Del atentado en el aeropuerto de Domodédovo
Una semana después del atentado terrorista en el aeropuerto moscovita de Domodédovo, que se llevó la vida de 35 personas y dejó al menos 180 heridos, el Comité de Investigación de Rusia anunció haber identificado al suicida responsable de activar la bomba. Según el portavoz, fue un joven de 20 años procedente de una de las repúblicas del Cáucaso norte. Las autoridades buscan también a los involucrados en otro acto terrorista (aunque fallido) el 31 de diciembre pasado en Moscú, en un centro de tiro deportivo. Las pistas de nuevo llevan al norte de Cáucaso, y ya están detenidos varios sospechosos procedentes de Daguestán y de la región de Stávropol.
De nuevo la región está en el punto de mira. Del Cáucaso se ha hablado bastante en los últimos años (principalmente como epicentro de varios conflictos) y, sin embargo, se hace patente cierta falta de información de base sobre lo que acontece en la región.
El crisol euroasiático
La región del Cáucaso es un territorio de poco más de 466.000 kilómetros cuadrados (casi como la superficie deEspaña) en la frontera sur de Europa y Asia, poblado por unas 32 millones de personas. Tradicionalmente se divide en Cáucaso norte y Cáucaso sur. El primero depende administrativamente de la Federación de Rusia y comprende dos regiones (kray, en ruso) – las de Krasnodar y Stávropol – y siete repúblicas: Adigueya, Karachaevo-Cherkesia, Kabardino-Balkaria, Osetia del Norte, Ingushetia, Chechenia y Daguestán. Está marcado por una variedad étnica (en el caso de Daguestán, es todo un microcosmos de grupos étnicos organizados en sistemas tribales), lingüística y religiosa, aunque la religión predominante es el islam en sus distintas corrientes. En cuanto al Cáucaso sur, está compuesto por tres estados soberanos – Georgia, Armenia y Azerbaiyán -, tres repúblicas autónomas – Abjasia (independente ‘de facto’), Adzharia (goza de autonomía plena), Najicheván (su soberanía es tutelada por Azerbayián, pero el territorio es históricamente armenio)- y Alto Karabaj, una república independiente reconocida sólo por Armenia.
Un camino turbulento
Un panorama territorial nada sencillo, y si le añadimos los turbulentos episodios en la región, se puede complicar aún más. Hagamos un breve repaso a los principales conflictos del Cáucaso, pero antes dibujemos unas pinceladas de la evolución de la presencia rusa en el Cáucaso. El imperio ruso se extendió hasta esta región a mediados delo siglo XIX, cuando tuvieron lugar varias guerras del Cáucaso. Durante el período 1918 -1921 algunos de los estados caucásicos disfrutaron de una breve independencia (Armenia, Georgia, Azerbaiyán). Sin embargo en la época soviética el control fue consolidado por Stalin; muchos de los pueblos del Cáucaso sufrieron unas deportaciones brutales. Con el hundimiento de la Unión Soviética en 1991 el mapa de la región empezó a cambiar y se formaron varias repúblicas independientes. A partir de ese momento, la presencia rusa se vio marcada por varios conflictos en la zona, de los cuales se mencionarán los principales:
Principales conflictos recientes en el Cáucaso
El conflicto ruso-georgiano (o la guerra de agosto de 2008): una ofensiva georgiana contra instalaciones de fuerzas de pacificación rusas en Osetia del Sur y una fulminante respuesta militar de Moscú, que resultó en la derrota de Georgia y soberanía ‘de facto’ de Osetia del Sur y de Abjasia. Esta guerra fue tan solo una de las manifestaciones de un prolongado conflicto georgiano-abjasio, en el que Abjasia ha rechazado una autonomía mayor en todo momento y siempre ha reclamado independencia completa; y del conflicto georgiano-osetio, que data de 1918, cuando los osetios se negaron unirse al recién creado estado georgiano.
Las guerras chechenas (1994-1996 y 1999): el conflicto más destructivo y cruel librado en el territorio de la antigua Unión Soviética, que ya se llevó más de 100.000 víctimas y provocó una completa destrucción de la capital de Chechenia, Grozny.
El conflicto de Alto Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán (1988-1994): el territorio ocupado por Armenia, pero reclamado por el gobierno de Azerbaiyán.
¿Hermanos de armas? Múltiples causas de conflictos
Éstas y otras tantas disputas en la región tienen razones complejas, entre las cuales destacan:
– Importantes recursos energéticos en la región y su condición del corredor energético, sobre todo petróleo y gas.
– Una posición estratégica para los imperios vecinos: Rusia, Turquía e Irán. Cada estado tiene un interés en la región que no siempre van alineados.
– Estructura de la población: no es completamente asiática ni europea; además la identidad de las etnias juega un papel importante. Esto se ve fomentado por la retórica nacionalista y etnocéntrica de ciertos líderes caucásicos, y por un complejo tejido social de algunos territorios (así, teips, tipo de estructura similar a un clan, son cruciales en los conflictos en Chechenia e Ingushetia).
– Problemas económicos: el alto nivel de desempleo, falta de infraestructuras, altos índices de pobreza, etc.
– Problemas de la percepción de los hechos históricos: históricamente algunos grupos étnicos fueron divididos, otros recibieron un grado de autonomía mayor, mientras que la deportación era lo que el destino deparaba a los últimos. Los que sobrevivieron las deportaciones en muchos casos no han podido recuperar las regiones que les pertenecían históricamente (es el caso del conflicto entre ingushes y osetios por la región de Prigorodniy), o recurrieron a este episodio como una de las principales explicaciones de su beligerancia (como el pueblo checheno).
– La cobertura de los medios de comunicación: que en muchos casos ha atribuido los conflictos a su carácter religioso. En realidad, ningún conflicto en el Cáucaso tiene la religión como causa principal, pero en ocasiones ésta se utiliza para influir en la opinión pública y movilizar a la población. El mejor ejemplo en este sentido es Chechenia, donde el factor islámico (en concreto, wahhabista, una corriente fundamentalista del islam) fue utilizado para instigar la hostilidad al “enemigo ruso cristiano”. En los últimos años en Chechenia también parece haber calado hondo la idea de su antiguo presidente Umárov: construir el ‘Emirato del Cáucaso’, un estado pan-islámico. No obstante, muchos de los conflictos ocurren entre las personas de la misma religión, o muy similar (osetios contra los georgianos – ambos pueblos profesan el cristianismo en sus distintas vertientes).
En cuanto a los actos de violencia relacionados con la región del Cáucaso en el suelo ruso, el mundo, por desgracia, ha conocido episodios suficientes, sobre todo en la última década: toma del teatro Dubrovka de Moscú en 2002, atentados en el metro de Moscú en 2004 y 2010, la tragedia de Beslán en Osetia del Norte en 2004 y los últimos actos terroristas en Moscú. En muchos casos los atentados se atribuyeron a las ‘personas de nacionalidad caucásica’ (una expresión rusa al uso) incluso antes de la contrastación de los hechos. La retórica del gobierno ruso al respecto pasó desde el famoso y polémico “tirar a los terroristas por la letrina” del ex-presidente y actual primer ministro Putin (lo cual, paradójicamente, hizo crecer su popularidad) hasta “defender la vida y dignidad de sus ciudadanos allí donde estén” y “la necesidad de solucionar los principales problemas del Cáucaso” del actual dirigente Medvédev (una combinación difícilmente alcanzable, a todas luces). Mientras tanto, los sentimientos anti-caucásicos en Rusia, manifestaciones de xenofobia y racismo van en aumento, y muchos crímenes casi inmediatamente se vinculan al Cáucaso.
Las perspectivas para la región dependen en gran parte de la intervención de los principales actores con el interés en la zona: los ya mencionados Rusia, Irán y Turquía; Estados Unidos y la UE; pero también organizaciones internacionales (ONU, OSCE, OTAN). Juntos deberían dibujar una respuesta a los desafíos en la seguridad y la política exterior en la zona.
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