
En sus últimas declaraciones del pasado mes de julio, el Presidente del Gobierno Español, Mariano Rajoy, lo dejó claro: que en los ayuntamientos gobierne la lista más votada, y no una coalición formada «por cinco que han perdido las elecciones». La alternativa: elección directa de los alcaldes. ¿Pero cómo? Los trabajos preparatorios de la reforma estaban previstos para este mes de Septiembre, pero parece que aún no tenemos propuestas claras.
¿Una reforma encaminada hacia dónde?
Con el actual sistema, los alcaldes son votados por los concejales en el pleno del ayuntamiento. Tras la celebración de elecciones municipales, los concejales del pleno se distribuyen sobre la base de un sistema proporcional corregido entre las distintas listas políticas en función del número de votos obtenidos.
¿Un sistema proporcional “corregido”? En United Explanations ya explicamos los sesgos del sistema electoral español. En las Elecciones Generales del 2008, por ejemplo, el actual sistema permitió a la coalición vasca EAJ-PNV, con un tercio de los votos obtenidos por Izquierda Unida, conseguir el triple de escaños.
El artículo 196 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que en lo que respecta a la elección de los cargos municipales no se ha modificado desde 1977, establece que de los concejales en el pleno podrán presentarse a alcalde los que hayan encabezado sus correspondientes listas. De ellos, será proclamado alcalde quien obtenga la mayoría absoluta de los votos de los concejales. En caso de no obtener nadie la mitad más uno de los votos, se nombrará alcalde al concejal que encabece la lista que haya obtenido el mayor número de votos populares en el correspondiente municipio.
Lo que el PP propone ahora es que únicamente pueda ser nombrado alcalde el concejal que encabece la lista más votada. ¿Cómo? Hasta ahora se discuten dos soluciones:

La propuesta del PP plantea que la lista más votada, siempre y cuando obtenga un 40% de los votos y cinco puntos de ventaja sobre la siguiente, obtenga automáticamente la mitad más uno de los concejales, es decir: la mayoría absoluta –y por tanto la alcaldía. El resto de los concejales serían repartidos entre los demás partidos aplicando el sistema de reparto vigente en la actualidad.
En el caso de que la lista más votada no obtenga ese 40% de sufragios, la elección de los alcaldes se seguiría rigiendo como hasta ahora, es decir: imperaría la mecánica de los pactos postelectorales entre diversas fuerzas.
Otra alternativa, defendida por el PSOE e incluso por algunos sectores dentro del PP, sugiere en cambio que en caso de no alcanzarse una mayoría absoluta en primera votación, se procediera a una segunda vuelta. Aquí, pero, deberían resolverse también varias dudas: ¿segunda vuelta sólo para el alcalde o para todo el equipo? Y ¿entre cuantos candidatos? ¿Dos? ¿Tres?
¿Una reforma oportuna?
Lo que está claro es que la propuesta no acaba de gustar a todo el mundo. Varias voces ya han apuntado al oportunismo de la supuesta reforma, sobre todo en vista de los resultados electorales de las últimas elecciones europeas del pasado mayo. En este sentido, si ahora se celebraran elecciones municipales, con el actual sistema el PP sólo obtendría mayoría absoluta en Ceuta y Melilla, mientras que con la reforma los populares se asegurarían el control de hasta cuarenta capitales españolas.
Ciertamente el momento en el que se plantea la propuesta no deja de sorprender, especialmente porque de los más de 8.000 municipios que existen en España, sólo en menos del 10% gobierna una coalición de partidos minoritarios, mientras que en el 80% lo hace la lista más votada por mayoría absoluta. Parece que la propuesta vendría a blindar el PP ante la creciente fragmentación de la política local que podría resultar tras la irrupción de nuevas fuerzas de izquierda, como Podemos a nivel estatal, o Guanyem en el caso de Barcelona.
Más curioso aún resulta que la propuesta se realice en el marco del programa popular de regeneración democrática de España. No sin más, aprovechó el presidente para apoyar la propuesta de reforma declarando «echar en falta que alguien de vez en cuando diga algo bueno de nuestro país». Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Local del Partido Popular –a quien se atribuye la reforma–, llegó a apuntar que permitir gobernar a una coalición de partidos que han perdido las elecciones «no se sostiene en absoluto en términos democráticos». Escucha sus recientes declaraciones en el siguiente video:
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En cualquier caso, parece que la reforma navega a contracorriente de lo que se vive en Europa. Y ello no sólo porque parece que se ha llegado a un consenso sobre el efecto restrictivo que los gobiernos de coalición parecen tener sobre la corrupción –reduciéndola, como resultado de las presiones que se ejercen entre los distintos partidos en el gobierno; sino porque a la vista de los estándares internacionales, una reforma de la ley electoral a menos de un año de la celebración de las elecciones municipales plantea serias dudas sobre la imparcialidad de las mismas.
Foto de portada: El presidente Mariano Rajoy en la Cumbre del Partido Popular Europeo por European People’s Party
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