Según un estudio publicado por la Fundación Thompson Reuters, India es el país más peligroso del mundo para ser mujer. Incluso en naciones que se encuentran en guerra como Siria, el riesgo para las mujeres no es tan alto como en la India. La violencia de género en todas sus formas y expresiones está impidiendo que India se desarrolle como país y, aunque poco a poco se está tomando conciencia de este problema, aún queda mucho por hacer en el camino hacia la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida diaria.
La situación que viven las mujeres indias hoy en día no es casualidad. Las raíces de toda esta violencia hacia lo femenino están arraigadas en una sociedad en donde el machismo se encuentra presente en muchas áreas de la vida, sobre todo en la religión y la cultura. Esto tiene como consecuencia que las mujeres se encuentren expuestas a expresiones de violencia como los feminicidios, el tráfico de personas, la esclavitud sexual, etc. En consecuencia, el 95% de las mujeres en este país aseguran sentirse inseguras, ya sea en el trabajo, en la calle, en los transportes públicos o en sus mismos hogares.
Entre la religión, la cultura y el machismo
¿De dónde se deriva toda esta violencia hacia las mujeres? La discriminación contra la mujer es una problemática profundamente arraigada en una sociedad como la de India, la cual es marcadamente patriarcal.
Para muchos ciudadanos indios, la mujer es alguien inferior al hombre; por lo tanto, no las perciben como merecedoras de los mismos derechos que los hombres.
Asimismo, se respaldan actitudes que implican que ellas se encuentren subordinadas a ellos en todos los aspectos de la vida diaria. Se prefiere a los hombres incluso desde antes de su nacimiento. Se piensa que es mejor tener un niño que una niña, ya que el primero perpetuará el linaje familiar, servirá de apoyo para distintas actividades y no representará un gasto mayor cuando se case, a diferencia de las mujeres, que para unirse en matrimonio deben asumir el costo de la dote.
Según UNICEF, las niñas presentan mayores niveles de anemia y problemas de salud, ya que en la mayoría de casos se priorizan las necesidades del niño frente a las de sus hermanas. De esta forma, los niños crecen con una preferencia por el género masculino que los continúa acompañando durante su adolescencia y edad adulta, y poco a poco merma la dignidad de la mujer, manteniéndose el sentimiento de superioridad frente a ellas.
Por otro lado, la religión es un aspecto que influye de manera considerable en el aumento de los índices de violencia de género en ese país.
La religión hindú, mayoritaria en la India, tiene como una de sus premisas que la mujer es una reencarnación inferior al hombre, y esta idea es expresada de diversas maneras.
Para esta sociedad, la mujer queda relegada a ser la acompañante de su marido y no es valorada si no está con un hombre al costado. Además, el 80% de los matrimonios son acordados por los padres de los contrayentes. Es así como, de ser sometida a las decisiones de su padre, la mujer pasa a ser sometida a lo que crea conveniente su esposo, el cual la elige por el valor de la dote que le entregan. En consecuencia, las mujeres son percibidas como bienes económicos o con un valor existente supeditado a ellos. De igual manera, a las mujeres se les prohíbe la entrada a templos importantes y a otros espacios que son considerados solo para varones.
El machismo entonces se encuentra arraigado de tal manera en la cultura y en la forma de entender los roles de la mujer y el hombre que para realmente generar un cambio es imprescindible transformar el imaginario de lo que significa ser mujer en cada ciudadano.
Mujeres sin voz
Desde feminicidios, violencia sexual, acoso y hostigamiento, trata de personas, entre otras expresiones, la violencia de género en la sociedad india ya no es un caso aislado.
En primer lugar, a muchas niñas no se les permite ni siquiera nacer por el simple hecho de su género y las madres son obligadas a realizarse abortos y son maltratadas por haber engendrado a una niña. Esta práctica, conocida como PBEF (Pre-Birth Elimination of Female), se refiere a la eliminación selectiva de los fetos femeninos después de haber realizado una prueba de determinación de sexo generalmente a través de una ecografía. Debido a ello, el número de mujeres en la India ha ido disminuyendo, lo que a su vez ocasiona que estén expuestas a más abusos y prejuicios.
Las violaciones sexuales son también una de las prácticas más frecuentes en este país. Y es que al crecer en una cultura que da poder al género masculino solo por el hecho de serlo se fomenta un desprecio y aversión a las mujeres y un deseo de subyugarlas.
En el 2016, la India registró un total de 38.947 denuncias por violación, 20.000 de las víctimas menores de edad.
Según los datos de la Oficina Nacional de Registro Criminal, en este país se registran 100 casos de violación sexual diariamente, unas cifras alarmantes y que sitúan a la India como uno de los peores países para ser mujer. Aunque cada vez las mujeres se atreven más a denunciar estos casos, el índice de condenas es apenas del 20%. En un país en el que la violencia machista ha crecido un 83% entre 2007 y 2016, aún existe impunidad casi total para los agresores, lo que tiene como consecuencia que actos como las violaciones sean vistas como algo cotidiano y que las mujeres sean las que tengan miedo de las represalias por denunciar, cuando debería ser todo lo contrario.
La trata de personas es otro de los problemas más importantes de la India. Millones de mujeres son secuestradas todos los días y obligadas a realizar trabajos forzosos, maltratadas e incluso asesinadas. Según señalan diversas ONG y Unicef, entre 12000 y 16000 mujeres son víctimas de trata de personas, y el número continúa en aumento. Muchas de ellas, con la ilusión de un futuro mejor y poder ayudar a sus familias a salir de la pobreza, aceptan trabajos sin saber que están siendo vendidas para ejercer la prostitución o a familias que buscan una esposa para sus hijos y que las obligan a prostituirse para pagar los costos de la dote. Aunque esta práctica está penada por la ley, aún sigue siendo socialmente aceptada, a tal punto que muchas veces son los mismos padres quienes venden a algunas de sus hijas por el bienestar de la familia. Es por este motivo que son las mujeres de las castas más bajas y de las minorías religiosas las más vulnerables frente a este delito, según el reporte del Departamento de Estado. No obstante, esta situación pone en peligro a las mujeres en general y contribuye a reforzar la estigmatización de las mujeres como un objeto.
Toda esta cultura machista y patriarcal ha repercutido también en el desarrollo profesional de las mujeres. Según el Banco Mundial, al menos 20 millones de mujeres han dejado de trabajar desde el 2005 y esto es debido, en gran parte, al maltrato que sufren. Solo el 27% de mujeres indias forman parte del mercado laboral, y este es el índice más bajo entre las economías emergentes. El riesgo de maltrato que corren las mujeres al insertarse en el mundo laboral es tan elevado que muchas prefieren priorizar su seguridad antes que un buen trabajo o un mejor salario, lo cual trunca su desarrollo profesional y tiene un impacto económico considerable a nivel general.
Qué se está haciendo al respecto
Según las Naciones Unidas, en India “cada hora cuatro mujeres son violadas, muere una mujer a causa de la dote, ocho niñas o mujeres son agredidas sexualmente y seis niñas o mujeres son secuestradas o raptadas”. Es por ello que, aunque aún no hay una solución integral para erradicar la violencia de género, poco a poco se están realizando esfuerzos para disminuir los altos índices de violencia.
En el marco legislativo, la Constitución india promulga la no discriminación de género en sus artículos 14, 15 y 16. El artículo 39, por su parte, insiste en la creación de políticas gubernamentales que aseguren los mismos derechos a hombres y mujeres, incluido un salario igualitario.
El gobierno indio también ha ido promulgando varias normas específicas encaminadas a proteger a las mujeres de la discriminación y subordinación, como la ley de prohibición del matrimonio infantil, la ley de protección a la mujer por violencia doméstica y la ley de prohibición de la dote. No obstante, según Unicef, existe un 56% de casos de matrimonio precoz en la India y el índice de muertes por dote se está multiplicando rápidamente, evidenciando la falta de efectividad de esta ley.
Por otro lado, aunque el gobierno ha invertido en la creación de planes encaminados a cambiar esta situación, como el Fondo Nirbhaya para crear 660 puntos de asistencia a víctimas de abuso sexual, lo cierto es que estos planes muy pocas veces llegan a desarrollarse . Y si lo hacen, es a medias. El Fondo Nirbhaya, por ejemplo, cinco años después de ser creado, solo contaba con 151 centros de asistencia, pese a la increíble inversión que se realizó para que se hiciera realidad.
Las pequeñas y grandes empresas también han comenzado a aprobar políticas con perspectivas de género que incluyen flexibilidades en cuanto al horario y medidas de seguridad. Aunque esta iniciativa es aplaudible, muchas compañías, al ver que gastarían considerables sumas de dinero para pagar servicios de vigilancia y de taxi, deciden ahorrarse esos costos y simplemente no contratar mujeres. Entonces, en lugar de ayudar a la inserción de las mujeres en el espacio laboral, lo que consiguen estas políticas es todo lo contrario.
Lo cierto es que la violencia hacia las mujeres continúa en aumento y se necesita mucho más que leyes para que se detenga. Es vital un cambio en la forma de pensar de la sociedad sobre sí misma y sobre las mujeres, para que de esa manera el machismo se manifieste cada vez menos y las mujeres puedan vivir sin miedo a, un día, no regresar a casa.
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