El concepto de “sueño americano” fue creado durante la Gran Depresión, en los años ’30. Tiene origen en un libro de James Truslow Adams, que definió el sueño americano como “el sueño de una tierra donde la vida debería ser mejor, más rica y plena para todos”. En las décadas siguientes, este sueño fue una realidad, un rápido y compartido crecimiento económico que hizo que, durante años, los hijos lograsen tener estándares de vida más elevados que sus padres. Así, el sueño americano traspasó fronteras y durante años muchos migraron a Estados Unidos en su búsqueda.
No obstante, la oportunidad de vivir el sueño americano es mucho menos compartida hoy que hace varias décadas. ¿Sigue vivo dicho sueño?
¿Qué es el ‘American Dream’?
El sueño americano, uno de los pilares de la cultura estadounidense, fue concebido por Thomas Jefferson —el tercer presidente de los Estados Unidos— que defendía el derecho de todo ciudadano a perseguir un determinado tipo de vida, la libertad y la felicidad. Esta idea se ve reflejada incluso en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
En 1931 fue definido por primera vez en el libro de Truslow Adams, “Epic of America”, donde afirmaba que “La vida debería ser mejor y más rica y llena para todas las personas, con una oportunidad para todo el mundo según su habilidad o su trabajo, independientemente de su clase social o las circunstancias en las que nace”.
Así, el sueño americano no gira en torno a la promesa de lograr el objetivo sino en torno al concepto de la igualdad en la búsqueda de oportunidades.
¿Todavía existe el ‘sueño americano’?
Recientemente, diversos estudios están cuestionado la existencia actual del sueño americano. Según un recién estudio publicado sobre la movilidad absoluta, es decir el paso, ascendente o descendente, de un individuo de un estrato social a otro, ésta se ha reducido de forma significativa. Para medir la movilidad absoluta, los investigadores compararan los ingresos de los individuos a los 30 años (ajustados a la inflación utilizando el Índice de Precios al Consumidor) con los ingresos familiares de sus padres a la misma edad de 30 años. Alrededor del 92% de los niños y niñas nacidos en los ’40 y que en 1970 tenían 30 años ganaban más que sus padres a esa edad. Eso demuestra que había una movilidad absoluta a través de los ingresos muy alta que, salvo en raras excepciones, ha ido descendiendo de forma continua.
Actualmente, sólo el 50% de los nacidos en los años ’80 y que ahora están en la treintena, ingresan más que sus padres a la misma edad. La clase más afectada por el declive de la movilidad absoluta a través de los ingresos ha sido la clase media.
Según otro estudio realizado por la Universidad de Stanford, eso ocurre debido a una reducción de la movilidad absoluta, causada por una distribución más desigual del crecimiento económico en los últimos años. Según la Reserva Federal, un estadounidense nacido en el quintil más bajo de la población (es decir, en el 20% más pobre) tenía apenas un 7’5% de posibilidades de llegar al quintil más alto (al 20% más rico).
Un análisis realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sitúa los Estados Unidos entre los tres países donde la riqueza de los padres más influencia en la riqueza de los hijos. Confirmando así el argumento de Alan Kuerger que afirma que “cada día parece más claro que tener un padre rico es el secreto para el éxito”. Este argumento cuestiona la idea de meritocracia —si uno se lo propone y trabaja duro acabará por triunfar— uno de los pilares del sueño americano.
La organización The Equality Opportunity Project afirma que la clase media fue la clase más afectada por el declive del sueño americano. En lo que concierne a la geografía, se observa mayor declive en la movilidad absoluta vía ingresos en los estados industriales como Michigan, Indiana, Ohio e Illinois. Los estados menos afectados son los agrícolas y los de la costa oeste.
El declive del sueño americano también afecta la salud de los ciudadanos. Se está observando una oleada masiva de muertes por enfermedades asociadas a la pobreza, y la desintegración social —se han incrementados los suicidios y las muertes causadas por el consumo de alcohol, abuso de medicamentos y drogas. Haciendo que los Estados Unidos sufra la mayor crisis de salud desde la II Guerra Mundial. Los principales perjudicados, aunque no los únicos, son los blancos de mediana edad y sin estudios superiores.
La situación económica afecta directamente en el optimismo de la sociedad. En 2016, solo el 38% de los estadounidenses acreditaban que sus hijos vivirían mejor que ellos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?
Hay dos tendencias que nos permiten entender el declive de las movilidad absoluta en los últimos años: menores tasas de crecimiento del producto interno bruto (PIB) y una distribución desigual de este crecimiento. Según un estudio realizado por The Equality Opportunity Project, la distribución desigual del crecimiento tiene mayor impacto que la desaceleración de las tasas de crecimiento.
Para llegar a esta conclusión los investigadores simularon dos escenarios: 1) El crecimiento del producto interno a niveles de los años ’40, pero con la distribución actual del crecimiento; y 2) Las tasas de crecimiento actuales, pero con la distribución de los años ’40.
En el primer escenario se observan pequeños cambios y la movilidad absoluta aumentaría hasta el 62%. Y en el escenario dos, observamos un incremento del 30% en la movilidad absoluta, llegando hasta 80%, lo que invertiría en más de dos tercios la reducción de la movilidad absoluta.
El estudio muestra que, para volver a las tasas de movilidad absoluta de los años ’40 no será suficiente sólo con altas tasas de crecimiento. El crecimiento del PIB es importante, ya que el cambio de la distribución del crecimiento naturalmente tiene pequeños efectos sobre la movilidad absoluta cuando hay muy poco crecimiento para ser distribuido, pero no cambiará nada si no viene acompañado de una distribución universal del mismo.
El mismo estudio concluye que la movilidad absoluta ha disminuido, principalmente, debido al aumento de la desigualdad. Para recuperar las tasas de movilidad absoluta de los años dorados del sueño americano es necesario una mejor distribución de los ingresos, es necesario un crecimiento más igualitario.
Los datos económicos de los recientes estudios nos llevan a creer que el sueño americano se desmorona. No obstante, el sueño americano no se resume sólo a datos económicos, es un concepto arraigado en la cultura estadounidense. Los ciudadanos de los Estados Unidos son los que más creen en la meritocracia. Un 69% acredita que “las personas reciben lo que les corresponde por su inteligencia y habilidades”. Sólo el 19% cree que es necesario proceder de una familia con altos ingresos para progresar en la vida.
Así, el sueño americano va mucho más allá de los datos económicos. La idea de que sólo con esfuerzo e inteligencia una persona puede llegar a donde quiera, es casi una religión, una seña de identidad y eso parece que no cambiará.
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