El inicio de las protestas en Hong Kong, una reforma electoral que restringe la democracia
La región de Hong Kong ha sido una colonia británica hasta 1997, cuando se reintegró en la República Popular China. Para facilitar este proceso tras décadas bajo el sistema colonial, Hong Kong se convirtió en una región administrativa especial, con una gran autonomía del Gobierno central y un sistema político distinto bajo la fórmula “un país, dos sistemas”. Aunque se estipuló un alto nivel de autogobierno para la región en los acuerdos firmados con Gran Bretaña para el traspaso de poder, la estructura electoral establecida por el Gobierno central de Pekín ha sido mucho más restrictiva desde entonces.
En este contexto, la Asamblea Popular de China, máximo órgano legislativo de la República, presentó el pasado 31 de agosto la propuesta de reforma electoral que ha prendido la mecha de las protestas. A pesar de que abre la puerta al sufragio universal (prometido por el Gobierno central en 2007), excluye la posibilidad de nominaciones ciudadanas de candidatos. En su lugar, los votantes deberán elegir entre candidatos preseleccionados por un comité de 1.200 notables afines a Pekín.
Mucho antes de que esta propuesta fuera anunciada, el profesor de Leyes de la Universidad de Hong Kong Benny, Tai Yiu-ting, publicó en enero de 2013 un artículo proponiendo un acto de desobediencia civil no-violenta en el Distrito Central, núcleo financiero de Hong Kong, como medida para presionar al gobierno ante la inminente reforma electoral. El movimiento Occupy Central with Love and Peace (OCLP) tomó forma de la mano de sus organizadores: el propio Benny Tai, el reverendo Chu Yiu-ming y el profesor de Sociología de la Universidad China de Hong Kong Chan Kin-man. Cuando la Asamblea Popular hizo pública la reforma en agosto, el movimiento Occupy encabezó las primeras protestas en las calles de la ciudad.
Jóvenes procedentes de más de 20 universidades y escuelas profesionales de Hong Kong se unieron rápidamente a las protestas, movilizados por la Federación de Estudiantes Universitarios y la Scholarism, una organización de estudiantes de escuelas superiores. La masiva presencia de los estudiantes, vestidos de blanco y luciendo lazos amarillos, les convirtió en protagonistas y símbolo de la lucha por una democracia real. Además de la oposición a la reforma electoral, los jóvenes hongkoneses también han mostrado su descontento por el aumento de la desigualdad. Según diversas encuestas, la movilidad social está disminuyendo en Hong Kong y a los jóvenes cada vez les cuesta más ascender en la escala social.
Según las encuestas realizadas por la Universidad China de Hong Kong, el 40 % de los habitantes de la región se identifica exclusivamente como hongkonés, mientras que el 27 % se considera “hongkonés dentro de China”. Un 11 % se percibe a sí mismo como “chino en Hong Kong”, mientras que el 20 % se declara exclusivamente “ciudadano chino”. Los expertos temen que la campaña de desobediencia civil agrave la polarización de la población entre los que la apoyan, en su mayor parte jóvenes y miembros de la clase media, y los que se muestran contrarios, clases altas y trabajadoras que se muestran más partidarias a la soberanía de Pekín. De hecho ya existe un movimiento contrario a Occupy y a favor del Gobierno chino, la Alianza para la Seguridad y la Democracia. Sus miembros utilizan un lazo azul como símbolo y han organizado concentraciones condenando los objetivos de Occupy.
Del movimiento pacífico a los enfrentamientos violentos
Los estudiantes universitarios han encarnado el carácter pacífico del movimiento desde sus primeras manifestaciones, mostrando una gran organización y autodisciplina. En los asentamientos se han puesto en marcha actividades como el reciclado de materiales, turnos para repartir alimentos o la limpieza de las calles ocupadas por parte de voluntarios que asumen espontáneamente estas tareas. La actitud pacífica y la conciencia cívica demostradas por “los manifestantes más educados” provocó el apoyo inicial de parte de la sociedad hongkonesa a este movimiento no-violento sin líderes.
La carencia de líderes se ha vuelto un punto débil del movimiento, que “corre el riesgo de fracasar a falta de un claro liderazgo”, según Leung Kwok-hung. Este activista social en Hong Kong cree que “una plataforma coherente es necesaria no sólo para entablar con legitimidad el diálogo con el gobierno sino también para crear cohesión y coherencia entre los manifestantes”.
Parece sin embargo que el paso del tiempo y la falta de entendimiento entre manifestantes y autoridades gubernamentales han provocado que aumente la tensión entre ambos. El conocido barrio comercial de Mong Kok, epicentro de las movilizaciones, ha sido testigo de altercados entre estudiantes y policías cada vez más violentos. Las imágenes de los estudiantes protegidos únicamente con paraguas y mascarillas del gas lacrimógeno y los pulverizadores de pimienta de la policía han atraído la atención mundial sobre la violencia ejercida contra los manifestantes de “la revolución de los paraguas”. Por su parte, la policía presume de autocontrol y acusa a los estudiantes de haberse radicalizado. En la madrugada del 19 de octubre se produjo uno de los encontronazos más duros entre ambos bandos cuando cerca de 9.000 personas volvieron a las calles que acababan de ser desalojadas, con un resultado de 33 detenidos y decenas de heridos, incluidos 18 agentes de la policía.
Primeros intentos de diálogo entre estudiantes y autoridades frente a un futuro incierto
Poco después de que los altercados alcanzaran un nuevo pico de violencia, la vicepresidenta del Ejecutivo autónomo, Carrie Lam, anunció la celebración de un debate televisado entre representantes de ambas partes para discutir sus diferencias en torno a la reforma electoral. Durante el mismo, los representantes del Ejecutivo regional pusieron sobre la mesa la posibilidad de enviar un informe a Pekín con la posición de los manifestantes, así como la creación de una plataforma de diálogo, propuestas “huecas e ilusorias” según los representantes estudiantiles, ya que en ningún momento se aludió a una posible modificación de la reforma electoral propuesta por el Gobierno central.
La tradicional censura ejercida en China también ha limitado la cobertura de las protestas. La televisión oficial China, CCTV, mantuvo conexión durante el debate pero únicamente retrasmitió las intervenciones de los representantes del Ejecutivo autónomo. Como en otras situaciones parecidas en las que redes sociales occidentales han sido censuradas, la plataforma Instagram dejó de funcionar la noche en la que la policía utilizó gas lacrimógeno contra los manifestantes, mientras que artículos y etiquetas relativas al movimiento están siendo sistemáticamente censurados en Sina Weibo, la principal red social china.
A pesar del fracaso de las conversaciones, muchos consideran la mera celebración del debate como un logro para el movimiento ciudadano y señalan que era prácticamente imposible que unas posiciones tan alejadas llegaran a un acuerdo durante un primer encuentro. De hecho no ha habido ninguna concesión por ninguna de las partes. Leung Chun-Ying, jefe del ejecutivo local abiertamente respaldado por el Gobierno central, ha advertido que los operativos de desalojo de las calles continuarán a pesar de las negociaciones, al tratarse de asuntos diferentes “y no mutuamente excluyentes”. Chun-Ying ha denunciado además el apoyo de “fuerzas externas” a los manifestantes, aunque sin dar más detalles. Por su parte, los estudiantes también están dispuestos a mantener las sentadas. Alex Chow, secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hong Kong, ha declarado que es necesario ejercer una mayor presión política y social para obligar al Gobierno a hacer más concesiones, señalando una huelga laboral y estudiantil combinadas como la única vía para avanzar en las reivindicaciones.
Mientras que se desconoce hacia dónde avanzará el curso de los acontecimientos, el movimiento OCPL ha sufrido un duro golpe de la mano del Tribunal Superior del territorio autónomo. Pocas horas antes de celebrarse el debate, este órgano emitió tres órdenes para que los participantes abandonen de inmediato varias calles, la mayoría localizadas en el barrio de Mong Kok. En respuesta, las organizaciones estudiantiles involucradas han declarado que cada individuo debe decidir si acata o no, aunque advierten que cada uno deberá asumir las consecuencias legales de su decisión.
Foto de portada: Revolución de los paraguas en Hong Kong. Vía Pasu Au Yeung Flickr.
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