Una de las particularidades que confirió más importancia a las revueltas en Egipto fue la presencia de todo tipo de grupos y movimientos en éstas. Entre éstos, uno de los grupos que, para deleite del mundo árabe y occidental, se manifestó y sigue manifestándose con más fuerza, ha sido el colectivo de la mujer. Es por ello que cabe preguntarse, ¿qué ha sido de la revolución en Egipto? ¿Y cómo ha evolucionado la incidencia de la mujer en ésta dado el actual contexto?
La mujer egipcia al inicio de la Revolución
En Egipto, la falta de participación de la mujer en la vida pública ha sido una cuestión de historia. Ya desde principios del siglo XX, la Sharia formaba parte de las fuentes del derecho egipcio. Y con ella el Estatuto Personal Musulmán (o más conocido como ley de la Familia), la ley encargada de regular la condición civil de la mujer y de oficializar la autoridad y el poder del hombre, manteniendo así un sistema de desigualdad de género que afecta a toda la sociedad egipcia (sin importar la religión).
Con el inicio de la revolución, los movimientos feministas y de defensa de los Derechos Humanos (DDHH) de las mujeres en Egipto, vieron como se abría una ventana de oportunidades. Un ejemplo fue el relanzamiento de la Nueva Unión Feminista de Egipto (New Egyptian Feminist Union). Una de sus miembros, Sahar Talaat explicaba en una conferencia en España el mes de noviembre que lo que quiere esta Unión es que a partir de ahora se construya una sociedad igualitaria que asegure no sólo los DDHH de todos los egipcios, sino también unos derechos específicos para la mujer de los que ahora no disfruta”.
Este grupo se manifestaba entonces muy positivo, y con una estrategia rotunda a favor de una sociedad civil fuerte igualitaria que no se basase en las premisas religiosas. Sahar Talaat recalcaba que “son muchos los problemas urgentes a solucionar en el colectivo de la mujer, principalmente el analfabetismo y la pobreza” -las mujeres son el colectivo más pobre de Egipto y al que más afecta el desempleo- y que por esta razón la unión estaba realizando una profunda la labor de concienciación entre las mujeres, sobre cuáles eran sus posibilidades de cara a las elecciones parlamentarias. Este grupo se oponía y se opone, frontalmente al partido político de Libertad y Justicia (el de los Hermanos Musulmanes). Un partido que, tal y como pronosticaba Talaat, tenía una gran ventaja de cara a las elecciones del pasado mes de enero: son un movimiento que durante años se ha mantenido en las sombras, una unión estructurada a lo largo de diferentes países. Un hecho que no sucede igual con los grupos laicos, muchos de los cuáles apenas están estructurados.
La mujer egipcia después de la revolución: hechos
“Women’s bodies have been the battlefront of so many battles before and will continue to be”. Ahmed Awadalla
Primero fue la agresión sexual de la corresponsal de la CBS, Lara Logan, el 11 de febrero de 2011, durante las protestas contra Hosni Mubarak. Ocupó todas las cámaras en Occidente, a pesar de que en Egipto no le dieron a penas importancia, frente a la revolución y la caída del dictador.
Poco después en marzo, se pusieron en marcha los famosos “tests de la virginidad” a las manifestantes. Una completa violación del honor de las mujeres en un país musulmán, que levantó mucha crispación, a pesar de que entonces todavía gran parte de la sociedad confiaba en los militares. El hecho de que ni los Hermanos Musulmanes ni los salafistas condenasen de inmediato públicamente estos acontecimientos fue motivo de fuertes críticas desde los grupos liberales. El uso de la sistemática degradación de las mujeres egipcias por parte de los militares egipcios, para frenar su participación en las revueltas; ha sido fuertemente criticada por la sociedad egipcia. De hecho los test de virginidad han sido prohibidos por ley durante el pasado mes de diciembre, gracias a la denuncia de una de las manifestantes afectadas.
Más tarde en mayo, se sucedieron los enfrentamientos a raíz del incidente de la joven cristiana Abeer Fakhry, que marginada y maltratada por su propia familia, decidió convertirse al Islam y casarse con un musulmán. Su familia la persiguió hasta darle caza y la encerró en una de las Iglesias más pobres y fundamentalistas del barrio de Imbaba, en la capital, donde se suceden frecuentes enfrentamientos. Su marido recurrió a los fundamentalistas musulmanes salafistas, quienes tras la caída de la policía secreta de Mubarak se han vuelto públicamente activos. Finalmente estallaron enfrentamientos entre ambas comunidades, que dejaron ocho musulmanes y cuatro cristianos muertos. Otros 210 resultaron heridos y se incendiaron dos iglesias.
Más reciente es la dramática protesta del 17 de diciembre en la que la policía militar egipcia no sólo agredió brutalmente a una manifestante sino que, además, la humilló desnudandola públicamente. La respuesta fue mucho más fuerte de lo que esperaban el 20 de enero, más de 10.000 mujeres marcharon en el centro del Cairo en protesta contra este comportamiento. Su grito de guerra: “Egyptian women are a red line”, no es un mensaje simbólico sino una realidad patente. No sólo en Egipto, sino también en muchos otros países de Oriente Medio, estos incidentes remarcan claramente como los asuntos de la mujer se convierten en herramientas en manos de los partidos religiosos o sectarios para conseguir poder. Y sirven al mismo tiempo a las fuerzas dominantes, en este caso el ejército, para privarlas de su derecho a la libertad de expresión y a la protesta.
¿Que queda pues de la participación de la mujer en la Revolución?
“We need a state that guarantees equal human rights, doesn’t matter the differences”. Magy Mahrous
En Egipto, el grupo político de los Hermanos Musulmanes, el llamado “Partido de la Libertad y la Justicia” ha ganado más del 45% de los escaños en las recientes elecciones parlamentarias; la segunda fuerza política más fuerte ha sido el grupo conservador salafista “El Partido de Al-Nour”; y la tercera fuerza ha sido el grupo liberal “El Partido Al-Wafd”.
El nuevo Parlamento tiene 508 escaños, de los que 498 han sido elegidos en las urnas y diez han sido designados directamente por la Junta Militar. La representación de la mujer asciende tan sólo a 10 escaños. Y está previsto que la junta militar cese su mandato a partir de junio, una vez tengan lugar las elecciones presidenciales. Sin embargo los manifestantes quieren que abandonen el poder lo antes posible.
El pasado martes 24 de enero, Amnistía Internacional (AI) denunciaba que muchos de los grupos políticos egipcios, especialmente los grupos dominantes, los islamistas, habían rechazado comprometerse a proteger los derechos de las mujeres y a abolir la pena de muerte.
El pasado mes de noviembre, AI envió un Manifiesto de Derechos Humanos a los representantes electos del Parlamento egipcio para que lo firmasen, y el resultado fue éste: de los grupos que contestaron, la mayoría afirmaron estar a favor de la mayoría de los puntos del manifiesto excepto comprometerse a proteger los derechos de las mujeres y a abolir la pena de muerte. Más preocupante fue sin embargo, que el partido mayoritario, el de la Libertad y Justicia, ni siquiera contestó a la demanda de AI. De hecho, tan solo dos pequeños grupos, el Partido Social Democrático de Egipto y el Partido de la Alianza Popular Socialista, firmaron el manifiesto completo.
De hecho el debate sobre la implementación de la Sharia, y las leyes islámicas para la próxima constitución, ya ha levantado las primeras controversias. Hasta ahora, la Sharia había sido utilizada como fuente del derecho para la Constitución de Egipto. Sin embargo, los grupos más liberales y defensores de los derechos de las minorías, como los grupos cristianos y de defensa de los derechos humanos de la mujer, quieren que esto cambie, y que aquellos fragmentos que dan poder a la Sharia, desaparezcan de la Constitución egipcia.
Todos estos acontecimientos han provocado que los principales grupos activistas de los derechos de la mujer miren inevitablemente hacía el ejemplo de la situación de la mujer en Irán tras la revolución de 1979, y se preocupen por lo que ocurrirá una vez los militares abandonen el poder y sean los islamistas quienes gobiernen.
De hecho, la participación de la mujer en las rebeliones árabes es un asunto que traspasa, sin lugar a dudas, fronteras. Con la mitad del parlamento casi en manos de los islamistas, las mujeres iraníes advierten a las mujeres egipcias y tunecinas del peligro de marginar a la mujer tras la revolución. En las últimas semanas miles de mujeres egipcias han podido ver en Internet un video que circula llamado “Un mensaje de las mujeres iraníes a las mujeres egipcias y tunecinas”. En este video un grupo de mujeres iraníes explican como a pesar de haber participado en las primeras filas de la Revolución de 1979, con la llegada de los islamistas fueron las primeras en ser oprimidas y limitadas de numerosas formas, incluida la del código de vestimenta y la obligatoriedad del velo:
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A ningún activista de la zona se le escapa la importancia de Egipto como clave de la consecución de una sociedad más igualitaria: si Egipto consigue una democracia real, laica y que asegure la igualdad entre hombres y mujeres, cabe la posibilidad de que esta situación se extienda a otros países. Pero si no lo consigue, la batalla puede estar perdida. No será ni el primer ni el último país en el que los asuntos de la mujer queden supeditados a la liberación nacional (un caso claro son los Territorios Ocupados de Palestina), o en el caso de Egipto, a la consecución de una democracia estable. Son muchos los analistas internacionales que predican la necesidad de dar soporte a grupos como el Partido de la Libertad y la Justicia en Egipto, no solo por su capacidad organizativa sino también en este caso, por su legitimidad democrática.
Sin embargo, tras comunicados como el de AI hace unos días confirmando la negativa de los principales grupos políticos egipcios a proteger y apoyar la defensa de los derechos de las mujeres; surge entre muchos, una inevitable y profunda preocupación e incertidumbre ante lo que puede ser un grave retroceso de las libertades y los derechos de las mujeres egipcias. ¿Será de nuevo el honor de la mujer el precio a pagar por la estabilidad política? El debate está abierto.
Todo mi apoyo para las mujeres de Egipto.
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