La victoria de Donald Trump el pasado 8 de noviembre supuso un importante cambio en el panorama internacional en diversos aspectos clave que preocupan al mundo. Las suspicacias que despierta Trump no hacen referencia sólo a su visión sobre política migratoria o política exterior sino también en el tratamiento que dará a las políticas ambientales. En su web oficial, donaldjtrump.com, no existe ninguna mención acerca de sus posiciones sobre el cuidado del planeta. Ante este hecho, varias agrupaciones de activistas ya han mostrado su preocupación por la invisibilización de la problemática por parte de los equipos de comunicación del presidente electo.
No obstante, el problema no es tan sólo de comunicación sino la dirección tomada por Trump. El magnate inmobiliario nombró al fiscal general del Estado de Oklahoma, Scott Pruitt, para estar al frente de la Agencia de Protección Medioambiental. Pruitt es un escéptico del cambio climático con negocios en la industria de los combustibles fósiles, tal y como alerto el demócrata Bernie Sanders. A su vez, Sanders adelantó que se opondrá a su nombramiento en el senado; sin embargo, el Partido Republicano tiene mayoría para nombrar a los funcionarios que Donald Trump designe en cada dependencia estatal.
El negacionismo de Trump
“El concepto de calentamiento global fue inventado por los chinos para quitarle competitividad a la industria estadounidense”, escribió en las redes sociales el ahora presidente de Estados Unidos.
Donald Trump considera el cambio climático como un hecho “inexistente y fraudulento”, al mismo tiempo que afirma que es un “impuesto elevado” con el que muchos han hecho negocios para obtener dinero. De esta manera, la posición negacionista del empresario devenido en político se escuda en “salvar la industria del carbón y parar la guerra contra los mineros”.
El plan energético de Trump consiste en dejar sin efecto todas las medidas que tomó Barack Obama y que el republicano considera “destructoras del empleo”. A su vez, cancelará toda la financiación estadounidense a las políticas de la ONU que combaten el calentamiento global y pretende renovar todo tipo de solicitud de construcción de oleoductos en el país, incluso los que pasan por territorio sagrado de los pueblos indios indígenas, que ya detuvieron un proyecto de oleoducto en Dakota del Norte a través de una serie de protestas y asentamientos que se convirtieron en un símbolo de la resistencia india ante la industria que destruye sus tierras. Más de 30 premios Nobel ya han advertido sobre el impacto negativo que pueden tener estas políticas.
El punto más caliente de las intenciones políticas del magnate es una posible desvinculación de EE.UU. del Acuerdo de París alcanzado en la COP21 y que firmaron 200 países del mundo con el objetivo de reducir el cambio climático. Sin embargo, el tratado firmado en Francia y el resultado de la COP22 de Marrakech aún dejan cuestiones importantes, como los mecanismos de implementación de políticas ecológicas, para ser debatidas en 2017 y 2018, por lo que algunos expertos afirman que el acuerdo todavía no representa un verdadero avance, ya que no es seguro que vaya a traducirse en políticas reales. Aunque no por eso las opiniones de Trump dejan de ser alarmantes.
Por otra parte, el negacionismo de Donald Trump parece que cada vez más va en contra de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos de su país. El 67% de los estadounidenses considera que el calentamiento global es un problema serio, y el 50% cree que el gobierno nacional debe incrementar sus políticas para poder combatirlo, tal y como revela una encuesta de la cadena ABC News realizada en 2015.
¿Quiénes son Myron Ebell, Sarah Palin y Scott Priutt?
Una vez ganada la presidencia, Trump designó a Myron Ebell como su principal asesor en temas de calentamiento global, poniéndolo al frente de su equipo de transición para la Agencia de Protección Ambiental, lo que le permitirá incidir en cada área relacionada con el medio ambiente. Ebell es un conocido negacionista del calentamiento global que ha trabajado como lobista de la industria de los combustibles fósiles y llegó a estar al frente de la “Cooler Heads Coalition”, un grupo de personas que promovían un “ambientalismo de mercado” y rechazaban toda práctica ecológica impulsada por el gobierno.
Según el New York Times, durante la COP21 realizada en París, diversas agrupaciones ambientalistas acusaron públicamente a Myron Ebell de ser uno de los siete “criminales del clima”. Mientras tanto, el asesor de Trump dijo “estar acostumbrado” a estos escraches, teniendo en cuenta que quiere envestir contra “el alarmismo del cambio climático”. Además, Ebell cree que el plan de Energía Limpia es “ilegal”, por eso no debe sorprender que el gran círculo de empresarios ligados al petróleo no apoyara el programa ambiental de Hillary Clinton.
Por otra parte, la excandidata a vicepresidenta, Sarah Palin, se posiciona fuertemente para ser la Secretaria de Interior, cargo desde el que deberá supervisar y administrar las tierras públicas y el servicio de los parques nacionales de EE.UU. La exgobernadora de Alaska podría desenterrar su conocido grito de guerra “Drill, baby, drill!” (¡Perfora, niña, perfora!) estando al frente de esta secretaría, ya que defiende abiertamente la explotación indiscriminada de pozos de gas y petróleo al considerarlos “cosas que Dios puso en la tierra para el uso de la humanidad”.
Durante la campaña presidencial de 2008, y después de que John McCain la eligiera para acompañarlo en su carrera hacia la presidencia, Palin reconoció que Alaska sufre mucho el calentamiento global pero no se lo atribuyó a factores humanos. Así, durante su gobernación aprobó la explotación de pozos para la extracción de combustibles fósiles en el Refugio de Vida Salvaje de Alaska y promovió un proyecto de libre competencia para la construcción de un oleoducto en ese Estado. Además, se negó a incluir al oso polar en la lista de especies amenazas.
Por último, y tal y como adelantábamos al inicio de este artículo, otro de los grandes protagonistas en el organigrama ambiental de Trump es el fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt, un acérrimo detractor de las políticas ambientales de Barack Obama que ha sido elegido para encabezar la Agencia de Protección Medioambiental. En este sentido, Priutt creó en su oficina una “unidad federalista” que buscaba combatir el programa de acceso a la salud, popularmente conocido como “Obamacare”, y todo tipo de regulaciones ambientales impulsadas por el ya expresidente. El fiscal general de Oklahoma formó un grupo con fiscales de otros estados para protestar contra medidas ambientalistas, lo que causó que 28 estados iniciasen una demanda contra estas regulaciones; y, a su vez, ayudó a varias empresas eléctricas a luchar contra las normas impuestas por la administración federal, convirtiéndolo en un hombre de confianza del gran establishment económico, sobre todo en el sector de las energías fósiles y la industria del carbón, que no tardaron en darle su apoyo.
Todo apunta a que la designación de Pruitt generará un debate más que acalorado en el Congreso, aunque el Partido Republicano cuenta con mayoría en ambas cámaras y se espera que no haya problemas para su designación. Lo que está claro es que el mundo seguirá atentamente la política ambiental llevada a cabo por Donald Trump y su equipo en medio de un problema climático que crece año a año.
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