28/03/2024 MÉXICO

La prima de riesgo: un familiar desconocido

Prima de riesgo y deuda
La prima de riesgo se está volviendo cotidiana en nuestras vidas. No hay día en el que no aparezca en los medios de comunicación. Pero, ¿por qué es tan importante y cómo afecta a los estados y a los ciudadanos que viven en ellos?

La prima de riesgo representada en  una nube textual


El fenómeno de las bombas mediáticas se ejemplifica a la perfección con la prima de riesgo. Su onda expansiva ha penetrado todos los hogares europeos y a estas alturas parece difícil escuchar un telenoticias o leer un periódico en que no retumbe la famosa prima. El panorama está claro: las descontroladas primas de riesgo suben a un ritmo incesante en varios países europeos, particularmente en los países tuteados como PIIGS por los medios anglosajones. El mensaje que se difunde también lo está: si las primas de riesgo suben, las economías afectadas empeoran. Lo que no queda tan claro, a pesar de la incesante insistencia mediática, son las implicaciones de este indicador tan cortejado por los medios y el porqué de la importancia de ésta.

¿En que consiste la prima de riesgo?

Los gobiernos, con el fin de financiarse, emiten bonos en los mercados de deuda que prometen a los inversores una remuneración en proporción a la tasa de interés (que es subastada) y la cantidad invertida. Como estos bonos se emiten, en principio, sin ningún tipo de riesgo, ya que el impago o la quiebra de un gobierno es muy poco probable, las tasas de interés suelen ser muy por debajo de otras inversiones que puedan conllevar un riesgo mayor. Sin embargo, cuando esta falta de riesgo es cuestionada por la posibilidad de que un país se declare en bancarrota o en situación de impago, los inversores exigen un tipo de interés mucho más elevado para hacer frente a este riesgo. En otras palabras, los gobiernos tienen que emitir los bonos con unos tipos de interés más elevados para compensar al inversor del mayor riesgo de invertir su capital. Por lo tanto, los tipos de interés pueden servir como indicador de la confianza de los inversores, de ahí la prima de riesgo.

La computación de ésta es relativamente sencilla. Se coge como referencia el tipo de interés de los bonos a 10 años que emite un gobierno con una economía solida, Alemania por defecto, y se compara a los tipos de interés de estos mismos bonos que emiten otros países. Este indicador comparativo muestra, en consecuencia, la confianza de los inversores en la solidez de la economía de un país. Es decir, una prima de riesgo elevada significa que el tipo de interés de los bonos que emite ese gobierno es mayor que Alemania (en este caso), y por lo tanto, que la confianza de los inversores es proporcionalmente menor.

¿Qué relación hay entre la prima de riesgo y el déficit público?

Si bien el déficit público de un país varía en cierta relación con la prima de riesgo, no sería correcto utilizarlos indistintamente. Un elevado porcentaje de deuda no tiene por qué repercutir negativamente en la prima de riesgo siempre que las prospectivas de crecimiento de tal país estén en consonancia con la deuda generada. Contrariamente, también puede darse el caso que un país tenga un porcentaje de deuda mínimo pero la prima de riesgo sea relativamente elevada dadas las negativas prospectivas de crecimiento.

Por ejemplo, hasta 2009 la deuda soberana (el déficit público) de España era menor que la de Alemania y sin embargo los tipos de interés de los bonos que emite España siempre, hasta la fecha, han sido más elevados que los que emite Alemania, es decir, España siempre ha tenido una prima de riesgo positiva (es decir, peor) respecto Alemania aunque su déficit real fuera menor que éste (datos obtenidos de OECD, 2012).

La relación recíproca y dinámica entre estos dos sujetos se ve afectada por el crecimiento económico, que en épocas de crisis suele decaer, y por lo tanto, desestabilizar el mecanismo de deuda. Si las perspectivas de crecimiento económico caen en picado a consecuencia del pinchazo de una burbuja en un sector prominente de la economía de un país (pensad en la burbuja inmobiliaria), resulta difícil reducir la deuda obtenida en los previos años de bonanza (a muy buen precio), y consecuentemente es lógico que se ponga en duda la capacidad de devolver dicha deuda, es decir, que suban las primas de riesgo.

En tiempos de bonanza pedir deuda resulta ridículamente fácil (a tipos de interés muy bajos) y esto incentiva el derroche y el uso de este capital para los gastos corrientes y no de inversión, rompiendo así esta regla de oro que implica el uso de fondos más allá de las posibilidades reales de un país, es decir, en discordancia con las capacidades que estos se pueden permitir. Además, la deuda genera una gran dependencia.


¿Por qué se dice que los gobiernos son impotentes ante esta situación y qué pintan en todo esto las agencias de calificación de riesgos?

Una vez los países se lanzan en los mercados de deuda (como si de una empresa más se tratara sin estar sujeta a las mismas reglas) quedan sometidos, so pena de ser declarados insolventes e intervenidos, a llevar a cabo un ejercicio de convencer a los inversores que sigan comprando su deuda, que va en crescendo, y a su vez reducir el déficit publico lo máximo posible para dar credibilidad a su solvencia. No es necesario ser economista para entender la grandísima dificultad a la que se afrenta un país en esta delicada situación.

A todo esto se suma el rol que juegan las agencias de calificación de riesgos, que son pocas pero sus decisiones tienen un gran impacto. Estas agencias ponen calificaciones al riesgo de los activos tanto de empresas como de deudas de países, que sirven como referencia para los inversores a la hora de decidir en que activos invertir su capital.

La desacreditación de estas agencias a raíz del escándalo de la imparcialidad y manipulación sujetas a la necesidad satisfacer al cliente así como a la demostrada ineficacia a la hora de prever los acontecimientos económicos a corto plazo, también desacredita en gran parte el actual mecanismo de deuda.

Las dos mayores agencias de calificación de riesgo, las americanas Sandard & Poors y Moody’s, están sometidas al control de tres grandes fondos de inversión: Capital Group, BlackRock y Vanguard, fondos que a su vez compran la deuda de varios países, entre ellos España y Grecia. Por lo tanto si estas agencias ponen mala nota a un país, éste se ve forzado a subir los tipos de interés para reconquistar la confianza de inversores, lo que a su vez enriquece a estos fondos de inversión. (Fuente: Público).

Vistos los acontecimientos no cabe duda de que el irresponsable uso de la deuda adquirida en tiempos de bonanza económica es la razón por la que ahora muchos gobiernos de los países europeos se ven sin margen de maniobra para hacer frente a un problema que ha acabado muy directamente repercutiendo en los estados de bienestar y menguando los progresos sociales del último siglo.


¿Cómo afecta esto a los ciudadanos?

Por supuesto, si es necesario reducir el déficit al mismo tiempo en que un país se encuentra en un periodo de decrecimiento, y asimismo se pretende estabilizar la prima de riesgo, las medidas de austeridad resultan inevitables para conseguir estos objetivos. Estas medidas de austeridad se reflejan en los múltiples y crecientes recortes sociales, desalojos, incremento del número de parados y la falta de inversión pública en los países afectados así como el malestar social y los altercados que tanta atracción mediática generan.

Por lo tanto, aunque es importante tener presente la actividad de los inversores y para ello usar como indicador la prima de riesgo, también es importante no olvidar que los estados parecen estar convirtiéndose cada vez más en maniquíes regidos por una fuerza en la que el progreso y el bien común no son la prioridad, si no que persiguen simple y rotundamente, satisfacer a los grandes grupos de inversión.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

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Guillem Vidal Lorda

Guillem Vidal Lorda es licenciado en Ciencias Económicas por la Facultad de Economía de Utrecht (USE) y tiene un MA en Relaciones Internacionales por el Instituto Barcelona de Estudios Internacionales (IBEI), donde actualmente trabaja como asistente de investigación.


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