Un breve repaso a las relaciones históricas entre Cuba y Estados Unidos
Obama: “El aislamiento a Cuba no ha funcionado”
En el discurso televisado que ofreció el pasado 17 de diciembre, Barack Obama afirmaba que “la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es complicada” refiriéndose al embargo unilateral mantenido contra Cuba desde 1960, también llamado bloqueo. En un gesto histórico, el presidente norteamericano anunciaba así la apertura de las negociaciones entre ambos países. Durante su intervención señaló los casos de China y Vietnam, países también comunistas, con los que Estados Unidos mantiene relaciones normalizadas, y reconocía que no se puede esperar un resultado diferente tras 50 años haciendo lo mismo.
De forma simultánea, Raúl Castro comparecía ante las cámaras de la televisión cubana para mostrar su agrado y compromiso por la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque advertía de que el bloqueo económico no estaba aún resuelto. Castro señaló en su discurso que ambos países deben aprender “el arte de convivir de forma civilizada”, aunque siempre respetando sus diferencias.
Obama, Castro y Francisco, claves para la reapertura de las relaciones bilaterales
Poco después de su llegada a la Casa Blanca en enero de 2009, Obama realizó su primer gesto de acercamiento a Cuba anunciando la anulación de varias de las restricciones impuestas por Estados Unidos sobre la isla. Ahora, en el tramo final de su segunda y última legislatura, acomete una de las iniciativas de política exterior de mayor calado en toda su presidencia, iniciando un ambicioso proceso de normalización con objetivos concretos. Obama, undécimo presidente estadounidense con el que conviven los Castro, puede estar pensando en su legado mundial o quizá en ayudar al próximo candidato demócrata a la Presidencia, dados los 29 votos de Florida en el colegio electoral presidencial.
En el caso cubano, Raúl Castro está llevando a cabo una actualización del modelo económico del país desde que sucediera a su hermano Fidel en 2008, potenciando el sector privado pero manteniendo el control de la economía. Esta “transición dirigida” es probablemente lo que ha propiciado el acercamiento de Estados Unidos.
Aunque ambos mandatarios son la cara visible del deshielo, tanto Obama como Castro han reconocido y agradecido la intermediación del Vaticano y Canadá, países que acogieron altos funcionarios estadounidenses y cubanos para que negociaran las condiciones de la apertura. El Papa Francisco ha sido uno de los protagonistas en la sombra, afirmando su liderazgo mundial a medida que avanza su pontificado gracias a su papel como el mediador que ha facilitado este acercamiento.
Los Derechos Humanos, los primeros beneficiados del deshielo
Como parte del acuerdo para iniciar el proceso de normalización, las autoridades cubanas han puesto en libertad al preso norteamericano Alan Gross. Además, el Gobierno presidido por Raúl Castro se ha comprometido a liberar a 53 presos políticos de una lista elaborada por Estados Unidos, así como a un miembro de la inteligencia norteamericana encarcelado desde hace más de 20 años.
En el lado estadounidense, se ha procedido a la liberación de tres de los Miami Five, cinco espías cubanos detenidos en Florida en 1998 que ya se habían convertido en un símbolo de lucha para el gobierno cubano.
¿Qué esperan los Gobiernos de Estados Unidos y de Cuba?
En un plano diplomático y político, el ejecutivo presidido por Barack Obama se ha marcado una serie de objetivos concretos para el restablecimiento de las relaciones bilaterales previas a 1961, entre los que destaca la reapertura de la embajada estadounidense en La Habana y consecuentemente un incremento de los viajes de altos cargos de la administración estadounidense para negociar con las autoridades cubanas. Junto con la liberación de presos políticos por parte de ambos países, otro de los gestos más esperados es la revisión del estado de Cuba como “estado patrocinador del terrorismo”, para la que Obama ya ha trasladado la orden a su secretario de Estado, John Kerry. Si finalmente el país saliera de esta lista negra podría abrirse la vía al levantamiento de otro tipo de sanciones impuestas desde Estados Unidos.
El gobierno cubano se ha comprometido por su parte a aumentar el acceso a Internet, una de las medidas más esperadas por Estados Unidos ya que espera que de esta forma aumente la presión interna a favor de una reforma democrática. A la prometida liberación de 53 presos políticos se une la posibilidad abierta por el Gobierno cubano de que enviados especiales de la ONU y de la Cruz Roja entren en el país.
El incipiente sector privado cubano es también una de las claves de la negociación. Así, la normalización de las relaciones bilaterales traerán mejoras en materia de remesas, ya que el gobierno estadounidense aumentará el límite de dinero que los cubano-americanos pueden mandar a sus familiares cada año). También habrá mejoras en el mercado de divisas, puesto que las tarjetas de crédito y débito americanas podrán usarse en Cuba, así como en el comercio entre ambos países, principalmente con el aumento del volumen de exportaciones estadounidenses y la autorización para importar puros y alcohol a título individual.
El futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos
Una vez puesto en marcha, las encargadas de llevar a buen puerto el proceso de normalización de las relaciones son dos mujeres preparadas y con una gran experiencia: Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos del Gobierno estadounidense, y Josefina Vidal, directora general del departamento dedicado a EE. UU. del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano. La primera cita se produjo los días 21 y 22 cuando se celebró en La Habana una nueva ronda del diálogo migratorio. La misión estadounidense que asistió a las negociaciones ha sido la delegación diplomática estadounidense de más alto nivel presente en la isla en más de medio siglo.
Sin embargo, la normalización de las relaciones bilaterales no significa el levantamiento del embargo estadounidense, tal y como advertía Raúl Castro en su discurso, siendo dicho embargo el principal obstáculo para una reconciliación definitiva. Esto no significa que este acercamiento no tenga evidentes fallas. Las nuevas generaciones de cubano-americanos se han mostrado en contra de la medida, aunque la autorización para un levantamiento no reside en el presidente, sino en el Congreso de los Estados Unidos, actualmente con una mayoría republicana lista para utilizar la medida como arma política contra Obama. Aun así, en el tramo final de su mandato y empeñado en quitar al régimen cubano uno de sus argumentos más utilizados para justificar los problemas económicos de la isla, Barack Obama puede adoptar numerosas disposiciones sin pasar por las cámaras legislativas. Todo parece indicar que la relajación de las medidas provocará tarde o temprano la caída de la mayor parte de las restricciones.
A pesar de las evidentes intenciones estadounidenses, a día de hoy es imposible saber si estos cambios traerán una verdadera transición política a Cuba. Además parece poco probable que el régimen cubano cambie en un plano político, al menos a corto plazo, y ciertamente no ha mostrado ningún interés en hacerlo. El futuro de la isla puede ir desde el inicio de un proceso de respuesta de demandas sociales, a la imposición de un modelo inspirado en China, con una mayor apertura económica pero un rígido control político.
De hecho, La Habana parece querer un modelo más cercano al vietnamita, abriéndose a la iniciativa privada y al capital extranjero, pero con un férreo control del partido, evitando así las desigualdades sociales que hay en China o Vietnám. El fantasma de la perestroika de Mijaíl Gorbachov también planea sobre la isla. Dentro del llamado “proceso de actualización”, aunque evitando términos como reforma o socialismo de mercado que recuerden a la catastrófica transición rusa, se incluyen medidas como la flexibilización de las empresas estatales y un impulso para cooperativas, empresas mixtas con capital extranjero y las cuentapropistas (empresas familiares); todo ello sin que el Estado pierda el control sobre los medios de producción decisivos para el desarrollo.
Sin lugar a dudas el VII Congreso del Partido Comunista, que se celebrará en abril de 2016, tendrá que enfrentarse a muchas incógnitas para encaminar el futuro de la revolución y del país en este nuevo contexto.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro
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