En octubre de 1962, Cuba estuvo muy cerca de dejar de existir y Europa de volver a las tinieblas. Hay consenso en considerar que la Crisis de los misiles de 1962 fue el momento en el que el mundo más se acercó a la guerra atómica. Nuevos datos y un análisis detallado del orden de batalla nuclear muestran que el arsenal realmente operativo de Estados Unidos superaba al soviético en una relación de 12 a uno. Puede que esa inferioridad salvara al planeta.
Entre las 13:00 y las 15:00 del 28 de octubre de 1962, el premier soviético Nikita Jrushchov dio la orden a los barcos rusos cargados de armas nucleares con destino a los puertos cubanos de que dieran la vuelta. Acababan así los 13 días que, desde que un avión espía estadounidense U-2 tomó las primeras fotografías de lo que parecían ser silos de misiles, en la madrugada del 15 de octubre, mantuvieron al mundo en vilo por el temor a la guerra nuclear. A cambio de que los soviéticos renunciaran a ubicar armamento nuclear, los estadounidenses se comprometieron a no invadir Cuba. También acordaron retirar los misiles Jupiter que tenían desplegados en Turquía, aunque esa parte del acuerdo se mantuvo en secreto.
Pero los misiles soviéticos, al menos una parte de ellos, estaban en suelo cubano desde hacía semanas. “Estados Unidos no sabía que las armas nucleares tácticas ya estaban en Cuba cuando empezó el bloqueo el 24 de octubre”, cuenta a MATERIA Robert S. Norris, investigador en política nuclear de la Federación de Científicos Americanos (FAS). Cuando la CIA informó al presidente John F. Kennedy, el 16, EEUU no pensaba que los misiles y menos aún las cabezas nucleares hubieran llegado a la isla. Esa ignorancia estuvo a punto de provocar el desastre.
“Muchos responsables estadounidenses, incluido el secretario de Defensa, Robert McNamara, no creían las cabezas nucleares para los misiles soviéticos hubieran llegado”, relató Norris en una conferencia sobre la crisis celebrada en el Centro Wilson de Washington la semana pasada. Armados con esos informes de inteligencia erróneos, los militares estadounidenses apoyaban la idea de invadir Cuba. De esta manera se acabaría con la amenaza de tener misiles soviéticos tan cerca y de paso con Fidel Castro.
Sin embargo, según recuerda Norris basándose en documentos soviéticos desclasificados, había 158 cabezas nucleares soviéticas de cinco tipos diferentes en Cuba antes de que Kennedy diera su discurso en televisión, el día 22 de octubre, y de que empezara oficialmente el bloqueo, dos días después. Aunque el plan soviético era desplegar 80 misiles balísticos de medio e intermedio alcance, SS-4 y SS-5, a mediados de octubre sólo había en la isla 42 SS-4 y, de ellos, realmente operativos entre seis y ocho. Con un alcance de unos 2.000 kilómetros, podrían golpear Washington en 13 minutos.
Norris y su colega en la FAS, Hans Kristensen, sostienen en un análisis en el Bulletin of the Atomic Scientists que el verdadero peligro estaba en los 80 misiles tierra-tierra FKR-1 Meteor y otros 12 misiles Luna. Estas armas tácticas de corto alcance estaban pensadas para usarlas en el campo de batalla y, ante una eventual invasión estadounidense, los soviéticos podrían haber recurrido a ellas para atacar Guantánamo o a la flotilla invasora. Pero, como advirtió Kennedy a Jrushchov, el recurso al arsenal nuclear conllevaría represalias por parte de EEUU, lo que obligaría a los rusos a responder en una escalada infernal que extendería la guerra desde la isla a todo el planeta.
Europa se habría llevado la peor parte
“El miedo a tal escalada y pérdida del control estaba en las mentes de Kennedy y Jrushchov”, explica Norris. Siguiendo su análisis del arsenal nuclear realmente disponible, Cuba lo habría pasado realmente mal, pero muy cerca habría estado Europa. En suelo europeo, las dos potencias estaban mas o menos empatadas. En 1962, EEUU tenía 4.375 armas nucleares desplegadas en el viejo continente, pero la mayoría eran armas tácticas de corto alcance, para su uso en combate. Pero había un 10% del arsenal formado por misiles balísticos Thor y Jupiter, misiles de crucero Matador y Mace y varios centenares de bombas atómicas en bombarderos de bases de EEUU en varios países europeos y en los barcos de la VI Flota. Por su parte, la URSS contaba con unos 550 misiles SS-4 y SS-5. Al menos en la primera fase, Europa habría sido la peor parada.
La crisis no estalló, posiblemente por la diferencia abismal que había en el tercer elemento de este orden de batalla nuclear: las armas estratégicas de largo alcance. La URSS disponía de 42 misiles balísticos intercontinentales (ICBM) capaces de llegar a suelo estadounidense, según el historiador y exmilitar soviético Sergei Karlov. También contaba con cerca de 200 bombarderos atómicos Tupolev-16 y Tupolev-22, pero habrían tenido complicado superar la barrera aérea defensiva de EEUU que podía poner en vuelo a 1.000 aviones en 15 minutos y otros tantos en tres horas.
Enfrente, el ejército estadounidense tenía operativas unas 3.500 armas nucleares con una potencia destructiva de 6.300 megatones (la bomba de Hiroshima equivalía a 13 kilotones). Sólo en ICBM, EEUU contaba con 182 misiles preparados. También había cerca de 150 misiles en submarinos y 1.300 bombarderos estratégicos. Según los expertos, la superioridad de aquellos era de 12 a uno. Como escribía McNamara en un memorando dirigido a Kennedy: la capacidad nuclear real de EEUU podría haber dejado a la Unión Soviética en “una humeante y radiactiva ruina en dos horas”.
Para Norris, “la superioridad de las fuerzas estadounidenses pudo jugar un papel en la mente de Jrushchov” para ordenar el regreso de los barcos y el desmantelamiento de las bases soviéticas de Cuba. Pero, añade, “incluso una o sólo unas cuantas de estas armas podría haber provocado la catástrofe”.
Artículo de Miguel Ángel Criado publicado originalmente en Materia.
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