Debería permitirse a los judíos el libre acceso y oración en Al-Haram Ash-Sharif, o Noble Santuario, uno de los lugares más sagrados para la religión musulmana? La mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado para el Islam, se encuentra junto al Muro de las Lamentaciones, sobre lo que los judíos insisten que son el primer y segundo templo. Al-Haram Ash-Sharif ha sido un santuario exclusivamente islámico desde la conquista árabe de Palestina en el siglo séptimo después de Cristo, pero se ha demostrado que la mezquita fue construida sobre el Monte del Templo, en sí uno de los sitios más sagrados del judaísmo.
El Muro de las Lamentaciones se erige como el único vestigio del templo judío destruido por Herodes en el año 70 dC, se encuentra bajo control directo israelí, y allí la oración judía siempre ha sido permitida. Incluso los cristianos veneran el lugar que consideran el lugar donde Jesús caminaba frecuentemente, discutía con los rabinos – y dónde además castigó a los fariseos y cambistas. El complejo ha estado bajo la soberanía de hecho, si no legal, de Israel desde que el país anexó Jerusalén Este en 1980, y es el sitio más sagrado del judaísmo. Este no es el caso de Al-Haram Ash-Sharif, administrado por un fideicomiso Islámico bajo la autoridad de Jordania en virtud de un acuerdo implícito. Sin embargo, este centenaria emplazamiento religioso es venerado apasionadamente por ambos grupos de creyentes.
Proyectos de ley y el cambio del status-quo:
Durante años, el status-quo se ha visto respetado por ambas partes, excluyendo a ciertos extremistas (en particular, la extrema derecha israelí). Pero hoy en día la calma aparente parece enfrentarse a un nuevo giro de los acontecimientos: el Gobierno de coalición de Binyamin Netanyahu, respaldado por los partidos de derecha y las organizaciones de colonos, ha aseverado que todos los judíos también deberían tener acceso a la Explanada de las Mezquitas. Afirman que están dispuestos a luchar por ello en la arena política, apelando a una situación indigna en la cual un Estado no puede disfrutar de su soberanía y sus ciudadanos no puede rezar en los lugares sagrados para ellos.
Un proyecto de ley otorgaría a los judíos el derecho a rezar en la explanada de la Mezquita de Al-Aqsa (el texto determinará el tiempo y espacio” para que los que lo deseen puedan orar allí). Está siendo hoy en día debatido por el Parlamento del país, la archiconocida Knesset. Diputados árabe-israelíes fueron expulsados recientemente de una reunión parlamentaria, ante sus protestas vehementes contra el plan. Sin embargo, para el jeque Muhammed Hussein, jefe del Consejo Supremo Musulmán que gestiona el sitio, “este problema trasciende la política”. Algunos líderes religiosos musulmanes incluso se atreven a cuestionar la importancia del sitio para el judaísmo: según Ikrema Sabri, un imán en la mezquita de Al-Aqsa, “nosotros , como musulmanes, no podemos caer en los mitos y caprichos judíos”.
Pero la cosa no queda ahí, en especial si se tiene en cuenta que esta medida podría ser vista por muchos como una contundente provocación contra los palestinos, para quienes toda presencia israelí cerca del emplazamiento es considerada una provocación.
Muchos incluso afirman que están dispuestos a defender el lugar con sus vidas, lo que sin duda podría dar lugar a enfrentamientos masivos y, de nuevo, sangre derramada de más.
De hecho, muchos expertos creen que uno de los hechos que desencadenaron la Segunda Intifada fue la visita del ex primer ministro Ariel Sharon (entonces líder de la oposición), que en su momento insistió en caminar por el sitio sin siquiera pretender orar. El propósito declarado de la visita de Sharon era precisamente hacer valer el derecho de los israelíes a visitar el Monte del Templo. Los palestinos condenaron la visita de Sharon, que sintieron como una clara provocación e incluso una incursión en territorio extranjero y, poco después de abandonar éste el lugar, multitudinarias manifestaciones de palestinos de Jerusalén airados desencadenaron en disturbios. El levantamiento llevó a la ruptura de las negociaciones de paz y a la reocupación por parte de Israel de territorio bajo el control de la Autoridad Palestina.
Desde que el ejército israelí ocupó Jerusalén en 1967, el emplazamiento ha sido testigo de varios actos de provocación. En 1969, un australiano cristiano-sionista de nombre Denis Michael Rohan incendió el exquisito púlpito de la mezquita, que había sido ordenado construir por Saladino al retomar Jerusalén de los cruzados en 1187. En 1982 , Alan Goodman – un soldado judío israelí-estadounidense – disparó un rifle automático sobre fieles musulmanes en la Cúpula de la Roca, matando a dos e hiriendo a once . El pasado septiembre, tropas israelíes entraron por la fuerza en el complejo de la mezquita Al-Aqsa y se desplegaron grandilocuentemente alrededor de las entradas, prohibiendo a los fieles palestinos el acceso a la zona.
Mientras tanto, a un grupo de judíos ultra-ortodoxos se les permitía la entrada a la zona. Decenas de fieles palestinos que se encontraban en la mezquita lanzaron entonces piedras contra el grupo antes de ser perseguido por las fuerzas de seguridad israelíes. El Gran Rabinato de Israel, apoyándose en la halajá o ley religiosa judía, señala que a los judíos les está estrictamente prohibido rezar o incluso caminar por la zona, por temor a que profanen el “Santo de los Santos” en el santuario interior del Segundo Templo, cuya ubicación es desconocida. Se supone que los judíos deben venerar el sitio, pero no visitar o tratar de tomar posesión de el bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, la organización parece haber relajado sus exigencias en los últimos tiempos. De hecho, algunos judíos extremistas ignoran hoy las instrucciones oficiales de la entidad.
El Tribunal Supremo de Israel se ha negado a dictaminar sobre la cuestión, insistiendo en que el permiso correspondiente debe ser otorgado por un organismo de seguridad. De hecho, muchos entre las fuerzas de seguridad creen que cualquier cambio del status quo actual provocaría un enorme malestar religioso y político. Un malestar que ha estado carcomiendo a muchos palestinos a lo largo de los años, anonadados ante la facilidad con la que los judíos pueden acceder a tales emplazamientos en Jerusalén y sus alrededores, mientras que la ciudad está fuera del alcance de la inmensa mayoría de palestinos. De hecho, sólo una pequeña proporción de los palestinos puede llegar a la mezquita. Los palestinos en Cisjordania y Gaza no puede avanzar más allá de los respectivos muros con Israel, y los 1,5 millones de palestinos en Israel y Jerusalén están encontrando cada vez más dificultades a la hora de rezar allí.
No son pocos los analistas que temen que ciertas figuras israelíes estén simplemente tratando de provocar un estallido de violencia con el fin de boicotear las conversaciones de paz patrocinadas por los EE.UU. y culpar del descarrilamiento a los palestinos. La realidad es que estas instalaciones han sido durante años tanto un lugar de culto como un lugar de confrontación.
Temores en la tierra:
Habría que señalar que las preocupaciones palestinas sobre las intenciones israelíes no carecen de fundamento, ya que estas intenciones se han reflejado durante años en acciones en el suelo, en los esfuerzos del país para reformar la propia geografía de la ciudad. Todo comenzó con la demolición de un barrio musulmán junto al Muro de las Lamentaciones , sustituido por una plaza de oración. Luego llegó la construcción de asentamientos judíos que separan Jerusalén Este de Cisjordania. Los colonos judíos han ido también confiscando y comprando casas palestinas en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja. Jordania ha criticado reiteradamente las excavaciones arqueológicas israelíes en el barrio, muy cercanas a los cimientos de la mezquita Al-Aqsa. Muchos palestinos temen que la historia se repita y que Al-Aqsa se convierta en una nueva Mezquita Ibrahimi en Hebrón, ahora dividida en dos y visitada por creyentes bajo un sistema de tiempo compartido.
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2 comments
Aida
04/12/2013 at
Habría que mencionar también que desde hace un tiempo ya se prohíbe la entrada al recinto donde se encuentra Al-Aqsa a los palestinos menores de 40-50 años y se les obliga a rezar en la calle. Los planes de permitir la entrada a los judíos al recinto son una estrategia más de colonización israelí, muy parecido a la colonización de la mezquita de Hebrón, que hoy en día es sólo un tercio de lo que era puesto que los otros dos tercios son ahora una sinagoga.
Víctor
23/12/2013 at
¿Qué quieres decir? Actualmente vivo en Jerusalén y tengo varios amigos musulmanes (de aquí e incluso una de EEUU) que entran libremente en la Explanada de las Mezquitas (desde cualquiera de los accesos y a cualquier hora siempre que le digas al policía de turno que eres musulmán). Por otro lado, los judíos pueden entrar como cualquier otro no musulmán por el acceso desde el Muro en las horas indicadas para ello (que a decir verdad es muy poco tiempo, las colas interminables y uno se arriesga a no poder entrar si los controles de acceso se demoran). Otra cosa es el acceso para rezar… De hecho sí que se controla muy mucho cuando acceden judíos que no lo hagan con textos sagrados o demás para evitar cualquier tipo de problema.