07/10/2024 MÉXICO

#spanish revolution: la revolución que nadie esperaba

Nadie-esperaba-la-spanishrevolution[RobertoCarreras]
Nadie la esperaba, pero llegó. La #spanish revolution fue la respuesta de unos ciudadanos ante una clase política y un sistema insostenibles. Revivimos los nueve días que nos emocionaron a todos

Twitter tuvo la culpa. A través de esta red social adictiva y alucinante entré en contacto con algunas personas que, más allá de que este fuera el título de un libro superventas, se sentían así: indignados. Gracias a ellos descubrí  la convocatoria a una manifestación prevista para la tarde del domingo 15 de mayo. Era San Isidro, patrón de Madrid y una excusa para comilonas y fiestas varias. Esperaba que asistieran cuatro “gatos” –así es como se conoce popularmente a los madrileños- y cuando me acercaba a la Plaza de Cibeles, dejando el parque de El Retiro detrás de mí, tuve una extraña visión: miles de personas – jóvenes, familias enteras, incluso parejas acompañadas de su perro- abarrotaban la calle de Alcalá y se dirigían a la Puerta del Sol. No llevaban “la falda almidoná” ni” los nardos apoyaos en la cadera”. Lucían pancartas caseras, proclamas improvisadas, pegatinas e indignación. Mucha indignación. “No hay pan para tanto chorizo”, rezaba un cartón cutre sobre la cabeza de una joven –lema que, curiosamente, vi en otras manifestaciones, en otras plazas al Norte y Sur de este país-.”No somos antisistema. El sistema está contra nosotros”, se podía leer en otro.

El inicio de todo: la manifestación del 15 de mayo

Debido al número de personas, que aumentaba cada minuto, apenas avanzábamos. Personas por cuya edad se deducía que habían nacido, crecido y vivido en democracia, aunque el sentimiento general era otro: basta con reflexionar cinco minutos acerca del nombre de los convocantes, Democracia real Ya. Caminábamos con paso lento pero decidido, mientras los manifestantes gritaban  frases del estilo de “que no, que no, que no nos representan “   o  “lo llaman democracia y no lo es”. La temperatura era muy alta y subía según se iban sumando participantes a la marcha. A la altura del metro de Sevilla unos padres plantaban sobre las camisetas veraniegas de sus dos niños una pegatina improvisada. “Democracia real ya”.

Cuando nos quedaban pocos metros para llegar a la Puerta del Sol, tuvimos que marcharnos. Nuestro amigo Ángel, Ingeniero de Telecomunicaciones, harto de buscar un trabajo digno en España, había aceptado una oferta mediocre en Milán y había organizado una cena de despedida. Era la segunda persona a la que despedía en dos meses. Me fui a casa la mar de contenta, ilusionada, esperanzada ante lo que acababa de vivir horas antes. Tras el sueño narcotizante en el que la cultura del pelotazo y del ladrillo nos había sumido … ¿estábamos despertando quizás?.

Medios y acampados

Al día siguiente vi en la televisión el resumen del jolgorio democrático y participativo de la tarde anterior: 24 detenidos, el alcalde de Madrid afirmaba que la “violencia deslegitima las reinvindicaciones”, el líder de la oposición decía que “lo fácil es echar la culpa a los políticos”, el partido del Gobierno guiñaba el ojo a los manifestantes y los incorporaba a un programa que nunca los tuvo en cuenta. “Perroflautas”. “Antisistema”. “Niños pijos”. Bla, bla, bla. Me indigna la visión miope, superficial y estereotipada de unos medios volcados en la pelea de perros que representa la campaña electoral. Miran hacia los contrincantes mientras el electorado habla en la calle.

Después me entero de la acampada de Sol y del primer desalojo, cortesía de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero los acampados son tozudos e insisten. De las decenas pasan a los centenares y de estos, al millar. Se apoltronan en el corazón de la ciudad, justo frente al edificio del Gobierno regional. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, les insta a concentrarse en la calle Ferraz, ante la sede del partido gobernante, el PSOE. También les recuerda que, gracias a su “increíble” incorporación del bilingüismo en los colegios públicos de la Comunidad, cualquier madrileño puede comprender proclamas del estilo de “Esperanza, we hate you”. Pero los acampados no entran al trapo; no caen en la trampa. Toman el Picadilly Circus y el Times Square de Madrid. Y esperan.

La primera noche reina la improvisación. Llueve pero se sortea con ingenio y sentido común. Reina el buen ambiente y la sensación de que algo está cambiando. Comienzan a organizarse, establecen grupos de trabajo, debaten, reflexionan hasta acabar convirtiéndose nueve días después en un microcosmos funcional y de carácter asambleario con su propio plano urbano.

Ana, educadora social del Programa de Absentismo del Ayuntamiento de Madrid -gestionado por una empresa privada, claro- llama a algunos de sus contactos para que difundan por mail la creación de la flamante Comisión de Acción Social y las coordenadas de su primera asamblea. Pablo, técnico electrónico que lleva más de dos años en paro se sorprende ante el alcance de las propuestas de los acampados. “La gente pide cosas muy sensatas, lógicas. Si los políticos hiceran la mitad de las cosas que han salido en estas Asambleas, no pararían de currar”, comenta. Juan Jesús, personal laboral del hosiptal Gregorio Marañón y afiliado a la UGT se emociona. “Ya era hora de que la gente saliera a la calle y protestara”, exclama mientras abraza a Pancho, su pequeño cruce de Jack Russel, que aterrorizado permite que cualquier ciudadano de esta nueva polis le acaricie.


“¿Te has acercado a Sol?”, es la pregunta más repetida. Curiosos, turistas, militantes de las causas más variadas se dan cita en este kilómetro cero desde el cual la protesta se extiende como la pólvora al resto del país. Hay batukada, sol y alegría en el aire y la gente vuelve a hablar sobre política. El sábado por la noche los indignados colapsaban la Puerta del Sol, Esparteros, Montera, Preciados, Arenal  … costaba trabajo caminar y los comerciantes chinos hacían el agosto en mayo vendiendo cerveza. La moderna boca del metro de la parada de Sol estaba completamente empapelada con mensajes escritos en improvisados soportes. Uno de ellos recordaba que aquello “no era un botellón” y rogaba a quien quisiera consumir alcohol que lo hiciera lejos del campamento. Con agilidad y asumiendo muchos riesgos algunos jóvenes redecoran el edicicio del Tío Pepe, que en breve se llamará Tío Steve, cuando se convierta en la mayor Apple Store del mundo.

Web 2.0 y organización de la micrópolis

En la carpa de “Sanidad” un muchacho moreno y sonriente me explica que existen tres puntos sanitarios para atender las posibles lipotimias, bajadas de azúcar y desmayos provocados por el calor. Me explica que la atención la dispensan médicos y enfermeros voluntarios, que está  “prohibido sacar fotografías” y que pensaban quedarse “bastante tiempo acampados allí” porque sino su protesta sería vista como “una pataleta de niñatos”. “Todo el mundo nos está echando un cable e incluso aquí hay gente que va a currar y luego se pasa por las carpas a echar una mano”, añadió. Al girarme pude ver entre el gentío las carpas de Comunicación con el wifi echando humo y la de Asesoramiento Legal.

La Generación C –conectados, creativos, cooperativos- ha derrocado a los Ni-Ni.  La unión en torno a la Red como espacio de intercambio y encuentro, el paradigma de la autocomunicación de masas en la Sociedad Red descrita por Manuel Castells. Ya no es unan teoría, los datos avalan la realidad: un mashup de mapa con las acampadas de apoyo en España y en todo el mundo, con más de 25.000 likes en Facebook y 7.000 tuits; medias de más de 6.600 tuits por hora que hacían referencia a cualquiera de los hasthtags utilizados (#spanishrevolution, #15mani, #acampadasol, #democraciarealya, #notenemosmiedo, #yeswecamp, #15m); Sites específicos donde se recoge toda la información en tiempo real, webcams en directo o stream de Twitter como http://agoranews.es, http://www.spanishrevolution.eu, http://www.yeswecamp.net, http://democraciarealya.es, http://www.nolesvotes.com o http://tomalaplaza.net.

Más de 280.000 personas apoyaron  el movimiento “Democracia Real Ya” en Facebook y más de 110.000 la página SpanishRevolution. Los mapas conceptuales, la ingente creación de contenido en Flickr, como la captura de la imagen en que se cambia el nombre de la Plaza del Ayuntamiento de Barcelona y Youtube, como el minuto de silencio guardado en la Puerta del Sol. Incluso se creó SolTV para seguir en streaming lo acontecido en la Puerta del Sol de Madrid, con 40.000 usuarios conectados en directo la noche del 20 de mayo.

Se aproximaban las doce, víspera de la jornada de reflexión en unas elecciones donde los partidos habían sido marginados, relegados a un segundo, tercer, cuatro plano. Mandaban los ciudadanos y tenían que decir lo que durante tantos años habían guardado en silencio. La Plaza y sus aledaños habían cambiado de mobiliario urbano: el cartel de la multinacional de cosméticos L’Oreal se transformó y Paz Vega pasó de anunciar un pelo mediterráneo a una democracia real. Incluso los internautas han podido votar las mejores pancartas


La Junta electoral había declarado ilegal la acampada porque atentaba contra la jornada de reflexión. Un minuto antes, Carlos III, su caballo, un oso y un madroño  escucharon el sonoro silencio de las 32 000 almas congregadas en el corazón de Madrid. Mientras sonaban las doce campanadas, más de uno lloró de emoción. No hubo violencia, ni desalojo y Madrid me pareció más hermosa que nunca. Al día siguiente las urnas hablaron, pero los ciudadanos de este país han aprendido que cuatro años es demasiado tiempo para mantener la boca cerrada.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro

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Esther Ortiz

Madrileña, periodista de Acción Social, RSC y Gestión Cultural. Especialista en diseño de proyectos culturales, sociales y comunicacionales, así como de relaciones entre empresa y ONL como socios de acción y conocimiento. Me encantan los perros y Berlín es mi ciudad favorita. Le sigo la pista al Inspector Wallander; me emociona la voz de Robert Smith y aún sigo esperando que Ilsa no se suba a ese avión y se quede con Rick. Y cada día libro pequeñas batallas, logro pequeñas conquistas que hacen que me sienta un poquito Wonder Woman.


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