30/05/2023 MÉXICO

Blanca Ballester, autor en United Explanations

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Nawal el Saadawi demuestra en 'Mujer en punto cero' el poder que puede tener la literatura como herramienta de transformación social. A través de la dolorosa e inspiradora vida de Firdaus, una mujer árabe que ha sufrido abuso y maltrato por parte de los diferentes hombres presentes en su vida, el Saadawi obligará al lector a revisar su forma de entender la feminidad y la masculinidad.


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Todos coincidimos con que el pasado 2016 fue un año trágico y convulso. Hasta el último momento, la cultura tuvo que decir adiós a numerosos artistas: el actor británico Alan Rickman, la princesa Leia (Carrie Fisher) y su madre Debbie Reynolds, el Premio Nobel de literatura Dario Fo, el filósofo y escritor Umberto Eco, los músicos David Bowie, George Michael o Leonard Cohen. Aunque no podemos tomar los inicios como muestra del conjunto, en la primera semana del año 2017 conocimos otra trágica noticia: el escritor argentino Ricardo Emilio Piglia Renzi (Buenos Aires,1941) falleció el pasado 6 de enero a los 76 años de edad a causa de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Decía la escritora y periodista Rosa Montero en un artículo que nunca es tarde para adentrarse en nuevos saberes o destrezas, en relación a la biografía del concertista de piano James Rhodes, quien empezó a estudiar el instrumento tarde y mal. Algo parecido le sucedió a Piglia, que según confesó a la periodista argentina Leila Guerriero en una entrevista para Babelia, empezó a leer tarde, con motivo de impresionar a una novia de su juventud.

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Ricardo Piglia [Foto: Casa de América vía Flickr]

Piglia desechó los deseos de su familia por que estudiara Ingeniería y se matriculó en Historia en la Universidad de la Plata, unos estudios pertenecientes a las humanidades que, sin embargo, no le llevarían a aborrecer la literatura mediante lecturas obligatorias (como puede ocurrir en el caso de los estudios literarios). En 1967 publicó su primera obra, el conjunto de cuentos titulado Jaulario. Obtuvo el reconocimiento internacional en 1980, con su primera novela titulada Respiración artificial, una historia sobre la dictadura militar de su país.

El escritor escribió, además de cuentos y novelas, ensayos sobre crítica literaria, guiones cinematográficos, dirigió la colección Serie Negra sobre novela negra e impartió clases durante 15 años en las prestigiosas universidades norteamericanas de Harvard y Princeton. Su trayectoria obtuvo numerosos reconocimientos institucionales, como el Premio Planeta Argentina (1997) o el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (2013), ya que se le considera como uno de los mejores exponentes de la narrativa argentina tras el boom latinoamericano.

El autor argentino fue un individuo curioso y humilde, al menos literariamente, según sus propias palabras: “El arte es extrañamiento: una manera nueva de mirar lo que ya vimos.” Entre lo que ya vio, sus referentes, se encuentran Faulkner y Fitzgerald, escritores de la Generación Perdida, gigantes de las letras europeas como Kafka o Bertolt Brecht y paisanos suyos como Borges y Roberto Arlt.

Aquellos lectores de La ciudad ausente (1992), Plata quemada (1997), Blanco nocturno (2010) y Camino de Ida (2013) no deberían de pasar por alto Los diarios de Emilio Renzi, reunidos en tres volúmenes publicados entre 2015 y 2017, que recogen el diario personal del escritor desde sus 16 años de edad. En él recoge todo aquello que de otra manera pasaría a ser pasto del olvido: “Uno escribe porque retiene imaginariamente algo que va a perder o que imagina que va a perder”. Además, el diario tiene una cualidad especial de la que los demás relatos carecen, están escritos en presente y este “es el tiempo de la pasión”, un momento en el que “el individuo no piensa en las consecuencias”, es el tiempo del amor, por ejemplo, o del ajedrez.

Emilio Renzi ha dejado como legado para la humanidad unas narraciones que, más que historias lineales, son historias que se bifurcan. Además de darnos una gran lección de aquello que Machado contuvo en una frase, la idea de que nunca es tarde para entregarnos a una pasión, de que “Hoy es siempre todavía”. Vale la pena dedicarle unas horas de nuestra vida, sensibilidad e intelectualidad a la obra del autor argentino. En boca del propio escritor, hay que reivindicar la literatura frente a la politización de la cultura, pues: “Esos cruces, esa mirada sobre la política un poco más irónica, creo que nos ayuda a soportar el peso de la política, que muchas veces parece ser el único horizonte.”

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro


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¿Cuántas canciones más necesitamos después de contar con temas inmortales como ‘Bird on the Wire’, ‘Hallelujah’, ‘I’m your man’, ‘Suzanne’ o ‘So long, Marianne’? Ojalá nos hubiera seguido enriqueciendo con sus versos, emocionando con su voz. Pero nadie vive para siempre, por esa razón inventamos el arte. Esta es nuestra despedida a Leonard Cohen.


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No podemos negar que en las últimas décadas la mujer ha ganado, y sigue luchando por, la igualdad de derechos. Sin embargo, sigue siendo considerablemente poco visible en el mundo de la cultura. Inge Morath, conocida por el epíteto de “la dama de la fotografía”, una mujer notable que ha servido como inspiración a muchas otras artistas que han decidido sortear los obstáculos del (masculinizado) ámbito cultural para observar y narrar el mundo desde su cámara.

Inge Morath (1923 – 2002), nacida en Austria en el seno de una familia de científicos, estudió lenguas románicas en Berlín y Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Durante su etapa universitaria realizó algunos cursos de periodismo, trabajó como traductora y posteriormente trabajó como corresponsal y editora de la revista Heute. En la publicación colaboró junto con el fotógrafo Ernst Haas, con el cual trabajaría posteriormente en la empresa de Robert Capa, la afamada agencia con sede en París, Magnum Photos.

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Fotografía de Morath tomada en 1954 en Guadix, provincia de Granada, España [Foto: VAVEL España vía Flickr].

Su inicio en la fotografía tuvo que esperar hasta 1951, año en el que se trasladó a Londres a raíz de su matrimonio con el periodista inglés Lionel Birch. Desprovista de la compañía de fotógrafos, se lanzó a retratar su entorno y descubrió en este arte una nueva forma de expresión universal, llegando a afirmar: “Tal y como continuaba fotografiando me sentía pletórica. Sabía que podía expresar las cosas que quería transmitir dándoles forma a través de mis ojos.” A las influencias de Robert Capa se le sumaron las de su mentor Simon Guttman. En un inicio se valoraba su ojo pero su técnica era insuficiente, no obstante fue mejorando poco a poco. Tras su divorcio de Lionel Birch, volvió a París y realizó una serie de fotografías de sacerdotes católicos militantes, que vivían la realidad social de los barrios obreros más depauperados de la ciudad. Gracias a la serie consiguió ser aceptada como miembro de pleno derecho en la agencia Magnum, siendo esta la primera fotógrafa que pisase la agencia.

“Tal y como continuaba fotografiando me sentía pletórica. Sabía que podía expresar las cosas que quería transmitir dándoles forma a través de mis ojos.”

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Arthur Miller y Marilyn Monroe retratados por Inge Morath [Foto: David Houston vía Flickr].

Inge se dedicó a viajar cubriendo historias en África, Europa, Oriente Próximo, Sud América y Estados Unidos acompañada de su cámara y dedicó su primer libro a España, titulado Fiesta en Pamplona. Se asentó en EEUU tras su matrimonio con el dramaturgo Arthur Miller en 1962, pero realizó importantes viajes a países como Rusia o China que captaría con su lente.

A lo largo de su carrera, Morath fotografió a famosos escritores, a artistas de la talla de Jean Arp, Alberto Giacometti o Andy Warhol, fue directora de fotografía para numerosas películas hollywoodienses y retrató a celebridades de Hollywood tales como Marylin Monroe. En su fotografía se alejó de la tragedia y trató de buscar la cercanía, la poética, el intimismo. Sintió una mayor predilección por el blanco y el negro, aunque también realizó algunos trabajos a color. Una manera perfecta de acercarse a su obra es a través de los escritos en los que comentó su propia creación, ya que Ingrid Morath fue una mujer culta, inteligente y con un gran don de la palabra:

“En mi corazón me gusta seguir sintiéndome amateur en el sentido de estar enamorada de lo que hago, siempre impresionada otra vez de las posibilidades infinitas de ver y usar la cámara como un instrumento de registro.”

Tras la muerte de la fotógrafa, en el 2002, se estableció el Premio Inge Morath, otorgado anualmente a mujeres fotógrafas menores de 30 por la Fundación Inge Morath en cooperación con la Agencia Magnum.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.


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Ron Howard realiza un relato cuasi mitológico: el de un grupo de amigos carismáticos, caraduras y talentosos que empiezan tocando en un pequeño antro-cueva llamado “The Cavern”, y acaban dando un concierto frente a más de 65.000 personas en el Shea Stadium de Nueva York. Se trata de The Beatles y esta es la historia que el director nos cuenta.