Aprender a pensar es importante, pero aprender a sentir, lo es más. Históricamente, la educación se ha centrado en los aspectos intelectuales de niños y adolescentes, dejando atrás el lado emocional, aunque marcando la necesidad de la educación integral de estos. Pero la calificación en Lengua o Matemáticas no es precisamente lo que va a determinar el éxito en la vida adulta. Un número es incapaz de recoger la complejidad existencial de un ser humano y desgraciadamente, no hay ningún informe que mida la ternura, la empatía o la solidaridad de los alumnos.
Actualmente, en casi todo el mundo, las noticias muestran un aumento considerable en las conductas violentas, delictivas, adictivas, depresivas, promiscuas, suicidas, entre otras, que manifiestan la degradación de las personas.
Ante estas situaciones, es una necesidad imperiosa que se le preste atención a las emociones de los estudiantes de todos los niveles, incluyendo como asignatura la Educación Emocional en el currículum escolar, debido a la influencia que tiene en el proceso educativo y en la formación a lo largo de la vida.
¿Qué es la Educación Emocional?
La Educación Emocional es un proceso educativo ininterrumpido y sostenido, destinado al aprendizaje de habilidades de los aspectos emocionales y las relaciones interpersonales de los seres humanos. Numerosos estudios demuestran que los niños con capacidades en el campo de la Inteligencia Emocional son más felices, más confiados y tienen más éxito en la escuela. Asimismo, estas habilidades son condición para que se vuelvan adultos responsables, atentos, seguros de sí mismos y productivos. Lo más importante es el hecho de que estas capacidades son totalmente aprendidas, susceptibles de ser desplegadas mediante la Educación Emocional en las escuelas. Así lo asegura Lucas Javier Juan Malisi, licenciado en Psicología y presidente de la Fundación Educación Emocional.
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En este sentido, no debemos olvidar la importancia del acompañamiento de padres, maestros, administradores de escuelas, quienes deben preocuparse y ocuparse no sólo por el desarrollo de las habilidades emocionales y sociales de sus hijos/as, alumnos/as, sino también por su propio desarrollo emocional y aplicación de tales habilidades.
Tan importante para los niños como para la sociedad
Falta en la educación un consenso en torno al sentido profundo. En los colegios no hay tiempo ni hábito para las reflexiones de este tipo y el poco tiempo disponible se desparrama abordando las cuestiones más prácticas o inmediatas, que es el hecho de cumplir con el programa escolar (aspecto intelectual). En la escuela, como en la sociedad, lamentablemente no se tiene en cuenta, que somos todos los que fracasamos con la frustración que los niños reflejan y de lo que no siempre son sus máximos responsables.
Lo importante no es solo preparar a un niño/a para desarrollar una determinada profesión, sino ir modelando un buen ciudadano que realice noblemente, con honestidad y entrega, no solo su trabajo, también su labor de padre o madre, o jefe, compañero, vecino.
Reconociendo la emergencia de la realidad emocional actual y mientras más rápido se pueda incluir esta asignatura en leyes federales, se podrá adaptar las instituciones a ello y por consiguiente más satisfactorias serán las vidas de nuestros hijos/as, alumnos/as y la sociedad toda.
Educar con corazón
El co-razón nos propone pasar a contextos más situacionales o vivenciales. “Educar con co-razón” puede ser un buen antídoto frente a la rutina, frente al mecanicismo y el automatismo pasivo sin relieve. El seguidismo fiel, incondicional y absoluto a programas prefabricados, hacen que el maestro oriente el viaje siguiendo itinerarios sin aventura y planteando vivencias sin conciencia.
No hay ninguna materia en la primaria ni en la secundaria sobre el “conocimiento de uno mismo”. A los chicos se les enseña dónde está la Vía Láctea, pero nada sobre la constelación de su familia o cómo gestionar sus emociones; se le obliga a aprender el nombre de los órganos del aparato respiratorio, en lugar de enseñarle a respirar y a tomar conciencia de la relación que hay entre su respiración y su manera de sentir y sentirse.
La experiencia de la felicidad será importante en la educación, cuando la escuela no esté al servicio del sistema productivo o de la infraestructura económica, sino al servicio de la Vida, con mayúsculas.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro.
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