Una apuesta necesaria por la igualdad
En una democracia real y un Estado de derecho las personas homosexuales y toda la diversidad sexual pueden acceder de manera libre, segura e igualitaria al matrimonio. No reconocer el derecho de las personas gays a contraer matrimonio es negar la igualdad entre todas las personas, es negar la libertad de las parejas del mismo sexo a tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos, vidas y corazones; es no garantizar el derecho a una vida libre de violencias, es aceptar como algo dado que existen diferencias discriminatorias entre las personas por su género y orientación sexual y, en consecuencia, las parejas homosexuales no tienen la misma legitimidad y derecho para casarse como lo hacen las parejas heterosexuales; es encasillar a las personas gays como ciudadanos de segunda clase, es discriminar por motivos de orientación sexual, es validar un sistema heteronormativo violento contra las poblaciones LGBTI y toda la diversidad sexo-genérica.
Generalmente, cuando se niega el matrimonio igualitario, se alude a la religión y designios de la creación divina del hombre y la mujer, sustentándose en la complementariedad reproductiva entre machos y hembras; sin embargo, la incomplementariedad reproductiva biológica no significa que las personas no se puedan complementar en el plano emocional, genérico-sexual, político y cultural. El fin del matrimonio no es la procreación, sino el amor, la amistad, la solidaridad, sororidad y la genuina convicción de respeto, consentimiento y voluntades entendidas entre personas adultas que desean unir sus vidas.
Las personas LGBTI tienen derecho a no ser discriminadas
Toda persona debe vivir una vida libre de discriminación motivada por cualquier condición como el género, el sexo o la orientación sexual. El derecho humano a la no discriminación es un derecho consagrado en instrumentos internacionales como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966. El derecho a la no discriminación para las personas LGBTI quiere decir que tienen derecho a que no se haga ninguna exclusión, distinción o restricción por razones de género u orientación sexual. Es decir, reconocer que el matrimonio es solamente propio, aceptado y reconocido para parejas heterosexuales y no para las personas LGBTI es negar derechos a otras personas, que por su condición de humanos ya poseen.
La igualdad ante la ley es un derecho y un principio fundamental del derecho internacional de derechos humanos, y el matrimonio es un tema de leyes y de Estado, no de religiones. Para que un Estado sea igualitario debe antes reconocer los derechos de las personas LGBTI a contraer matrimonio. La igualdad real debe ser sustantiva y efectiva tanto dentro de la familia como en la sociedad en su conjunto, negar el derecho al matrimonio a las personas gays es negar su igualdad frente otras. Todas las personas tienen derecho a vivir en un ambiente seguro y libre de violencias, y las personas LGBTI, por ser ellas mismas, son sujetas a discriminación, que muchas veces es agravada por no contar con un marco jurídico de protección que les permita acceder a derechos colectivos y de convivencia como la salud, la educación y la seguridad social, por ejemplo.
Oposición de la derecha a la igualdad de derechos en Australia
Aparte del sector progresista, Australia también ha tenido una derecha tradicionalista y conservadora que se ha negado históricamente a la aprobación del matrimonio igualitario en el país, a pesar de que la mayoría de los australianos estaban a favor de su legalización. Por ejemplo, el ultraderechista y ex primer ministro Tony Abbott, del Partido Liberal Australiano, se ha referido contra el matrimonio igualitario, negándose a su legalización y defendiendo la anacrónica Ley Federal de Matrimonio de 1961, que reconoce únicamente como válida la unión entre parejas de diferentes sexos, es decir, entre un hombre y una mujer. Negando así el derecho humano y constitucional del pueblo australiano a no sufrir discriminación y acceder de manera libre de violencias al matrimonio. Esta misma Ley Federal no observaba las uniones celebradas en otros territorios fuera de Australia, negando por completo la posibilidad de matrimonio a muchas parejas homosexuales australianas.
Es importante mencionar que debido a la presión política de colectivos y organizaciones civiles a favor del matrimonio igualitario, el conservador Abbott manifestó, en su momento, ciertas intenciones de convocar a un plebiscito para decidir si el matrimonio igualitario debería legislarse. Sin embargo, este referéndum no se concretó debido a la oposición en el Congreso y definitivamente por falta de voluntad política, que se camufló atribuyéndose la negativa a la falta de fondos para su celebración.
Una justicia injusta
El conservadurismo también ha contaminado la justicia australiana. Ya que en el 2013 la Corte Suprema de Australia dictó una sentencia con carácter retroactivo que revocó la Ley de Matrimonio entre Personas del mismo Sexo en el Territorio de la Capital de Australia (Ley TCA) que permitía el matrimonio a parejas gays en Camberra. La Corte manifestó que era inconstitucional y contraria a la Ley Federal de Matrimonio de 1961, quitándoles derechos ya adquiridos a muchos ciudadanos que ya se habían casado en dicha ciudad.
En este proceso, la homofobia y el odio no han estado ausentes, ya que grupos fundamentalistas encontraron eco en la sociedad australiana para manifestarse en contra de la igualdad de derechos. Lyle Shelton, dirigente del Australian Christian Lobby, aplaudió la decisión del Tribunal al considerar el matrimonio como una institución natural dada entre un hombre y una mujer que permite a la niñez crecer con padres biológicos. Reduciendo el fin del matrimonio a la reproducción procreativa.
El pueblo australiano dice “Sí”
Australia es más justa, igualitaria y libre hoy en día, ya que se ha sumado a la lista de aquellos países como Francia, Holanda, EE.UU., Canadá, Suecia, Islandia, Argentina, Brasil, Nueva Zelanda, Uruguay, Sudáfrica, Noruega, etc. que han dicho sí a la libertad y la igualdad de derechos entre todas las personas.
Según el Australian Bureau of Statistics, 12’7 millones de australianos, que representaron el 79’5% de la población total en edad de votar, participaron en una consulta nacional realizada por correo postal a finales del año 2017, donde decidieron el futuro del matrimonio igualitario en dicho país. El 61’6% de esta población participante estuvo a favor del matrimonio igualitario, contra un 38’4% que dijeron no a la igualdad, a los derechos humanos de las parejas homosexuales y a la justicia social. El actual primer ministro Malcolm Turnbull reconoció la voluntad popular de los australianos y recomendó al Parlamento legislar a favor del matrimonio igualitario que defiende el amor, la justicia y el compromiso, cuestión que se hizo realidad en diciembre de 2017.
El 14 de noviembre de 2017, en su cuenta de Twitter, el primer ministro Turnbull dijo: “The people of Australia have spoken and I intend to make their wish the law of the land by Christmas. This is an overwhelming call for marriage equality”. Comprometiéndose a que el matrimonio igualitario fuera una realidad antes de la Navidad de ese mismo año, lo cual se logró, convirtiéndose en el mejor regalo de Navidad para las personas LGBTI de Australia.
La campaña a favor del matrimonio igualitario en el país
A pesar de que los derechos no se votan ni se someten a consultas públicas, porque los tenemos por ser seres humanos, someter a consulta el matrimonio igualitario en Australia fue parte de una estrategia en la que el primer ministro Turnbull buscó el respaldo de la ciudadanía con el fin de presionar el Parlamento, en especial a los colegas conservadores del Partido Liberal que se oponían a la igualdad sustantiva para las parejas gays en Australia. El primer ministro, después de saber los resultados de la encuesta, dijo: “Mi compromiso era darle a cada australiano su voz”.
Otros liderazgos políticos se han manifestado públicamente a favor del matrimonio igualitario, como la líder del Partido Verde de Australia, Christine Milne, o Sarah Hanson-Young —esta última presentó, tras la revocación de la Ley TCA en 2013, un proyecto de ley a favor de la legalización del matrimonio igualitario.
A pesar del respaldo del primer ministro y de cierta clase política, la legalización del matrimonio igualitario no es un logro de la política sino una conquista de la ciudadanía australiana. Rodney Croome, director de la Australian Marriage Equality Organization, vocero del Grupo Tasmanian Gay and Lesbian Rights y de Just Equal, y otras organizaciones han promovido el derecho al matrimonio de las personas del mismo sexo en Australia desde hace varios años.
La aprobación del matrimonio igualitario en 2017 ha sido una conquista social fruto de un difícil camino de luchas: en el 2012 fue rechazado el matrimonio entre personas del mismo sexo por el Parlamento Federal; en el 2013 fue aprobada y posteriormente derogada la Ley TCA por el Tribunal Superior; y otras muchas propuestas legislativas en diferentes entidades a favor del matrimonio igualitario tampoco prosperaron.
La igualdad se ha hecho presente
La nueva Ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo no ha dejado de surtir efectivos positivos desde su aprobación, permitiendo a muchas parejas homosexuales contraer matrimonio. Fue el caso de Lauren Price, de 31 años, y Amy Laker, de 29 años, que fue la primera pareja en casarse dos semanas después de haber sido promulgada la Ley. Otro caso emblemático fue el del Diputado Tim Wilson, perteneciente a la Coalición Conservadora, quien le propuso matrimonio a su novio, Ryan Bolger, en la Cámara de Representantes Australiana mientras se debatía la legalización del matrimonio igualitario en dicho país. Definitivamente, hoy Australia es más libre e igualitaria.
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