La creciente amenaza nuclear que supone la guerra en Ucrania ha evidenciado la fragilidad del orden internacional existente. El Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, ha denunciado que Ucrania tendría planeado emplear “bombas sucias” en su propio territorio para culpar a Moscú, lo cual ha generado una escalada sin precedentes en el conflicto.
Una de las preocupaciones del gobierno ucraniano es que Rusia utilice armas nucleares “tácticas”. Este no sería un escenario de guerra nuclear total, pero situaría a Ucrania en una circunstancia dramática. Las consecuencias su detonación serían desastrosas, ya que causaría una onda expansiva, de calor y radioactiva equivalente a 53 bombas “Little Boy”, la misma que impactó en Hiroshima (Japón) y mató a 146.000 personas. Se estima que Rusia posee 2.000 armas tácticas listas para ser implementadas en el campo de batalla.
Resulta paradójico que diversos países hayan firmado y ratificado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (1968), y al mismo tiempo, continuaron modernizando sus fuerzas nucleares. Esto se explica debido al famoso “dilema de seguridad”: una situación en la cual los Estados se rearman para preservar su seguridad nacional causando a su vez que sus competidores opten por el mismo camino generando una nivel mayor de inseguridad para ambos. Claramente, como lo demuestra el gráfico de abajo, el desarme nuclear es una utopía.
El juego de la disuasión
Sin embargo, las armas nucleares de las potencias occidentales no disuadieron a Moscú de invadir a Ucrania, pero si disuadieron a la OTAN de socorrer a Kiev militarmente. A pesar de que el Estado ruso reconoce que utilizaría armas nucleares solo de forma disuasoria, no ha descartado su uso en casos excepcionales.
Uno de estos casos se refiere a “Una agresión contra la Federación Rusa mediante el uso de armas convencionales o que la existencia misma del Estado se encuentre en peligro”. Además, la doctrina rusa se encuentra sustentada en “escalar para desescalar”, lo cual implica dar el primer golpe con un arma nuclear de baja intensidad para obtener una ventaja en un conflicto convencional.
El pasado 21 de septiembre, el líder ruso señaló que su “país dispone de diferentes tipos de recursos militares, algunos de cuyos elementos están más avanzados que los de los países de la OTAN. En caso de una amenaza a la integridad territorial en [su] país, es evidente que utilizará todos los medios a [su] disposición para defender a Rusia. Ante esta situación, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que: “Por primera vez desde la crisis de los misiles en Cuba, tenemos una amenaza directa del uso de un arma nuclear si, de hecho, las cosas continúan por el camino que van”.
En estas últimas horas, el Ministro de Defensa ruso, Shoigu, afirmó que: “Ucrania se está preparando para usar una bomba sucia en su propio terreno”. Esta acción tendría como objetivo principal desatar una campaña antirrusa. Por lo tanto, Rusia decidió presentarse ante la Organización de Naciones Unidas para denunciar a Ucrania por la preparación de una “bomba sucia”.
El Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, señaló que Moscú cuenta con información concreta sobre los institutos científicos que poseen tecnologías que permiten crear ese artefacto radiactivo denominado como bomba sucia. Por su parte, el líder ucraniano remarcó que: “Si Rusia dice que Ucrania estaría preparando algo, eso solo significa una cosa: que Rusia ya ha preparado todo eso”.
Es preciso mencionar que una bomba sucia no es considerada un arma de destrucción masiva, sino que es un arma de perturbación social. Este es un tipo de arma conformada por una bomba convencional envuelta en materiales radioactivos que son diseminados durante la explosión.
El jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas rusas, el teniente general Ígor Kirílov advirtió que: “La detonación de un artefacto explosivo radiológico llevará inevitablemente a la contaminación radiactiva de un área de hasta varios miles de metros cuadrados“. Claramente, el objetivo de este tipo de bombas es contaminar una zona geográfica y a las personas que se encuentren en el lugar, tanto con radiaciones directas como por la ingestión o inhalación de materiales radioactivos.
En respuesta, Occidente señala que la falsa acusación rusa es parte de un pretexto para escalar a un conflicto nuclear. Sin embargo, malinterpretar al oponente puede ocasionar grandes riesgos.
Entonces, ¿se podrá disuadir a Rusia?
Desgraciadamente, no es posible descartar un escenario en el cual Putin recurra al uso de armas nucleares, aunque las probabilidades sean muy bajas, estas se encuentran en aumento. Este temido escenario podría materializarse si no se consideran las duras advertencias de Putin. Esta situación sucedería si el poder disuasorio de Estados Unidos falla, ya que es la segunda potencia nuclear, es decir, la única en calidad de mantener la condición de “destrucción mutua asegurada”.
Es así que la disuasión se encuentra relacionada a la racionalidad de los actores en cuestión, pero sería erróneo argumentar que todo actor racional debe poseer una misma lógica estratégica y actuar de una manera similar en todos los escenarios. Es posible que actúen racionalmente, pero lo realizarán de acuerdo a sus propias creencias, aunque para otros no sea razonable. Por tanto, la disuasión podría fracasar sí no se conocen las preferencias o las circunstancias de los actores involucrados, o sí se malinterpreta el mensaje.
Fue certero para Moscú el haber mostrado voluntad de llevar adelante ciertas cuestiones que se pensaban que no haría. Por lo que el hecho de acentuar la credibilidad en la mente de Occidente fue crucial para mantener la disuasión, ya que la mejor manera de influenciar al oponente es mediante el comportamiento. La utilización de armas nucleares en pequeña escala, tendría como objetivo la concentración de las fuerzas ucranianas otorgándole una victoria momentánea a Moscú. Pero, ¿a qué costo?, este sería realmente muy alto para el Kremlin. Sufriría una gran condena internacional y podría quedar totalmente aislada de las instituciones internacionales como, por ejemplo, su expulsión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En este momento, el gran desafío para los líderes políticos occidentales en las próximas semanas será sostener un bajo riesgo nuclear en Ucrania, dentro de un mundo estable-inestable, en el que Putin parece estar muy cómodo.
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