Hay sólo dos razones por las que me gustaría haber nacido a finales de los años 90…
La primera es haber podido exhibir mi maestría bailando el Swish-Swish delante de mis compañeros de instituto. La segunda es haber podido disfrutar, participar y apoyar al movimiento #FridaysForFuture (Juventud x El Clima en España), que está tratando de (y logrando) sacudir la conciencia de la ciudadanía y la clase política mundial para que, de una vez por todas, se tomen en serio el cambio climático y se adopten medidas con la urgencia y de la envergadura necesarias.
Los que nacimos en España en los 80’s también vivimos un fenómeno de movilización cívica similar, aunque sin la dimensión global y juvenil del #FridaysForFuture. Fue la campaña por el 0,7%, con sus manifestaciones, acampadas urbanas y su huelga de hambre. Viendo esas movilizaciones con la perspectiva que da el tiempo, es evidente la capacidad que tuvieron para poner la lucha contra la pobreza extrema en la agenda política y mediática y para dejar huella en toda una generación de personas que, décadas más tarde, tratamos de mantener esa llama viva desde nuestras responsabilidades profesionales, círculos personales, etc.
Estoy convencido de que el movimiento #FridaysForFuture generará también ese efecto y que habrá inoculado ya para siempre “el virus del activismo” en los millones de jóvenes que se están movilizando semanalmente en todos los rincones del planeta por su y nuestro futuro colectivo. Y eso ya es una importante victoria.
Por su gran repercusión social y mediática y por sus interpelaciones directas a la clase política, para que adopte medidas para frenar el deterioro ecológico, es muy probable que ya hayan logrado también que en más de un despacho de alguna ciudad de algún país, algún asesor político le haya avisado a su superior de que “la calle” está hablando de cambio climático y le habrá recomendado que quizá convendría aumentar un poco su perfil político en esta materia. Y eso sería también un éxito del movimiento.
Lamentablemente, todos sabemos que la respuesta al cambio climático no puede esperar a esta toma de conciencia política “a cámara lenta” y a que dentro de unas décadas todo el mundo reconozca que el momento de actuar hubiera sido ahora. Hay que reaccionar con seriedad, ambición y contundencia, pero hay que reaccionar ya.
Los jóvenes españoles de ‘Juventud x El Clima’ tienen una oportunidad que no se ha dado aún en muchos otros países del movimiento global. Y es que en sólo dos días los españoles estamos llamados a las urnas. Esta cita no solo ha ofrecido la oportunidad de presionar a los partidos políticos para que incorporen la respuesta al cambio climático en sus programas electorales, sino que nos permite directamente elegir a quienes, durante los próximos años, tendrán en sus manos las herramientas legales, políticas y presupuestarias para reconducir el sistema hacia un modelo de producción, transporte y consumo que nuestro planeta sea capaz de soportar.
Y en esto, es importante aclarar, que no todas las opciones políticas son iguales. Ni de lejos. Según la evaluación que acaba de publicar la plataforma ciudadana Polétika (conformada por más de 500 organizaciones y que en temas climáticos y energéticos está coordinada por Greenpeace, Inspiraction y Plataforma por un Nuevo Modelo Energético), de los 5 partidos políticos de ámbito nacional que previsiblemente tendrán representación parlamentaria después de las elecciones del 28 de abril, tres (PP, Ciudadanos y Vox) suspenden estrepitosamente en materia climática. Los otros dos (PSOE y Unidas Podemos) obtienen una nota mejorable, aunque perceptiblemente mejor que los tres anteriores.
Según el diagnóstico realizado por estas organizaciones para Polétika, lo más destacado de cada uno de los cinco partidos (de orden creciente de puntuación) en materia climática se puede resumir en:
- Vox: no aborda directamente la problemática del cambio climático. Sí acepta la descarbonización del sistema económico y propone medidas, de dudoso alcance, para garantizar el acceso a la energía. En movilidad propone promover aún más los modos más contaminantes.
- Partido Popular: no incluye una renuncia expresa ni plazos concretos para el abandono del carbón y las nucleares, por lo que sus promesas de reducción de emisiones en línea con los objetivos europeos, no puede considerarse creíble. Además, continúan dejando la transformación del sector del transporte en manos del mercado, por lo que se niegan a restringir la comercialización de los vehículos más contaminantes.
- Ciudadanos: han propuesto una Ley de Cambio Climático a la que le falta concreción, ambición y unos objetivos de reducción de emisiones. Además, no fija fecha de cierre para el carbón ni las nucleares. Sí plantea, sin embargo, propuestas interesantes en materia de eficiencia energética y para promover el transporte público y el vehículo eléctrico.
- PSOE: aunque el conjunto de sus medidas van en la dirección correcta, algunas de ellas carecen de la ambición requerida, como es el caso de los objetivos de reducción de emisiones o con la inclusión de medidas de fiscalidad verde. Plantea el cierre gradual de las centrales de carbón y nucleares, aunque alarga innecesariamente el cierre de éstas. Su ‘Estrategia de Transición Justa’, hacia nuevas actividades productivas sostenibles, es un buen marco teórico que hay que concretar y dotar de presupuesto.
- Unidas Podemos: sus medidas para afrontar el cambio climático son positivas, pero están sin concretar. Es el único programa que fija el cierre de las centrales nucleares y de carbón antes de 2025, pero lo condiciona a una tasa de sustitución del empleo destruido absolutamente irreal (generación de dos puestos de trabajo por cada puesto destruído).
Estas valoraciones de los programas electorales de Polétika parecen ser coherentes e ir en la misma línea de la evaluación que esta plataforma ha realizado sobre el desempeño de cuatro de estos partidos durante la anterior legislatura (2016-2019).
En los próximos tres días, los activistas del ‘Juventud x El Clima” tienen, por tanto, una oportunidad y una responsabilidad para marcar una diferencia significativa en el futuro de la acción climática en España. Es, con diferencia, la mejor oportunidad de incidencia política real que van a tener en el medio plazo. Para los que tienen edad de votar, la opción es clara: decidir si la ambición climática de los partidos es el criterio orientador de su voto. Si es así, las opciones válidas no son muchas (ojo, hay más partidos que concurren a las elecciones que están comprometidos con la lucha contra el cambio climático más allá de los expuestos en este artículo).
Para los que aún son demasiado jóvenes para votar, su responsabilidad se concreta en comunicar, sensibilizar e interpelar a las personas de su entorno (padres, familiares, profesores…) sobre la necesidad de emitir un voto “climáticamente responsable”.
En este lluvioso final de mes de abril en España, la lucha por frenar el deterioro climático nos exige manifestarnos los viernes con una pancarta y los domingos con un sobre y una papeleta.
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