“Y volvió el apagón”
Después del furor de los últimos meses en los que Cuba no sólo ha sido el centro de todas las miradas por los conciertos de los Rolling Stones y el desfile de Chanel, sino por convertirse en la más prometedora de las economías de transición, de repente, “volvió el apagón”.
El peor de los miedos de la sociedad cubana, para los que lo vivieron en primera persona y para todos los que han crecido escuchando hablar de aquel tiempo donde no había luz en el Malecón, está presente otra vez desde que el gobierno cubano ha aceptado públicamente que la economía de la isla se está viendo fuertemente afectada por la profunda crisis que atraviesa Venezuela. Y las alternativas no son esperanzadoras. Frente al riesgo de que se vayan a limitar los suministros energéticos, el gobierno no piensa en una alternativa hacia delante, mejor apagar las luces y dejar que pase el temporal…
La alarma se sobrevino a raíz de la intervención del presidente Raúl Castro en la Asamblea del Poder Popular en la que reconoció públicamente la necesidad de tomar medidas para enfrentar la “situación coyuntural” que estaba viviendo Cuba con motivo de la situación venezolana.
Esta fue una noticia en cierto modo sorprendente ya que las últimas valoraciones semestrales de la situación económica habían sido, cuando menos, en otra tónica. Incluso, en el pasado mes de abril, se hicieron publicaciones oficiales asegurando que Cuba alcanzaba un crecimiento del 4% del PIB. Se hablaba también de una mejoría en la calificación de Cuba por las agencias de riesgo internacionales a consecuencia, entre otros motivos, de los cambios producidos en el escenario global. El incremento de exportaciones acompañado de la reducción de importaciones permitieron mantener un control más constante de los precios para el consumidor e incluso para los que tenían por imposible una apertura hacia el libre mercado, los resultados mostraban un crecimiento de la presencia de capital extranjero a través de inversión directa e incluso un crecimiento del empleo privado.
Los datos de la mejora sustancial de los datos de turismo parecían dar una mayor consistencia a lo que, para algunos, no eran más que un lavado de cara estratégico por parte del gobierno. Sin embargo, lo preocupante ahora parece ser cómo mantener las luces encendidas en todos los hoteles que tienen lleno, en vista de los eventuales recortes que se prevén.
Cambios político-institucionales
Con las últimas modificaciones que se habían producido tras la aprobación de los últimos Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución, todas las esperanzas estaban puestas en el séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba que tuvo lugar el pasado mes de abril en La Habana. En él, se sientan las bases de las directrices que vertebrarán las tomas de decisiones en la isla en el medio plazo y, en este caso, tratándose del primer congreso tras el restablecimiento de las relaciones con EEUU, eran muchas las preguntas que se ponían encima de la mesa. No obstante, ni los cambios fueron muy radicales, ni las nuevas propuestas demasiado ambiciosas. De hecho, los últimos movimientos en las filas del gobierno han llevado a pensar incluso en un retroceso en cuanto a los “avances” que, si bien no se habían materializado del todo, habían suscitado gran expectación.
La destitución del anterior Ministro de Economía y Planificación Marino Murillo ha sido uno de los cambios que más críticas ha generado ya que, se especula, era considerado por el gobierno como un político demasiado transigente con las reformas. Este argumento ha sido fácil de respaldar dada la edad del Ministro actual. Estos elementos que no hacen otra cosa que poner palos a las ruedas a los avances que, parecía, se iba sucediendo. Todo ello sumado a la tradicional falta de adaptabilidad y respuesta rápida a las necesidades económicas de la isla, han precipitado que el fracaso venezolano haya supuesto un batacazo también para Cuba.
¿De dónde proviene la dependencia de Cuba de Venezuela?
Para entender el desarrollo económico de cualquier economía, es obvio que no se puede perder de vista la interconexión de los mercados internacionales y que el hecho de que el bienestar de las economías vecinas es más que fundamental para asegurar el crecimiento económico de cualquier país. No obstante, cuando el modelo económico de un país depende de modo prácticamente exclusivo de otro el impacto se incrementa y, si bien afrontar una crisis es una situación que genera ansiedad para cualquiera, en el caso de los cubanos está doblemente justificado. Y, mucho más, cuando la situación se asemeja en tanto aspectos a la que se vivió durante los años 90 en la isla.
De nuevo, y como siempre que se quiera abordar cualquier aspecto de la realidad cubana, para entender la profunda dependencia que Cuba ha creado con el país centroamericano, hace falta un pequeño recorrido por los verdaderos orígenes del Período Especial en Tiempos de Paz, sobre todo, para comprender los riesgos de una nueva crisis como la de los años 90. Como se ha explicado en otros artículos, tras la adopción del modelo soviético por la Revolución cubana, su estructura económica se tornó fundamentalmente dependiente del devenir de la estabilidad de la URSS. Esta dependencia estaba basada en los llamados acuerdos preferenciales mediante los cuales la URSS vendía petróleo a Cuba a precios mucho más bajos de los del mercado. Por este motivo, tras la grave recesión a mediados de los ochenta y el colapso final en 1989 que deriva en la desintegración de la URSS, Cuba se ve sumida en una abrupta crisis debido a la inexistencia de industria interior y la incapacidad de generar divisas de manera autónoma. Esta crisis, que se prolonga durante toda la década de los 90 – y para muchos se ha perpetuado hasta el presente –, se ve recrudecida por el aumento de la presión del embargo estadounidense, que pretendía aprovechar el momento para terminar de ahogar el futuro de la isla. De un modo muy resumido y pasando por alto infinidad de detalles, una de las mayores consecuencias en la vida cotidiana de los cubanos fueron las restricciones energéticas que provocaron apagones de hasta ocho horas en muchos barrios de La Habana.
Posteriormente, el giro a la izquierda en América Latina retoma Cuba como adalid de la resistencia frente a los EEUU, y esto se materializa en el acuerdo energético entre Fidel Castro y Hugo Chávez. Esto consistía en el envío diario de más de 100.000 barriles de petróleo desde Venezuela hacia Cuba, a cambio de la provisión de servicios – de entre los que destacan los médicos y el personal para el aparato de inteligencia del estado venezolano.
Crisis en Venezuela y… ¿nuevo Período Especial?
En Venezuela, si bien la decadente situación política e institucional en el país no tiene una única justificación económica, se ha visto fuertemente agravada por la caída de los precios del crudo a nivel internacional. Por lo tanto, teniendo en cuenta la estrecha dependencia entre ambas economías, hace que el desvanecimiento de la economía venezolana se lleve por delante los pinitos que Cuba lleva haciendo en el terreno de las “innovaciones” político-económicas. No obstante, este hecho no ha pillado por sorpresa a casi nadie. De hecho, no han sido pocos los analistas cubanos e internacionales que vienen apuntando el riesgo de una nueva crisis de liquidez para la economía cubana. Sin embargo, los alardes de cambio que se han dado durante los últimos años hacían que cupiera cierta esperanza de que Cuba iba a tener otra salida. No parece que vaya a ser así y, en principio, como medidas transitorias se ha mencionado la reducción del consumo energético en un 6%.
El impacto que tiene la contracción de la cantidad de petróleo que llegaba a la isla bonita no se produce sólo a nivel doméstico, sino que pone en riesgo la reducida, pero crucial para la entrada de capital, industria del níquel y el azúcar, ya que se trata de las únicas fuentes de entrada de divisas. De hecho, a pesar de que se ofrecieron garantías para las principales industrias generadoras de divisa, se ha anunciado ya el cierre parcial de algunas refinerías de PDVSA que operan actualmente en Cuba.
Si bien esta situación pone en entredicho los avances que se habían venido produciendo con el acercamiento a los EEUU, estos pueden significar también una posible vía de escape. Lo cierto es que actualmente las relaciones Cuba-EEUU se encuentran en una situación de cierta esquizofrenia: por una parte, ha aumentado la cooperación con los EEUU que ha reducido la presión mediante la flexibilización de algunas de las cláusulas del embargo, pero por otra este sigue vigente y es uno de los motivos que ha obligado a Cuba a establecer esta situación de dependencia con Venezuela.
Sin embargo, algunos analistas apuntan ya a la paradoja de que la dependencia de Cuba de la economía venezolana puede ser aprovechada en este caso por los EEUU. De lo que desde luego lo cabe duda es que el futuro de la isla de nuevo depende más de actores externos que de sí misma.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?