En la última semana, hemos podido ver cómo cientos de miles de personas se manifestaban en Bucarest en contra de la corrupción. Después de la aprobación por parte del Gobierno actual del decreto por el cual se descriminalizaban algunas formas de corrupción, el martes por la noche, la Plaza de la Victoria, situada frente al edificio de Gobierno, se abarrotaba de manifestantes demandando la paralización del decreto. Y lo consiguieron, el pasado domingo, después de cinco días de protestas multitudinarias, el Gobierno anunció la abolición del decreto.
Pese a ello, muchos de los participantes en las protestas no se ven satisfechos; “Ya no podemos confiar en este gobierno después de intentar aprobar un decreto de la forma en la que lo hizo” comentó Lila, una madre con su hijo pequeño en brazos, durante la marcha del sábado que se celebró a lo largo de gran parte de la capital.
El domingo, y pese al anuncio por parte del Primer Ministro de la retirada del decreto, unas 200.000 personas en Bucarest y un total estimado de medio millón de personas por todo Rumanía, volvieron a las calles para pedir la dimisión del Primer Ministro Soria Grindeanu, elegido hace apenas un mes. Lejos de sentirse satisfechos, los ciudadanos ahora piden la dimisión de un presidente que, dicen, ha roto la confianza que los ciudadanos habían depositado en él.
Todas las sospechan apuntan a que el decreto fue aprobado para proteger a Liviu Dragnea, ahora líder del partido en el gobierno, el Partido Social Demócrata (PSD), quien no pudo acceder al cargo de Primer Ministro a pesar de ser el candidato a la presidencia, precisamente por haber sido acusado de fraude electoral y por tener cargos por abuso de poder que podrían llevarle incluso a prisión. Algunas de las formas de corrupción que el decreto quería descriminalizar son el perdón de ciertos crímenes que tengan una condena inferior a cinco años o que la cantidad de dinero sea menor a 45.000 euros, ambas compatibles con el caso de Dragnea.
Las protestas están mayoritariamente compuestas por gente joven y familias y se desarrollan en un ambiente pacífico a pesar de los incidentes registrados el pasado miércoles, cuando una serie de radicales se enfrentaron con la policía provocando la dispersión de la multitud a base de gas lacrimógeno. Tras los incidentes, han sido los propios manifestantes los que se encargaban de resolver cualquier atisbo de violencia en la inmensa multitud, algunos incluso llevaban carteles agradeciendo y apoyando a la policía.
El gobierno de Rumania está ahora bajo la lupa de cientos de miles de personas que, dicen, controlarán cada movimiento que se haga y seguirán protestando si lo viesen necesario.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?