Un largo proceso de negociaciones
De algún modo, la paciencia turca con la Unión Europea parecía haber llegado a su límite. Y no es de extrañar, ya que la historia de las relaciones y negociaciones entre ambos es bastante extensa en el tiempo. En 1963 se firma el acuerdo de Ankara que establece el objetivo de su adhesión a largo plazo, posteriormente se solicita formalmente su plena integración en la UE y, a pesar de cumplir con los criterios de Copenhague, las negociaciones quedaron paralizadas debido a la no resolución del conflicto de Chipre. Durante estos 50 años, Turquía ha cambiado de forma notable tanto en el campo político como en el económico, siendo uno de los países del continente europeo con mayor crecimiento, pero parece ser que la oposición francesa y alemana a su incorporación ha pesado más que todas estas mejoras.
“Cero problemas con los vecinos”
En 2009, Ahmet Davutoğlu se convierte en ministro de Asuntos Exteriores y en principal arquitecto de la nueva política exterior impulsada por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) actualmente en el poder. Aunque en realidad, esta política exterior neutral -también llamada política de “cero problemas con los vecinos”- no se trata de algo completamente nuevo, si no que ya fue llevada a cabo por el considerado por muchos como padre de la actual República turca, Mustafa Kemal, el cual firmó una serie de pactos con los Balcanes, Irán, Iraq, Afganistán,… Pero posteriormente, durante la Guerra Fría, Turquía se acaba decantando por el bloque occidental y entra en la OTAN con el objetivo de no encontrarse sola delante de la poderosa Rusia. Todo ello sumado al hecho de ser el primer país musulmán en reconocer el estado de Israel, hizo que durante unos años Turquía se encontrara de algún modo aislada en sus relaciones con Oriente Medio ya que se le consideraba el “caballo de Troya” de los americanos en la región.
Por todo ello, Davutoğlu ha pretendido desarrollar una nueva visión de la política exterior que presente a Turquía como un país central en la política global con su propia área de influencia en su vecindad más inmediata -e incluso más allá de ella- dejando de lado su papel de “país puente” con el que se le caracterizaba normalmente. Aunque esta nueva política exterior, basada en los principios de “cero problemas” y de multidimensionalidad, en realidad ha resultado no ser tan idílica como aparentaba ser en un primer momento. Turquía fue definida como un actor capacitado para dialogar con todos, pero es precisamente esto lo que ha conllevado los mayores problemas en la actualidad, ya que es muy difícil poder complacer a todos sin que ello conlleve problemas con la otra parte. A pesar de sus mejoras en las relaciones con Grecia, los conflictos a causa del Mar Egeo persisten, por no hablar del siempre presente conflicto con Chipre, una de las principales desavenencias con la Unión Europea. Además, su intento de mejorar las relaciones con Armenia se congeló después de los males entendidos que se produjeron durante la firma del protocolo de Zurich y la firma de un contrato petrolero con la Región Autónoma Kurda Iraquí hizo que las relaciones con Bagdad empeoraran sustancialmente.
Neootomanismo Vs. Kemalismo
A pesar de todo ello, una de las principales dificultades que hacen que esta nueva política exterior no sea compatible con la candidatura europea se basa en desavenencias internas entre los propios turcos reflejadas en dos tendencias muy distintas: el neootomanismo y el kemalismo. Parece ser que el país se encuentra polarizado entre su identidad musulmana, secular y nacional, y la orientación de su política exterior puede ser víctima de estos factores opuestos internos. El neootomanismo que predica el AKP está dispuesto a reconciliarse en cierto modo con el legado musulmán y otomano de Turquía abriendo la puerta a un estado más multiétnico y cosmopolita unido gracias al factor común del Islam. Esta mentalidad más flexible le proporcionaría una sensación de grandeza y de mayor seguridad con mayores posibilidades de integrarse en la UE ya que, entre cosas, no vería, por ejemplo, a la identidad nacional kurda como una amenaza. En cambio, los kemalistas consideran esta visión como algo completamente irrealista y peligroso para los intereses nacionales turcos por el hecho de alejarse de los principios republicanos en cuestiones como el reconocimiento de los kurdos y su política exterior da mucho más valor a la estabilidad que al cambio. Uno de los principales objetivos del neootomanismo es el acercamiento a Occidente, mientras que el sector kemalista siempre ha planteado más problemas en este sentido considerando a Washington y la UE como los principales intercesores del nacionalismo kurdo. La UE aboga por el reconocimiento de las minorías kurdas a la vez que parece que EE.UU. se ha convertido en el mejor amigo de los kurdos iraquíes, esta preocupación por el apoyo occidental a la causa kurda hace que este sector se aleje cada día más del deseo de una posible adhesión a la UE. Además, los kemalistas parecen estar igual de preocupados por el apoyo occidental al islamismo moderado del AKP –aunque él mismo se define como “conservador”-, el cual consideran un peligroso movimiento islamista respaldado por potencias ingenuas que creen que este modelo servirá para los demás países de la región después de las revoluciones árabes. Por todo ello, creo que para que Turquía pueda colaborar de forma constructiva y decidir si decide continuar adelante con su candidatura a la UE, necesitaría primero una reconciliación interna entre estos dos puntos de vista, tanto en su política nacional como en la internacional.
Culturas sólidas Vs. culturas líquidas
Otra de las posibles dificultades con las que se encontraría Turquía en su posible candidatura recae en el hecho de pertenecer a una cultura sólida. Los planteamientos del sociólogo polaco Zygmunt Bauman en sus obras “Múltiples culturas, una sola humanidad” y “El arte de la vida” podrían servir perfectamente para definir este concepto. En ellas se teoriza el concepto de modernidad haciendo distinción entre “modernidad líquida” y “modernidad sólida” y, aun con ciertas diferenciaciones, podría aplicarse también al campo de las culturas. Por un lado, nos encontraríamos con las culturas sólidas, denominadas también originales en términos occidentales. Este tipo de cultura irradia un fuerte dinamismo hacia el exterior e influye de una manera contundente en el resto de culturas, especialmente en aquellas que se encuentran en proceso de construcción por diversas razones y que podríamos llamar culturas líquidas. Como consecuencia, estas últimas se convierten en receptoras de la influencia exterior irradiada por las culturas sólidas. Actualmente, Turquía puede considerarse como una cultura sólida debido principalmente a su calidad de heredera del Imperio Otomano, su matriz civilizadora, la consagración de su actual régimen democrático que puede convertirse en ejemplo a seguir para sus vecinos y el elevado índice de crecimiento económico llevado a cabo en los últimos años. Por todo ello, creo que esta condición de “cultura sólida” es lo que podría dificultar en cierto modo su compatibilidad con las exigencias que supondría su hipotético ingreso en la Unión Europea y su adaptación a otra cultura sólida como la europea podría convertir el proceso en un tira y afloja de nunca acabar entre ambos.
Y ahora, ¿cuál es el camino a seguir?
Sin duda, el AKP ha desarrollado un discurso abogando claramente a su intención de adherirse a la UE y ha realizado importantes cambios en su camino hacia la democratización. Pero aun así, sigue causando desconfianza entre sus vecinos europeos debido principalmente a la procedencia política de algunos de sus líderes, hecho que sin duda Europa tardará en digerir. No hemos de olvidar que los procesos de renovación democrática son complicados, difíciles y, en algunos casos, pueden conllevar altibajos y su final puede ser bastante incierto. Lo que está claro es que si Turquía quiere formar parte de la UE tendrá que hacer una apuesta clara y firme en todos los ámbitos: los derechos humanos, la cuestión kurda, el poder militar, las fuertes desigualdades económicas que han seccionado el país,… y decidir que es mejor para sus intereses. Quizás llegue en el momento en que simplemente se canse de esperar a Europa y se dé cuenta de que ese sueño ya ha quedado atrás y su camino es otro. Quizás lo que necesita realmente es no tener que estar constantemente preocupado por la repercusión que puedan tener sus políticas y actuaciones y llegar a la conclusión de que es mejor ser líder y sentirse más cómodo entre los países de Oriente Medio y el mundo árabe, que estar a la espera de algo que nunca llega y cuyo resultado final puede ser completamente decepcionante.
En México se habla poco sobre las manifestaciones en Estambul. Las personas a mi alrededor comentaban la manera en la que los jóvenes turcos estaban protestando para defender un parque, para evitar que se construyera un centro comercial en su lugar. También se hablaba sobre las medidas violentas, como el uso de gas lacrimógeno, utilizadas entre los policías y los manifestantes. Pero hasta ahí llegaban las conversaciones de sobremesa.
Sin embargo, tuve la oportunidad de vivir una versión de esta historia que no aparece en las noticias, ni en los grandes medios de comunicación. Viví en carne propia una noche que no puedo borrar de mi mente, en dónde el miedo, la admiración y la adrenalina estuvieron acompañándome durante varias horas.
Durante mi estancia en Estambul el mes pasado, al finalizar un proyecto de comunicación y cambio climático en el que participaba, una amiga turca me invitó a hospedarme con ella por unos días. Su nombre es Neslihan, una chica de 28 años de edad, que después de estudiar una licenciatura en Farmacia, logró ahorrar y montar su propio negocio. A Nesly, como le llamamos los amigos, le gusta leer, meditar, tomar buen café turco, y también voluntariar para varias organizaciones no gubernamentales locales.
Una noche como ninguna otra
Protestas en el Parque Gezi / por Andrea Arzaba
Durante la primera jornada que pasé con Nesly, me confesó que tenía una actividad reciente de la cual su familia no estaba al corriente (ya que esto les causaría mucha preocupación), que estaba realizando desde que comenzaron las protestas. Ella, junto a un grupo de amigos, iban cada noche a ayudar a los civiles inocentes afectados por el gas lacrimógeno que se lanzaba a los manifestantes en el centro de la ciudad.
Me invitó a acompañarla a su actividad nocturna ese día. Sábado por la noche. Decidí aceptar su invitación “¿qué tan grave podría ser?” Alrededor de las ocho de la noche nos trasladamos a la plaza Taksim (lugar en dónde se estaban sucediendo las protestas). En el camino nos alcanzaron sus amigos. Uno de ellos me dio una mascara anti-gas, “vas a necesitarla”, me dijo. Tomé la máscara de sus manos y la guardé en mi mochila mientras seguiamos caminando. Creí que sus amigos eran unos exagerados, “seguramente me la dio sólo para que no cargarla”, pensé.
Pasaron pocos minutos, caminamos alrededor de 3 o 4 calles cuando de pronto comencé a escuchar un alboroto. Mi turco se puede resumir en “merhaba”(hola) y “teşekkürler” (gracias), por lo que no entendí lo que la gente gritaba. Mi amiga me dio la mano rápidamente y sólo me dijo “corre y no me sueltes”. Nunca olvidaré lo que vi, decenas de jóvenes corriendo en dirección contraria a la que iban caminando hasta el momento, gritando y cubiertos con pañuelos o con máscaras anti-gas.
“Ya están lanzando el gas”, gritó mi amiga. Pocos segundos después, estábamos entrando en un edificio, en una calle que colindaba con la plaza. No se veía nada pues habían apagado todas las luces para que el local pasara desapercibido. Sólo se escuchaban murmuros. Había una gran ventana por dónde podía verse a la gente huyendo de las gruesas líneas blanquecinas que dejaban los disparos del gas lacrimógeno. Todo esto sucedía a menos de un metro de mí.
#OccupuGezi / por Andrea Arzaba
Pasaron algunos minutos hasta que encendieron la luz. Nos encontrábamos en una habitación grande que parecía una oficina con escritorios, sin embargo recientemente había sido adaptada para ejercer de pequeña enfermería. Pude ver medicinas, gasas, suero, agua, una camilla y varios manifestantes que guardaban silencio. Mi amiga me explicó que éste era uno de los tantos refugios dónde ayudanban a la gente que se quedaba en las calles, inmóvil, afectada por el gas. Los recogían y los traían a este lugar para darles servicios de primeros auxilios. De hecho, al tiempo que me lo explicaba, vi como varios jóvenes entraban a la oficina cargando con un niño y una señora adulta. Ambos estaban afectados y no podían abrir los ojos. El niño lloraba desconsoladamente, al parecer sólo estaban de compras. Aquella imagen me partió el corazón.
Mi amiga acudió rápidamente al lado de la señora para ayudarle, diciéndole algunas palabras de consolación en turco. Continuaron entrando más personas, jóvenes que se estaban manifestando sin ninguna protección, hombres y mujeres que habían sido afectados por las balas de plástico y que venían sangrando, o simplemente gente que iba a comprar un helado, o que estaba de visita en el centro de la ciudad en el momento y el lugar incorrecto; todos ellos con los ojos llorosos, algunos sangrando o incluso inconscientes. La mayoría venían con algún acompañante que le seguía preocupado. Muchos otros sin embargo, llegaban sólos.
Me quedé durante varias horas en aquel lugar, esperando a que mi amiga terminara su jornada. Yo observaba como la gente entraba lastimada, cegada y con mucho miedo. Por suerte, salían de este centro de urgencias improvisado, mucho más tranquilos. Me sorprendió la manera en la que se formó un grupo solidario de farmacéuticos y estudiantes de medicina, quienes dedicaban sus noches de sueño y sus conocimientos en medicina, para ayudar a aquellos desprotegidos.
“Mucha gente inocente es la que esta siendo afectada y no puedo fingir que no les veo o no les escucho”, me dijo mi amiga en un momento en el que se paró a descansar. Era casi media noche y justo comenzaba su cumpleaños. “No hay mejor manera de pasar un cumpleaños que dedicándolo a tú gente”, me dijo. Yo simplemente le escuché con admiración.
En algún momento intenté sacar mi cámara para documentar lo que se estaba llevando a cabo en aquel refugio y lo que estaban haciendo aquellas personas que ayudaban a los afectados. Sin embargo, en cuanto la saqué de la funda todos me señalaron y enseguida me ordenaron severamente que la guardara. Su identidad debía quedar en el completo anonimato.
“Tenemos miedo a que nos identifiquen. Hacemos esto por ayudar a las personas, no por ideología poítica”, me dijo uno de los doctores que recibía a todos los afectados en la puerta. Decidí respetar su anonimato y volví a sentarme en la silla en dónde estaba esperando a mi amiga. Continué observando. Durante este tiempo tuve suerte porque algunos de los jóvenes que hablaban inglés se animaron a sentarse a mi lado para contarme las razones por las que habían decidido ayudar a los manifestantes. Fue así como conseguí algunos de sus testimonios.
Testimonios
Samet, un joven de 21 años, estudiante de medicina, me dijo que estaba ayudando a los afectados del gas para demostrar que “los jóvenes protestantes no son terroristas, sino gente común que se interesa por el bienestar de los habitantes de Estambul”.
Un ingeniero de unos 30 años de edad que se encontraba ayudando como voluntario, codo a codo con su hermano, estudiante de medicina, me dijo que para él lo más impresionante había sido el uso de redes sociales durante las protestas. “Pides gasas, o se te acaba el alcohol, o el jabón, y lo pones en Twitter. No pasa más de una hora y ya tienes lo que necesitas. La gente se solidariza, es impresionante la manera en la que se han organizado”.
Otra joven, una azafata de nombre Deniz, acompañante de uno de los afectados por el gas, también se sentó a mi lado durante algunos minutos. Después de hablar por teléfono con la madre de su novio (el afectado por el gas), me dijo que las protestas habían comenzado por el parque, pero que ahora ellos protestaban porque “estaban cansados de vivir con miedo”.
Casi al finalizar la noche, otra acompañante de una mujer que había sido víctima del gas, me confesó que ella no tenía posicionamiento en las protestas, pero que la manera en la que los policías atacaban indiscriminadamente “no podía ser tolerada”. Al parecer ni ella ni su acompañante eran manifestantes, simplemente paseaban por la zona.
#OccupyGezi / por Andrea Arzaba
Creo que nunca volveré a ser la misma persona después de haber vivido aquella experiencia en Taksim. Lo que más me sorprendió fue la solidaridad de este grupo de estudiantes y jóvenes profesionistas turcos. La manera en la que, todos ellos voluntarios, dejaron atrás sus creencias religiosas e incluso sus preferencias políticas, simplemente para ayudar a los desprotegidos. A los ciudadanos que más lo necesitaban en aquel momento. Para mi, ellos son los verdaderos héroes de las protestas en Gezi.
* Actualización: 5 de agosto del 2013. Mi amiga Nesly me ha confesado que ha dejado de realizar sus actividades como voluntaria en Taksim, al igual que sus amigos, ya que en los últimos días se han tomado medidas aún más restrictivas contra los jóvenes manifestantes y son ya decenas los que han sido arrestados.
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