Tras concluir de manera infructuosa el período de negociaciones entre los líderes políticos, el pasado 3 de mayo se firmó la disolución de la undécima legislatura de la democracia, sin duda la más breve hasta el momento. Comienza un nuevo período electoral que finalizará el próximo 26 de junio con unas nuevas elecciones en las que si bien repiten los mismos líderes la oferta electoral es distinta. Aprovechamos el impasse para interrogar a Pablo Simón, politólogo y editor de Politikon, sobre su análisis de lo que está sucediendo.
La oposición al gobierno, cada vez más autoritario, de Vladimir Putin tiende a sufrir una fuerte represión por parte del Estado. Entre las formas de combatir la disidencia se encuentra el asesinato, el desprestigio y el encarcelamiento. El presidente ha demostrado que ni el poder político, el económico, el mediático ni el exilio son rivales para su guerra personal contra aquellos que quieren verle fuera del poder.
El respeto por los derechos civiles y los Derechos Humanos es muy discutible en la Rusia contemporánea. Olga Romanova, impulsora de la organización Rusia entre rejas, es un ejemplo de lucha de la sociedad civil rusa contra un sistema judicial corrupto pensado para acallar voces disidentes en el régimen de Putin.
El respeto por los derechos civiles y los Derechos Humanos es muy discutible en la Rusia de Putin. Ciertamente, parece que el presidente goza de un gran apoyo social en el país pero ¿qué pasa con los opositores? Del GULAG a las colonias penales: la brutalidad represiva de la Federación Rusa.
Desde del colapso de la Unión Soviética, Rusia y el mundo occidental han tenido que calibrar sus relaciones pasando por momentos de cooperación y de desencuentro. Con la expansión de la OTAN y la intervención rusa en Ucrania, estas relaciones se encuentran en un punto de confrontación en materia de seguridad que se hace patente en las represalias diplomáticas.
Si bien la etiqueta de partidos populistas incluye a partidos de diferente pelaje, en ella se encuentran los grupos que hasta hace bien poco eran considerados revoltosos actores de la periferia y que ahora han pasado a ser centrales, como Syriza, UKIP, el FN o Podemos.
Los hechos sucedidos en Ucrania a lo largo de este año enlazan con una política expansionista iniciada y cada vez más robusta del presidente ruso, Vladímir Putin, en la que va sumando territorios con el fin de recuperar parte del “Russkiy Mir” (el mundo ruso, en castellano) perdido después de la desintegración de la Unión Soviética. Uno de los aspectos más claros de esta política es la expansión territorial, aprovechando lo que él entiende como la identidad rusa: toda persona que hable o, simplemente, se sienta rusa. Aún así, no queda del todo claro si la estrategia pasa por anexionar territorios tanto como desestabilizar una región que flirtea con la idea de ingresar en la órbita occidental ya sea a través de la Unión Europea como de la OTAN. Un breve repaso a lo sucedido desde la disolución de la Unión Soviética revela las intenciones contradictorias del gigante ruso.
Qué vino antes de Ucrania
Se entiende por conflicto congelado el escenario existente cuando después de una crisis o una guerra el enfrentamiento sigue latente, incluso cuando se ha firmado un acuerdo de paz. A pesar de lo flexible del concepto, en relaciones internacionales suele estar vinculado a los conflictos irresolutos en los países de la esfera soviética.
Bandera de Transnistria: ésta era la bandera de Moldavia durante el periodo soviético [Foto: Marisha via Wikipedia]
Cuatro son los nombres que vienen a la cabeza cuando se asocia conflicto congelado y Rusia: Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno-Karabaj. A día de hoy, Moldavia, Georgia y Armenia se niegan a reconocer la independencia de las regiones pero el peso que supone la presencia militar y asistencial rusa hace que de facto actúen como estados independientes. Cabe resaltar que el único que está cerca de ser reconocido por la comunidad internacional es Transnistria, atendiendo a una resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Todos ellos forman parte de la Comunidad para la Democracia y los Derechos de las Naciones, plataforma de pomposo nombre usada para dotarse mutuamente de legitimidad, aunque ninguno goce de ella a ojos de la Unión Europea, la ONU o la OTAN.
Y esto, ¿a quién beneficia?
Nadie duda a la hora de señalar a Rusia como la mano que mece estos movimientos nacionalistas. Agita la zona y se presenta como pacificador de la misma una vez sucede la rebelión. Mediante el suministro de armas y, llegado al caso, de militares, promueve los alzamientos y crea una inestabilidad que impide la unidad de los países que recuperaron la independencia hace ya casi un cuarto de siglo. Éstos se ven incapacitados para presentar batalla y sucumben. En un primer momento podría parecer que la intención fuera anexionar estos territorios, muchos de ellos ni siquiera limítrofes, aunque rascando un poco más se van entendiendo otros motivos: detener su acercamiento a occidente y evitar perder su capacidad de influencia. La OTAN no aceptaría un miembro con disputas territoriales sin resolver, como ya dejó claro el ex Secretario General de la organización Anders Fogh Rasmussen, por lo que el amparo militar al que podrían acceder queda denegado.
Conflicto congelado como herramienta política
Por lo tanto estamos ante un uso político de este tipo de conflicto, que ha dejado miles de muertos y desplazados. Este hecho no impide que Rusia sea vista por sus nuevos, o recuperados, ciudadanos como un actor que simboliza justicia y prosperidad, a pesar de no terminar de cerrar las operaciones. En el último caso, Donbás y Crimea, los rebeldes entienden que fue Ucrania quien primero desestabilizó la zona al derrocar al
Ejemplo del territorio que Rusia quiere recuperar de acuerdo a su proyecto [Biblioteca Nacional de España vía Flickr]
presidente electo, Víktor Yanukóvich, quien representaba los intereses de los rusófilos. Siguiendo esta lógica, ante esta provocación Moscú no tuvo más remedio que actuar para defender la seguridad e intereses de la población rusa.
Otros aspectos colaterales
Descrito lo que supondría a nivel geopolítico no se puede obviar otro motivo: el económico. Mirando en el mapa dónde están ubicados parte de las regiones en conflicto comprobamos que ocupan una franja de la región del Cáucaso, habilitando así la conexión con el mar Caspio, ergo los recursos naturales que de ahí provienen. La llamada ruta energética del Cáucaso sur facilitaba el petróleo y gas a Europa sin el control ruso, situación ya “arreglada” con el control de ciertas áreas.
Novorossia
Putin está revolviendo en el baúl de los recuerdos y quiere dar lustre a la idea de la Gran Rusia, esa que abarca a los territorios donde haya rusos, tanto en su dimensión étnica como cultural y lingüística, independiente de dónde estén habitando. Si acudimos a la web “Russkiy Mir”, pinchando en el apartado ideología, podemos leer lo siguiente:
“La paz es la ausencia de discordia. El “Russkiy Mir” es además la reconciliación rusa, la aprobación, la armonía rusa, la unidad, las escisiones superadas del siglo XX. Esta serie de acontecimientos simbólicos forma ya esta situación – la unión de las iglesias, la exhumación y nuevo entierro de figuras importantes de la emigración”.
La idea que se proyecta desde esta plataforma oficial es solo una de las caras del proyecto: la romántica idea de la unión de los pueblos que creen en una Nueva Rusia fuerte, un resurgimiento del ave fénix. Sin embargo, nada dice sobre el respeto a la soberanía nacional y a los derechos humanos o violaciones de libertades básicas. Analizando cómo ha actuado Rusia en los conflictos que ha promovido comprobamos que la paz no es la ausencia de discordia, de la misma manera que mantener congelado un enfrentamiento es perpetuar una situación cruel e injusta para la población de esos territorios, independientemente de que formen o no parte de la comunidad.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro
Foto de portada: Exposición sobre la URSS. Emiliano vía Flickr.
Dos semanas después de las elecciones legislativas ucranianas del 26 de octubre, se volvió a votar en la zona de Donbás, concretamente en dos regiones autoproclamadas repúblicas independientes de Ucrania: la Repúblicas Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. De nada ha valido lo pactado en los Acuerdos de Minsk, firmados dos meses antes en la capital bielorrusa en un punto en el que pareció posible un acuerdo entre Ucrania y Rusia. Se cumplieron los pronósticos y los vencedores fueron los principales candidatos, aún así no ha llegado la certidumbre ni a la región ni al país en general si no todo lo contrario: han enquistado aún más un enfrentamiento en que las consecuencias las están pagando los ciudadanos.
Apoyo de la comunidad internacional:
Firma del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE
La oposición de Kiev a la celebración de los comicios no ha tenido relevancia ya que los líderes de las zonas insurrectas no reconocen la legitimidad del Gobierno ucraniano. La celebración de las elecciones ha tenido una condena explícita por parte de todos los actores relevantes. ONU, Unión Europea y Casa Blanca han condenado de manera unánime la celebración de la votación, actuando en bloque desde que comenzó el conflicto. Atendiendo a las palabras de los convocantes, nada de esto importa ya que ellos sólo buscaban un escudo protector, Rusia, y no sólo lo han obtenido sino que miembros de la Duma se han desplazado in situ para otorgar legitimidad a las votaciones. Previamente, el canciller ruso, Lavrov, había bendecido la iniciativa. Con los resultados escrutados, Zakharchenko será el Primer Ministro en Donetsk y Plotnitsky en Lugansk.
¿Qué queda de los Acuerdos de Minsk?
Doce fueron los principales puntos del acuerdo firmado en septiembre en la capital bielorrusa.
Garantizar un alto el fuego bilateral inmediato: incumplido, desde septiembre el conflicto ha dejado decenas de víctimas, militares y civiles.
Garantizar la vigilancia y supervisión, por parte de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), del régimen de alto el fuego: consecuencia de lo primero, incumplido también.
Llevar a cabo una descentralización del poder, permitiendo un autogobiero temporal en zonas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, bajo una ley de “estatus especial”: incumplido, entendiendo la justicia bajo su criterio, las dos zonas sublevadas han decidido que el “estatus especial” se convierta directamente en independencia.
Garantizar una vigilancia activa y constante por parte de la OSCE en la frontera entre Ucrania y Rusia, junto con la creación de una zona de seguridad en sectores fronterizos: incumplido, las zonas fronterizas han sido cruzadas en multitud de ocasiones por tropas rusas, sin identificar; la OSCE apenas puede llevar a cabo misión de control en la zona.
Liberar de inmediato a todos los prisioneros y personas detenidas ilegalmente: incumplido, Ucrania se ha negado a ceder en este punto en tanto en cuanto los rebeldes no cesen en su actividad, lo que nos lleva a un camino sin salida.
Aprobar una ley contra el enjuiciamento y castigo de personas relacionadas con determinados acontecimientos en las regiones de Donetsk y Lugansk.: incumplido por los motivos explicados en el anterior punto.
Mantener un diálogo nacional inclusivo: incumplido, Poroshenko está teniendo una fuerte oposición interna que presiona para no negociar con los rebeldes. Incluso dos expresidentes se han manifestado públicamente en contra de cualquier muestra de diálogo .
Tomar medidas para mejorar la situación humanitaria en el Donbás (Donetsk y Lugansk): incumplido, ¡en seguida te explicamos porqué!
Garantizar la celebración de elecciones locales anticipadas en Donetsk y Lugansk: incumplido, los rebeldes se adelantaron a la fecha prevista en una muestra de no reconocer la autoridad ucraniana.
Retirar los grupos armados ilegales, el armamento pesado y todos los combatientes y mercenarios de territorio ucraniano: incumplido, como se ha dicho anteriormente, desde Rusia se ha provisto de material militar de manera continúa.
Adoptar un programa de revitalización económica del Donbás y restaurar la actividad en la región: incumplido, después de las elecciones el Gobierno ucraniano ha decidido dejar a su suerte a la región, empujándola a la dependencia económica de Moscú.
Garantizar la seguridad personal de los participantes en las consultas: incumplido, cada actor se ha ocupado de este tema de manera individual, aclarando que en las elecciones ucranianas no se votó en la región de Donbás.
Ucrania suspende las ayudas oficiales:
Una Sola Ucrania
Bajo el argumento de no financiar grupos terroristas, el Gobierno ucraniano ha cortado las ayudas oficiales a los habitantes de la zona. Éstas comprenden: pensiones, subsidios de desempleo, prestaciones por invalidez y subvenciones a familias numerosas y supondrán un ahorro aproximado de 2.000 millones de euros. El Primer Ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, ha empleado un discurso de doble moral: mientras que asegura que las ayudas cesarán para que el dinero no llegue a manos de delincuentes rusos, anuncia que no se cortará el suministro de gas ya que “son nuestros territorios, es nuestra gente. Con los terroristas hablaremos aparte. Se aproxima el invierno, por lo cual sería duro, en primer lugar, para la gente. El Gobierno no permitirá que se congelen, porque eso llevaría a una catástrofe humana”, aclarando después de que estas medidas dejarán de tener efecto una vez los rebeldes entreguen el control de la zona. Por lo tanto, queda en duda hasta qué punto quiere el gobierno hacerse cargo de los habitantes de la zona. Y, también, queda por saber si detrás de esa decisión no estará el hecho de que la zona de Donbás acumule la mayor parte de las cuencas mineras del país.
Nula capacidad para resolver el problema:
Urnas y acuerdos a un lado, el primer aniversario del Euromaidán deja un escenario peor del que había antes: un presidente derrocado; un nuevo presidente elegido en unas elecciones en las que no votó más de cuatro millones de votantes; unas elecciones en territorio ucraniano pero solo reconocidas por Rusia; Crimen conquistada sin necesidad de que hubiera guerra; Lugansk y Donestk en guerra civil…Estos son los elementos más claros, ya que de aquí subyace la incapacidad de unos (Rusia) y otros (U.E.) por poner fin a un conflicto con más de cuatro mil muertos y una cantidad imposible de concretar de exiliados.
Las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar el pasado domingo han supuesto un significativo apoyo para el Presidente Poroshenko, quien las convocó para consolidar su proyecto de país y la postura ante los dos grandes actores que la ambicionan: Rusia y la Unión Europea. La Rada Estatal se ha decantado hacia la segunda.
Este pasado febrero tuvo lugar en Ulsan, Corea del Sur, el bautizo del navío “Independence”, buque que será cargado de gas natural licuado con destino al puerto lituano de Klaipeda. ¿Qué supondrá esta nueva política energética para el país báltico?
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