Angola ha cambiado de presidente: tras la retirada de Dos Santos, después de más de 25 años en el poder, João Lourenço es el presidente continuista del MPLA. Lourenço deberá enfrentarse a la división heredada de la guerra civil, una economía deprimida centrada en el petróleo y los diamantes, y una corrupción endémica arraigada en el Estado. ¡Analizamos el escenario angoleño!
Un 97% de la población española estaría dispuesta a acoger refugiados en el país. Sin embargo, mientras el gobierno se comprometió a aceptar a 17.337 personas, sólo han llegado 1.724 refugiados al país... ¡a falta de 4 meses para cumplir con la cuota de asilo establecida con la UE! Hoy nos trae esta explicación reivindicativa #AmnistíaInternacional.
¿Hay algún país condenado a ser un Estado fallido? En el Cuerno de África, a las puertas del estrecho de Bab el-Mandeb, por donde pasa el 20% del comercio mundial, los conflictos han hecho caer estados enteros. ¿Qué sucede en la región? Te lo contamos.
En palabras de Daveed Gartenstein-Ross, analista de antiterrorismo y asesor de defensa del gobierno de EE.UU.: "Todos los pasos dados por Estados Unidos beneficiaron a al-Shabab."
El Sahel es una región a caballo entre el desierto del Sahara y la sabana sudanesa que, actualmente, se ha convertido en el pozo de extrema pobreza más grande del mundo. Pero ¿por qué? En este artículo analizamos las 5 claves que han llevado la región a su situación de vulnerabilidad.
El macro-proyecto del gaseoducto transafricano impulsado por Marruecos y Nigeria supone, al mismo tiempo, un cambio en la geopolítica del continente y un nuevo paradigma en la construcción de relaciones Sur-Sur. Además, ambos países persiguen objetivos políticos y económicos que pueden verse realizados. Te contamos las claves de este proyecto.
Sudán puede haber realizado hasta 30 ataques químicos en la región del Darfur. En un conflicto en el que se calcula que han muerto 300.000 personas desde 2003, puede haberse cometido esta terrible vulneración de DD.HH. en frente de la misión de Naciones Unidas y la Unión Africana.
Afganistán, Siria, China, Corea, Irak, Libia… los conflictos del mundo, repartidos por todos los continentes, deberíamos vivirlos con mayor o menor intensidad de acuerdo con la violencia, la crueldad y el número de muertes. Sin embargo, los vivimos, en su mayoría, de acuerdo con la importancia o la influencia crítica que tienen sobre los Estados Unidos. Es una realidad que, en mayor o menor medida, la primera potencia mundial dicta el ritmo de la actualidad internacional en función de sus inversiones en armas, recursos o fuerzas militares en ciertos países en conflicto.
La Unión Africana se creó en el año 2001 reflejándose en una Unión Europea que actualmente nos demuestra que los proyectos de integración regional pueden involucionar con facilidad. Mientras Europa da pasos atrás, África camina hacia uno de los objetivos fundacionales de la UA: el panafricanismo.
El terrorismo, las redes de criminalidad transnacional, las pandemias, y las deficiencias en el aparato institucional de los estados africanos son algunos de los obstáculos que África deberá enfrentar para conseguir una integración regional que empieza con esta nueva medida, el “E-passport”.
El índice Global Terrorism Index 2015 sitúa a tres países africanos (Nigeria, Somalia y Libia) en su top 10 de estados donde el terrorismo tiene más impacto. En referencia al terrorismo yihadista, el foco internacional está puesto en Oriente Próximo y raramente, solo en casos puntuales, se fija en la incidencia de este fenómeno en el continente africano. Durante mucho tiempo, se creía que la probabilidad de que el yihadismo arraigara en África subsahariana era muy pequeña, ya que en esta parte del continente se práctica el sufismo, una rama del islam no ortodoxa, de forma más mística y que se centra en la espiritualidad del individuo. No obstante, actualmente, el yihadismo es un fenómeno en expansión en esta zona.
Boko Haram [Fuente: WikimediaCommons]
Las principales bandas terroristas de este área del mundo son: Boko Haram, originaria de Nigeria; Al-Shabab de Somalia; y Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), creada en Argelia. Además de actuar en sus países originarios, estos grupos han extendido su área de actuación a otros países.
Aparte de estas organizaciones, en la República Democrática del Congo, desde hace un par de años, un grupo yihadista, Muslim Defense International, está cogiendo fuerza y está incrementado su actividad en las regiones del noreste del país.
AQMI en el Oeste de África
Al-Qaeda del Magreb Islámico tiene presencia y ha actuado tradicionalmente en el Sahel (zona de transición entre el desierto del Sahara y la sabana sudanesa), concretamente en Argelia, Mali, Mauritania, Níger y Chad. En los primeros meses de este año, AQMI ha perpetrado ataques en dos países que no son su objetivo habitual: Burkina Faso y Costa de Marfil. Según los analistas, estos atentados fueron llevados a cabo para marcar perfil y presencia ante su rival, el Estado Islámico, entre otros motivos.
El Departamento de Estado de los EE.UU. asegura que AQMI ha respondido a la presión militar cambiando sus tácticas hacia unas más asimétricas. La banda terrorista ha incrementado los ataques de alto perfil contra los denominados “soft targets” (zonas donde los civiles se concentran en gran número), como sería el caso de los atentados en hoteles y resorts en Burkina Faso y Costa de Marfil.
Según algunos analistas, un posible nuevo objetivo podría ser Senegal ya que es un aliado pro-Occidente, especialmente de Francia y Estados Unidos. En enero de este año, las autoridades senegalesas arrestaron a 500 personas en una operación antiterrorista.
Los combatientes de Boko Haram se vieron obligados a abandonar sus bases originarias en las regiones del norte de Nigeria por la ofensiva del ejército nigeriano. Desde mediados del 2015, los terroristas se encuentran arrinconados en la Cuenca del Lago Chad. Esta región engloba parte de cuatro países: Nigeria, Camerún, Chad y Níger. Por consiguiente, actualmente, los cuatro países ribereños son atemorizados por la violencia de este grupo terrorista. Atacan aldeas, ejecutan a personas, roban ganado; y secuestran a mujeres y niñas, que más tarde las utilizan como bombas humanas o como esclavas sexuales.
Padres lloran a sus víctims en Chibok [Fuente: Wikimedia]
Además, Boko Haram se aprovecha del alto nivel de paro juvenil de la zona para reclutar combatientes. Muchos jóvenes en Camerún y Chad se han unido a la banda yihadista por la promesa de recibir un sueldo.
El año pasado, los cuatro países afectados y Benin reactivaron una fuerza conjunta, Multinational Joint Task Force, para combatir a Boko Haram. Según el historiador nigeriano, Max Siollun, los éxitos militares han cambiado la amenaza de Boko Haram pero no la han eliminado. Siollun añade que la banda terrorista se ha convertido en un grupo de “bandidos bien organizados”.
El ejército nigeriano lanzó el mes pasado el programa Operation Save Corridor dirigido a los combatientes de Boko Haram que se han rendido. Un equipo de psicólogos del comportamiento está trabajando en la desradicalización y la rehabilitación de estos militantes arrepentidos.
Al-Shabab en el Este de África
Aunque Al-Shabab perdió gran parte de su territorio entre 2011 y 2012, continúa controlando muchas zonas rurales en diferentes regiones de Somalia (Juba, Bay, Shabelle y Bakol). Asimismo, la banda terrorista está incrementando su presencia en las zonas del norte de Somalia, concretamente en las montañas de Golis y las áreas urbanas de Puntlandia.
Además de sus actividades en Somalia, Al-Shabab ha efectuado diversos atentados en Kenia, Uganda, Yibuti y Etiopía. Estos países están en el punto de mira del grupo yihadista porque integran la AMISOM, la misión de paz de la Unión Africana en Somalia.
De los países mencionados anteriormente, Kenia es el que ha sufrido más ataques porque cuenta con milicias autóctonas afiliadas a Al-Shabaab. Entre estas, la más destacada es Al-Hirija, que perpetró el atentado del centro comercial Westgate en Nairobi.
Muslim Defense International (MDI), antes conocido como Alliance of Democratic Forces, es una banda yihadista originaria de Uganda pero que actualmente actúa en la región North Kivu, al noreste de la República Democrática del Congo. Este grupo se formó en los años 90 con el objetivo de derrocar el gobierno de Uganda y reemplazarlo por un estado fundamentalista islámico. Obligados a abandonar el país, MDI se reubicó en North Kivu.
A pesar de que ya hace años que MDI emprende ataques violentos contra los cristianos de la región, desde hace un par de años se ha reorganizado y ha intensificado su actividad. Según el World Watch Monitor, el MDI ha masacrado aldeas, ha secuestrado a niños y hombres y los ha forzado a convertirse en militantes del grupo. También ha secuestrado a mujeres para utilizarlas como esclavas sexuales.
En una carta conjunta, los obispos de la Provincia de Bukavu (en el este de la RD del Congo) denunciaron la existencia de un “clima de genocidio” y la pasividad del estado y la comunidad internacional.
Una respuesta integral para acabar con el yihadismo
Secuestrados en un autobús por Boko Haram [Fuente: WikimediaCommons]
El analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos, Jesús Díez Alcalde, asegura que aunque la solución militar y policial es de vital importancia, estas no conseguirán acabar con las causas que de una forma alarmante dotan a los extremistas islámicos de una gran capacidad de captación, radicalización y financiación. Hasta el momento, las respuestas se han centrado demasiado en medidas represivas en materia de seguridad para eliminar estos grupos.
Según Díez Alcalde, también es necesario mejorar la gobernabilidad, la seguridad y el desarrollo estatal de los países afectados. Para conseguir estas mejoras el analista propone siete medidas: implantar o regenerar sistemas democráticos; fortalecer las instituciones estatales, sobre todo el sistema judicial; generar fuerzas de seguridad y policiales bien dimensionadas; ejercer una administración efectiva y controlar las fronteras estatales; promover el diálogo político con todas las partes del conflicto; fomentar políticas socio-económicas que reduzcan la desigualdad; y luchar contra la corrupción, el crimen organizado y el radicalismo religioso.
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