El 24 de febrero, Vladimir Putin decidió invadir Ucrania mediante una “operación militar”. Luego de reconocer la independencia de las provincias separatistas de la región del Donbas, Lugansk y Donetsk, se proyectó a Kiev, donde se encontró con gran resistencia. El líder ruso argumentó que esta decisión fue producto de “la expansión de la OTAN y el desarrollo militar del territorio de Ucrania por parte de la Alianza, lo cual es inaceptable para Rusia”.
Ante el conflicto más peligroso que se ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial, especialistas afirman que Putin buscará el control total de Ucrania, por más que esto le lleve varios años conseguirlo. Ciertamente, es uno de los mayores temores de Occidente.
En base a los hechos históricos, es posible remarcar tres escenarios posibles a futuro, en caso de que la inestabilidad permanezca en Ucrania.
KOSOVO: “Intervención directa de la OTAN”
En 1998, las fuerzas serbias atacaron la vivienda en la cual se encontraba el comandante albanés Adem Jashari, dando inicio a un conflicto sangriento. La Organización del Tratado del Atlántico Norte decide accionar militarmente, dentro de un contexto que no le correspondía debido a que Kosovo no era miembro de la Alianza Transatlántica. Por lo que semejante intervención fue denominada “ilegal pero justificada”.
Es importante mencionar que hasta el día de hoy, Kosovo no ha logrado estabilizarse, ya que los problemas con los serbios se mantienen vigentes. Veinte años más tarde de los bombardeos, la situación actual es resultado de un estancamiento e inestabilidad vinculados al desmembramiento territorial. Por ende, el mismo escenario podría materializarse en Ucrania, en caso que la OTAN decidiera intervenir por medio de acciones militares. Asimismo, es posible señalar que si Serbia no apoya las sanciones europeas a Rusia, Kosovo se encontraría nuevamente en riesgo. La presidenta kosovar, Vjosa Osmani, afirmó que “los objetivos de Rusia son claros; no se dirigen sólo a Ucrania” sino que además desea desestabilizar los Balcanes occidentales. Por ende solicitó el apoyo de Turquía para el reconocimiento internacional de Kosovo y su ingreso en la OTAN.
Ucrania podría tener un destino similar al país balcánico, que se encuentra en inestabilidad desde 1998. En definitiva, se han reavivado viejas disputas, las cuales tal vez nunca se habían apaciguado.
GEORGIA: “Un simple guiño de la OTAN”
Georgia supone el primer intento por parte de Rusia de reconfigurar sus zonas de influencia. En abril del año 2008, la OTAN le insinúa a Georgia para que sea miembro de la Alianza Transatlántica, como también ser parte de la Unión Europea. Finalmente, el aumento de la presencia de militares estadounidenses así como los ejercicios en conjunto con la OTAN generaron gran indignación en Moscú.
En agosto de ese mismo año, la jugada precipitada de Georgia por recuperar el control de la región separatista de Osetia del sur y Abjasia encendió la ira de Rusia, desatando una guerra relámpago. Ciertamente, se percibió equivocadamente el mensaje de la OTAN, y, en consecuencia, Georgia termina involucrada en un conflicto bélico. Sí bien la guerra duró cinco días, esta se enfrentó sola a las tropas rusas, sin el apoyo de Occidente.
Es potencialmente viable que esta situación se reproduzca en Ucrania. Putin se encuentra realmente convencido de que ningún país próximo a las fronteras rusas tiene la posibilidad de unirse a la OTAN o a la Unión Europea, realizando todo lo posible para evitarlo. Asimismo, Nicolas Fasola, experto en estrategia militar rusa, resaltó lo siguiente: “Ni Georgia ni Ucrania han renunciado a entrar en la OTAN. Pero, de facto, el ingreso en la OTAN ya no es una opción viable. Por mucho que Georgia y Ucrania quieran entrar en la OTAN, simplemente no pueden”.
SIRIA: “Inestabilidad perpetua”
En el año 2011, se inició la crisis en Siria. El Estado sirio, bajo el poder de Bashar Al Assad, reprimió una serie de manifestaciones que condujeron a que estos grupos se equiparan militarmente. Desde ese entonces, el conflicto siempre se caracterizó por presentar una gran complejidad. Por una parte, el Estado sirio apoyado por Rusia. Por otro lado, las fuerzas kurdas, los grupos opositores como Frente Al-Nusra y Ahrar-Al-Sham y por último, el Estado Islamico en Irak y Siria (ISIS).
La participación rusa en Siria no ha cesado, y esta ha dado como resultado un escenario definido por: divisiones, inestabilidad y tensiones. Conviene señalar que Rusia ha argumentado que su participación en Ucrania fue en beneficio del pueblo, la misma idea se sostuvo para participar en Siria. Asimismo, la intervención rusa en territorio sirio facilitó la internacionalización del conflicto.
Por tanto, ¿es distinta la intervención de Rusia en Ucrania que en Siria?. Evidentemente, no, debido a que estos hechos podrían desembocar en una inestabilidad perpetua. El líder ruso sostiene que el cese de las acciones militares están condicionadas a que Ucrania no ingrese a la OTAN. En Siria sucedió algo similar, Putin atacó desde Ghouta de Damasco hasta Homs, Alepo y Daeria, y esta situación finalizaría sí la oposición entregaba sus armas. No obstante, tras entregar las armas, la situación no cambió, solo se crearon nuevas condiciones para mantener al país desestabilizado. Lo que sucede en Siria es un claro ejemplo de un Estado fallido.
Tales escenarios analizados podrían materializarse en Ucrania. Desde luego, a ninguno de los actores involucrados les conviene, ya que son más los costos que los beneficios en juego. En estos momentos, la vía más pertinente para solucionar la disputa es el diálogo de Occidente con China y que esta cumpla un rol de mediadora, debido a que es la única que posee las herramientas diplomáticas para persuadir a Rusia de finalizar con la invasión a Ucrania. De lo contrario, es muy probable que la situación entre en un verdadero estancamiento.
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