19/04/2024 MÉXICO

El manglar en el golfo de Fonseca: amenazas para un ecosistema clave en la soberanía alimentaria de la zona

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El manglar es un ecosistema único, complejo y frágil, fuente de vida, de protección y de sustento para los pueblos y comunidades costeras. Ubicado en el golfo de Fonseca, es capaz de sustentar una diversidad biológica extraordinaria en un equilibrio dinámico y armonioso, con complejas relaciones entre cada componente del ecosistema. Un equilibrio ecológico y social en peligro por el preocupante desarrollo industrial.

El manglar es un ecosistema único, complejo y frágil, fuente de vida, de protección y de sustento para los pueblos y comunidades costeras. Ubicado en el golfo de Fonseca, es capaz de sustentar una diversidad biológica extraordinaria en un equilibrio dinámico y armonioso, con complejas relaciones entre cada componente del ecosistema.

Gaviotas y pelícanos aprovechan los últimos rayos de sol de la tarde después de haberse alimentado en las aguas del golfo. Al fondo, mangle con sus raíces visibles en marea baja. Imagen: ESF Galicia.
Gaviotas y pelícanos aprovechan los últimos rayos de sol de la tarde después de haberse alimentado en las aguas del golfo. Al fondo, mangle con sus raíces visibles en marea baja. Imagen: ESF Galicia.

Es un ecosistema complejo pero frágil, por lo que una alteración de los cambios ambientales puede perjudicar fácilmente las múltiples interrelaciones en las cadenas tróficas y los ciclos de vida de las especies. Por eso, al dañar alguna parte del sistema, aunque se afecte un área relativamente pequeña, las consecuencias se sienten en todo el ecosistema. En el Golfo de Fonseca la amenaza de la cría industrial del camarón y su vertiginoso crecimiento están haciendo peligrar su futuro. Futuro frágil el del Golfo porque la legislación vigente en cuanto a su protección no está siendo respetada. Frágil porque la industria del camarón, apoyada y fomentada, está sobreexplotando este ecosistema de manera irrecuperable. Y las implicaciones ambientales y sociales de la destrucción de estas áreas de carácter único e irreemplazable, son devastadoras.

El bosque de mangle del Golfo de Fonseca en el sector de Honduras está formado por una franja costera, en los departamentos de Valle y Choluteca, de 0 a 40 km de ancho y 163 km de largo, que parte de la frontera con la República de El Salvador a la frontera con la República de Nicaragua. Grandes familias de aves y reptiles están únicamente adaptadas a entornos de este tipo. En el mangle hondureño coexisten 204 especies de aves, 33 de mamíferos y 52 de reptiles y anfibios. En este ecosistema se pueden encontrar seis especies de mangle pertenecientes a tres familias: el mangle rojo (Rizophora mangle y R. racemosa), el curumo negro (Aviccennia germinans), el curumo blanco (Aviccennia bicolor), el mangle blanco (Laguncularia racemosa), y el botoncillo (Conocarpus erectus). Por esta razón, la protección y la conservación son prioritarias para garantizar la continuidad de los recursos forestales, biológicos e hidro-biológicos generados por ellos.

Una garza reposa a la sombra de las raíces del mangle. Imagen. ESF Galicia.
Una garza reposa a la sombra de las raíces del mangle. Imagen. ESF Galicia.

El manglar es, en primer lugar, un ecosistema con un incalculable valor ambiental. Ofrece numerosas funciones ecológicas, de producción y regulación: protección frente a inundaciones y fenómenos climáticos; fuente de biodiversidad que alberga un gran número de especies endémicas de aves, peces y reptiles; protección frente al cambio climático por la valiosa función ecológica que supone la fijación de carbono de la atmósfera que lleva a cabo; estabilización de la línea costera: contención de la cuña salina del mar impidiendo la salinización de aguas dulces y tierras próximas…


Cuando los manglares son degradados para el desarrollo de la industria del camarón se producen impactos ambientales derivados de la sobre-explotación de los recursos, se rompe el equilibrio de la cadena trófica y se pone en peligro la viabilidad futura del ecosistema. En la actualidad, la mayor amenaza a escala global para este valioso ecosistema son las piscinas dedicadas a la acuicultura de camarón.

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Mapa que muestra el aumento continuado de la superficie ocupada por las lagunas para cría de camarón. Fuente: Estudio multitemporal de la superficie ocupada para la cría de camarón en el golfo de Fonseca, Honduras. “Laboratorio do Territorio de la Universidade de Santiago”.


Los datos son alarmantes. Las 2000 hectáreas que existían para la cría artificial del camarón en 1985 se convirtieron en 24.378 hectáreas en el 2011 en la zona hondureña del Golfo de Fonseca. Esto supone que el área ocupada por esta actividad se ha multiplicado por 20 en los últimos 25 años; es decir, ha crecido a un ritmo estimado de casi 1600 hectáreas nuevas de producción por año, según los datos obtenidos de un estudio multitemporal, llevado a cabo por el LaboraTe (Grupo de Investigación GI-1934-TB de la Universidad de Santiago de Compostela). De este estudio también se concluye que el crecimiento de las lagunas de camarón ha ido parejo a la destrucción de la superficie ocupada por el ecosistema manglar. De las 107.167 hectáreas existentes en el año 1985 sólo se conservaban 78.509 en el año 2011.

A partir del 10 de Junio del año 1999 y como medida para frenar esta devastación, el Sistema de Humedales de la Zona Sur de Honduras, en los departamentos de Valle y Choluteca, es considerado como Sitio RAMSAR No 1000. La Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, llamada la Convención de Ramsar, es un tratado intergubernamental que sirve de marco para la acción nacional y la cooperación internacional en pro de la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos. Pero esta medida no ha sido respetada, pues incluso las zonas declaradas protegidas han sido ocupadas por la industria del camarón. El mangle ocupaba un área aproximada de 69,711 ha, dentro y fuera de las áreas protegidas (PROMANGLE 2000), mientras que en la actualidad, según el mapa forestal de 2014, se estima que tiene un área de 33,205 ha, lo que representa una pérdida del 52.36% en 16 años.


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Las raíces del mangle retienen arena y lodo en los esteros, protegen pequeños animales de depredadores y sirven de lugar de desove de numerosos peces. Crean el ambiente adecuado para la base de la cadena trófica del Golfo. Imagen: ESF Galicia.

Este hecho, además de las consecuencias ambientales mencionadas, tiene un impacto social y económico sobre las comunidades de la zona, pues el manglar también es tradición, cultura, fuente de subsistencia y de alimento para las poblaciones locales que practican la pesca artesanal. La pesca artesanal no es una actividad económica que reporte grandes beneficios a una empresa o en impuestos al estado, pero sí es una actividad económica fundamental para el sustento de numerosas familias, que se alimentan y consiguen algunos ingresos a través de ella. Tiene, por tanto, una implicación muy importante para la seguridad y soberanía alimentaria de la zona.

La industria del camarón cultivado se instaló a principios de los 70 y creció y se extendió posteriormente con el incentivo del Gobierno central y mediante el aporte masivo de inversión de capital privado, con una concentración e intensificación en las empresas de mayor nivel tecnológico. Los pescadores artesanales no tienen la capacidad de presión ante instancias superiores con la que cuentan estas grandes empresas (alguna de las cuales cuentan con la participación de empresas españolas). No tienen, por ejemplo, capacidad económica y asesoramiento o apoyo legal, capacidad de exponer cifras de contratación de empleados, y con ello capacidad de presión, por lo que van “perdiendo terreno” de forma literal. Las grandes empresas consiguen concesiones gubernamentales para la explotación de grandes zonas costeras que tradicionalmente utilizaban las comunidades locales para la pesca y el marisqueo artesanal.

Una actividad que amenaza la soberanía alimentaria de los pueblos

En muchos casos se priva a las comunidades locales de un derecho que tenían por tradición e historia, y que debería ser reconocido legalmente: el acceso a la tierra y al aprovechamiento sostenible de sus recursos. Es un hecho que la instalación de piscinas artificiales en zonas de dominio público ha frenado el desarrollo de las actividades tradicionales de los pueblos ancestrales. La instalación de barreras y alambres electrificados, la privatización de tierras, el bloqueo de caminos de libre circulación, etc. constituyen una realidad para pescadores/as y mariscadores/as artesanales. Ven además como el rubro del camarón ha dejado de ser una opción económica y competitiva para los pequeños productores, y solamente las grandes empresas pueden competir económicamente en la actualidad.

Los/as pescadores/as, que llevaban toda la vida practicando su profesión en el manglar y esteros, no se han resignado a su destrucción, sino que, en numerosas ocasiones, han luchado y defendido sus derechos oponiéndose a la expansión de la camaronicultura. Lamentablemente se producen persecuciones, amenazas, coacciones y agresiones por encargo de estas empresas o propietarios/as de grandes fincas camaroneras y se intenta criminalizar la defensa del territorio, y en ocasiones incluso desde instancias oficiales, de tal forma que los pescadores ven muy reducidas sus alternativas para combatir esta situación de indefensión ante el expolio de su medio de vida. A pesar de ello, existen personas que permanecen en la lucha.


Instalación de bombeo de agua de finca en la Bahía de Chismuyo, zona protegida del Golfo de Fonseca. Se observa la destrucción del bosque de mangle. Imagen: ESF Galicia.
Instalación de bombeo de agua de finca en la Bahía de Chismuyo, zona protegida del Golfo de Fonseca. Se observa la destrucción del bosque de mangle. Imagen: ESF Galicia.

El avance de la industria del camarón contribuye a la creación de una enorme injusticia socio-ambiental. La Naturaleza, de la que formamos parte todos y todas, y por tanto el conjunto de la sociedad, es la que asumirá tarde o temprano los costes de la degradación ambiental de este ecosistema. Es, en cambio, una minoría, la que logra acaparar en este momento los beneficios económicos derivados de la actividad. La mayor parte de la población local sufre ya, como consecuencias, el aumento de la pobreza, la contaminación, el hambre, la vulneración de sus derechos… y en cambio las ganancias son acaparadas por unas pocas compañías. Los/as pescadores/as y mariscadores/as artesanales se hayan en un punto en el que muchas veces su única opción viable es unirse a estas industrias que les han “robado” el territorio.

Son industrias que, en muchos casos, infringen la legislación ambiental. El cultivo artificial de camarones se ha desarrollado de forma insostenible sin planificación ni reglamentación alguna. Esta actividad económica supone un porcentaje tan significativo para el PIB del país que las instituciones encargadas de la protección medio ambiental cierran los ojos ante las negligencias, falta de licencias, incumplimiento de la legislación y abusos cometidos por estos enormes monstruos de gran poder económico.

Son industrias que practican un modelo de pesca destructivo e insostenible: la captura intensiva de larvas de langostino por parte de las grandes compañías camaroneras destruye un gran número de larvas de otras especies, poniendo así en peligro el futuro del ecosistema; los langostinos cultivados son alimentados con piensos y harinas que proceden del tratamiento industrial de restos de pescado, pescado capturado de forma intensiva, alimentando un modelo de crecimiento que agrava aún más, si cabe, la explotación pesquera; se emplean antibióticos para prevenir la propagación de bacterias en los langostinos cultivados, antibióticos que resultan nocivos para el entorno natural y la salud de los consumidores y, además de todas estas prácticas, se utilizan enormes cantidades de gasoil en el transporte y de combustible en conservación y congelación, con sus correspondientes emisiones y contaminación atmosférica.

Vista del Golfo de Fonseca desde el Volcán Cosigüina, en el extremo sur del golfo, en Nicaragua. Se ven al fondo las balsas de producción de camarón del Golfo en la parte hondureña. Imagen: ESF Galicia.
Vista del Golfo de Fonseca desde el Volcán Cosigüina, en el extremo sur del golfo, en Nicaragua. Se ven al fondo las balsas de producción de camarón del Golfo en la parte hondureña. Imagen: ESF Galicia.

Las conclusiones del estudio multitemporal presentado son reveladoras: entre el 30y el 50% de la superficie de nueva ocupación por lagunas de camarón en cada año procedía de áreas clasificadas como manglar en el año anterior. El avance de las camaroneras ha provocado una reducción de la gran parte de la superficie de manglar y humedales del Golfo de Fonseca, incluyendo espacios naturales protegidos.

Esta pérdida del ecosistema manglar supone no sólo una amenaza ambiental de dimensiones incalculables, sino una pérdida de soberanía alimentaria de los pueblos que tradicionalmente han desarrollado la pesca artesanal en el Golfo de Fonseca. Si no se toman medidas legales que sean justamente respetadas y aplicadas en estas zonas tan vulnerables, el ecosistema y las comunidades que viven de él están abocadas a un futuro nada esperanzador.

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Información de interés

Juela Sivisaca, O., Corbelle Rico, E., Cordero Souto, M.; 2013; “Estudio multitemporal de la superficie ocupada para la cría de camarón en el Golfo de Fonseca, Honduras” (pp. 149 – 162); Santiago de Compostela, España; Territorios a Examen II: Interpretando los Procesos de Cambio. Cursos y Congresos de la Universidad de Santiago de Compostela nº 221. ISBN 978-84-15876-10-6

Sistema de Información Territorial de la Universidad Santiago de Compostela. Cartografía del “Estudio multitemporal de la superficie ocupada para la cría del camarón en el Golfo de Fonseca, Honduras”, 2014. http://sit.usc.es/gl/estudio-multitemporal-da-superficie-ocupada-para-cria-de-camaron-no-golfo-de-fonseca-honduras-2014

Estudio de la pesca por países. FAO:  http://www.fao.org/fi/oldsite/FCP/es/hnd/profile.htm

Cambio climático, pesca y acuicultura en América Latina. Potenciales impactos y desafíos para la adaptación. FAO ACTAS DE PESCA Y ACUICULTURA. Taller FAO/Centro de Investigación Oceanográfica en el Pacífico Sur Oriental (COPAS). Universidad de Concepción. Concepción, Chile 2011. http://www.fao.org/docrep/018/i3356s/i3356s.pdf

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