El Brexit, o la salida del Reino Unido de la Unión Europea, no sólo trajo impetuosas consecuencias en términos económicos y políticos para el Reino Unido y para lo que es la mayor comunidad política y económica de integración de carácter internacional, la Unión Europea. Sino que esta decisión trajo consigo la agudización de graves violaciones a Derechos Humanos de personas migrantes y extranjeras en todo el país.
Si bien es cierto que los argumentos principales que sustentaban la postura del “Sí” eran económicos, no es menos cierto que el Brexit gravita entorno al odio, la xenofobia, la homofobia, el racismo y la discriminación. Y este discurso xenófobo y racista motivado por el rechazo a la inmigración en el Reino Unido ha sido enarbolado por el floreciente nacionalismo de la extrema derecha inglesa.
Este nacionalismo radical inglés, izado por la derecha conservadora, busca establecer un nuevo orden político, moral y social reviviendo el sentido de “identidad nacional inglés”, rechazando lo extranjero y diverso, propugnando la denigración de la multiculturalidad dentro del Reino Unido y persiguiendo a minorías sociales, violando así libertades y Derechos Humanos de poblaciones como la LGBTI y la migrante.
El Brexit tiene una connotación emocional que ha inyectado nuevos bríos a grupos conservadores del país. El “Sí” al Brexit se vendió con la idea de que Reino Unido, estando fuera de la UE, ya no tendría que estar supeditada a las órdenes de Bruselas, y que volvería a nacer la gran nación que históricamente fue: la nación fuerte, potencia mundial y timón de la comunidad internacional. Los grupos conservadores que apoyan este discurso nacionalista están en contra de la globalización, de la multiculturalidad y de la gobernanza global que promueve la UE. Estos grupos apoyan una postura más local y menos global, un discurso que apuesta por el excepcionalismo inglés y el destino de grandeza que tiene Gran Bretaña como gran potencia.
La crisis de refugiados en Europa ha sido uno de las hecatombes humanitarias más graves sucedidos en este último siglo. Esta crisis, que se agudizó en el 2015, ha tomado un carácter crítico debido al aumento desproporcionado de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo a la Unión Europea. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), en el 2015 habían llegado a Europa más de un millón de refugiados. Y estos flujos migratorios han sido percibidos como amenazas para grupos extremistas en Reino Unido. Frente a esta situación ha surgido un racismo exacerbado contra todo foráneo e inmigrante en el país. Se culpa a los migrantes económicos de ser una amenaza contra los ingleses en la lucha por los puestos de trabajo, y a los refugiados y asilados se les califica como carga para el Estado y como un problema que debe de ser solucionado.
Los defensores del Brexit dicen que no tiene nada de malo tener “orgullo nacional”, pero ya no estamos frente a una cuestión de orgullo o patriotismo, sino de racismo, xenofobia y discriminación por razones principalmente culturales, étnicas y de religión. Los que apoyaron el Brexit propulsaron un discurso de odio y de intolerancia en su búsqueda de votantes para el “Sí”. Utilizaron la inmigración como argumento para explicar la crisis económica y el detrimento social que vive el Reino Unido.
En los primeros días después del Brexit se han registrado más 100 episodios xenófobos según el Consejo Musulmán del Reino Unido. Se han documentado fuertes enfrentamientos físicos en el metro de Londres, donde nacionales ingleses insultan a personas por razón de tener un aspecto físico (color de piel, vestimenta, etc.) diferente. Eso demuestra la profunda discriminación que está germinado en una nación donde se han conquistado tantos derechos y libertades. Así, Reino Unido está sufriendo un retroceso en materia de DD.HH. debido a nacionalismos extremos nacientes en las élites políticas del conservadurismo inglés.
La xenofobia ha aumentado de manera significativa, muchos migrantes son hostigados y asediados, según Human Rights Watch, y muchos extranjeros son perseguidos y amenazados. Se documentaron casos en los que se introducían excrementos en los buzones de casas donde vivían extranjeros, se mancharon sus paredes y puertas con mensajes maldicientes y discriminatorios, y otros han recibido insultos denigrantes en las calles y lugares públicos. Human Raights Watch ha denunciado también un aumento de los crímenes de odio debido al Brexit. Y estos crímenes han ido desde ataques verbales hasta asesinatos. Fundamentalistas pro-Brexit incendiaron una casa de una familia polaca en Plymouth y asesinaron a un hombre polaco de 40 años que residía en Essex. Las autoridades no han determinado las causas de este asesinato, demostrando con ello la indefensión en la cual se encuentran los extranjeros en el Reino Unido.
Este racismo exacerbado que ha despertado el Brexit no sólo está afectando a inmigrantes económicos, refugiados y asilados, sino que muchas otras poblaciones migrantes como la polaca, la italiana y la francesa han sido objeto de discriminación y ataques xenófobos. A muchos migrantes polacos, los defensores del Brexit los calificaron como “parásitos sociales”. Los que promoverían el Brexit definían a los migrantes polacos como “verdaderos parásitos que sólo iban al país para chupar lo mejor de Inglaterra”, provocando afectaciones a los locales. Y esto es sólo una muestra más del discurso de odio que promulgaban los favorables a la salida de la Unión. En el condado de Cambridgeshire aparecieron letreros que decían: “No más parásito, fuera de la UE”.
A pesar de que la policía de Inglaterra ha estado haciendo investigaciones sobre la procedencia de estas amenazas xenófobas y que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, ha solicitado mantenerse alerta en relación a esta situación, hay que reconocer que los esfuerzos no han sido suficientes. Después del Brexit, las denuncias por crímenes de odio han aumentado, según la página “Stop Hate Crime”. Según esta fuente, las denuncias aumentaron un 57% respecto a un mes después de haberse realizado el referéndum. Y según el Consejo Nacional de Jefes de Policía de Reino Unido, se han registrado más de 6.000 denuncias en contra de extranjeros en las 4 semanas posteriores al plebiscito.
La discriminación hacia extranjeros no sólo ha sido contra migrantes, sino que el rechazo se ha generalizado hacia otras etnias y culturas. Según datos de la Policía Metropolitana de Londres del 2015, se registró un aumento del 22% en los delitos de antisemitismo y un 46’7 % en los delitos de islamofobia ocurridos en la ciudad entre enero y julio del mismo año.
Lo peor de toda esta situación es que este odio insondable contra los migrantes en Reino Unido no sólo viene de los ciudadanos, sino también de su propia clase política. El exalcalde de Londres, Boris Johnson, ha hecho reiteramente un llamamiento al país para que se retomen sus fronteras, ha criticado a las minorías migrantes y ha fomentado un discurso nacionalista que no sólo ha alimentado el Brexit sino a los grupos nacionalistas.
El Brexit simboliza un verdadero reto tanto para los ingleses como para la Unión Europea. Aún no hemos podido apreciar las consecuencias tangibles económicas y políticas que traerá este fenómeno, pero lo que sí sabemos es que el Brexit ha sido un detonador de odio y discriminación exacerbada contra las poblaciones migrantes en el país.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?