El proceso electoral de Haití quedó en pausa el pasado 22 de enero cuando el presidente del Comité Electoral Provisional (CEP) aplazó la segunda ronda de elecciones presidenciales, previstas para el 24 de enero, debido a ‘cuestiones de seguridad’. El CEP se vio forzado a tomar esta decisión tras numerosas protestas violentas contra el proceso electoral que se extendieron por todo el país, incluida la capital, Port-au-Prince, donde se erigieron barricadas y se quemaron neumáticos y coches.
Las elecciones presidenciales, parlamentarias y municipales que se habían ido aplazando y que debían haberse completado en 2015 representaban una de las tareas clave del gobierno actual. Las elecciones municipales y parlamentarias eran de especial importancia, ya que los alcaldes no habían sido electos desde 2006 y el mandato de dos tercios del Senado y de la Cámara de Representantes (la cámara baja) había llegado a su fecha límite en enero 2015.
Reticencias al proceso electoral
Las razones de la oposición al proceso electoral son múltiples y complejas. En general, existe una cierta reticencia a estas elecciones en diversos sectores de la sociedad haitiana debido a que se perciben como impuestas por actores externos, tales como la MINUSTAH –la misión de estabilización de las Naciones Unidad en Haití, vista por muchos como una fuerza de ocupación– u otros países influyentes en la región como los Estados Unidos. Naciones Unidas y donantes bilaterales han financiado buena parte de los más de 60 millones de dólares que han costado las elecciones, de los cuales solamente 13 fueron asumidos por el gobierno de Haití. La MINUSTAH, también ha proporcionado apoyo técnico y logístico para las elecciones.
Las Naciones Unidas establecieron su primera misión en Haiti en 1994, llamada ‘Misión de las Naciones Unidas en Haiti’ (UNMIH por sus siglas en inglés) que contaba con 20.000 efectivos y cuyos principales objetivos eran los de ‘facilitar el pronto regreso de las autoridades legítimas, mantener un entorno seguro y estable en el país y promover el Estado de derecho’. Diversas misiones de la ONU siguieron a la UNMIH pero fue en febrero de 2004, después de los levantamientos originados tras la caída del Presidente Bernard Aristide y su partida al exilio, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU creó la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haiti (MINUSTAH por sus siglas en inglés), sustituyendo a las previas fuerzas multinacionales. La MINUSTAH empezó sus funciones en junio del mismo año hasta el día de hoy (la misión cuenta hoy con más de 6.100 efectivos, incluyendo unos 2.300 soldados). Después del terremoto de 2010, la dotación de la MINUSTAH fue aumentada para contribuir a la recuperación, reconstrucción, y estabilidad del país.
A pesar de estas reticencias, dos rondas de comicios se celebraron en 2015. El 9 de agosto tuvo lugar la primera ronda de elecciones parlamentarias, en un contexto de violencia electoral que causó la invalidación del 13% de los votos de los colegios electorales. El 25 de octubre se celebraron las elecciones municipales, segunda ronda de parlamentarias y primera ronda de presidenciales, con 70 candidatos a la presidencia. Esta ronda fue considerada un éxito dada la ausencia de incidentes violentos mayores. La participación fue del 18% a nivel nacional y llegó al 10% en el Departamento del Oeste, donde se aglomeran el 40% de los votantes del país.
Las tensiones y oposición al proceso incrementaron tras la publicación de los resultados de la primera ronda de las presidenciales del 25 de octubre, donde Jovenel Moise, joven candidato del partido del gobierno PHTK (Partit Haitien Tet Kalè), obtuvo 32,8% de los votos, y Jude Celestin, de LAPEH (Ligue Alternative pour le Progrès et l’Emancipation Haitienne), obtuvo 25.3%. De acuerdo con la ley electoral, estos dos candidatos debían concurrir a una segunda vuelta, prevista inicialmente el 27 de diciembre, y cuya fecha se pospuso varias veces hasta el 24 de enero.
Después de la jornada del 25 de octubre, numerosas voces anunciaron fraude en la jornada electoral. Entre ellos, la RNDDH (Red Nacional de la Defensa de los Derechos Humanos), quien publicó un controvertido informe apuntando a un ‘fraude masivo planeado’ que implicaba al CEP. Más controvertido fue el informe de la Comisión de Evaluación Electoral Presidencial, la independencia del cual fue cuestionada, a pesar de que el informe apuntaba a ciertas irregularidades.
El G8, la principal agrupación de partidos políticos de la oposición, puso en duda el proceso electoral y pidió dimisiones dentro del CEP. Por otro lado, Jude Celestin, condicionó su participación en la segunda ronda de las presidenciales a la creación de una comisión independiente que pudiera esclarecer lo sucedido el 25 de octubre. Días antes del 24 de enero, Celestin amenazó con retirar su candidatura y llamó a la gente a no votar. A pesar de ello, el gobierno decidió avanzar con el proceso electoral con el apoyo de la MINUSTAH. En un contexto cada vez más tenso, el CEP se vio obligado a suspender las elecciones para evitar una escalada de la violencia.
Esta situación de contestación de los resultados no es nueva en Haití. En las últimas elecciones presidenciales de 2011, el resultado de la primera ronda de presidenciales también fue objeto de grandes controversias y originó grandes protestas. El conflicto entonces se desató en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Jude Celestin obtuvo el segundo puesto y Michel Martelly obtuvo el tercero. Martelly no aceptó el tercer lugar y se produjeron enfrentamientos durante varias semanas entre los defensores de Martelly y de Celestin. Sin embargo, en aquella ocasión la comunidad internacional presionó para que se revisara el resultado y el Comité Electoral dio a Martelly el segundo puesto, permitiendo su pase a la segunda vuelta, que más tarde ganaría, convirtiéndose en presidente.
Para más información: La eterna búsqueda de la estabilidad en Haití
Situación actual
El 7 de febrero, fecha del fin de la legislatura según marca la Constitución haitiana, Michel Martelly anunció a la nación el fin de su mandato como Presidente y presentó el acuerdo alcanzado in extremis en las horas anteriores para dar continuidad al poder ejecutivo. Según lo estipulado en el acuerdo, la Asamblea General deberá elegir un nuevo presidente provisional en los próximos días, a través de una comisión bicameral específicamente creada para ello. El nuevo presidente deberá guiar al país a unas nuevas elecciones, previstas para abril 2016. Sin embargo, muchos interrogantes surgen alrededor de cómo será retomado el proceso electoral, ni con qué medios financieros se podrán cubrir los costes de unas nuevas elecciones.
En medio del vaivén electoral, al que los haitianos parecen estar acostumbrados con resignación, Haití sigue siendo el país más pobre de la región América/Caribe y uno de los más pobres del mundo, con una renta per cápita de 846 $ (2014). A pesar de que los indicadores de pobreza han mejorado en los últimos años, un 24% de la población vive bajo el umbral de pobreza extrema (1,23 $/día) y un 59% vive bajo el umbral nacional de pobreza (2,24 $/día). El país es también uno de los más desiguales, con la mayor parte de la riqueza en manos de unas pocas familias. A nivel de recursos naturales, el país se encuentra en un avanzado estado de deforestación, con solamente un 1% de bosques primarios en todo el territorio. A nivel educación, la tasa de escolarización es del 90%, pero solamente un tercio de los niños de 14 años están en el curso escolar que les corresponde por edad.
Un nuevo gobierno es necesario en Haití. Un gobierno que trabaje para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de haitianos, que parecen haber sido olvidados en las luchas de poder de las últimas décadas. Un gobierno que establezca sus prioridades y las comunique claramente a los organismos internacionales presentes en el país. Un gobierno que mejore el acceso de sus ciudadanos a los servicios más básicos, como el agua potable o la sanidad. Un gobierno que explote los recursos naturales de manera responsable y sostenible. Un gobierno que, en definitiva, desarrolle el enorme potencial del país, símbolo de la lucha contra la esclavitud desde 1804, cuando se convirtió en la primera república negra del mundo.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?