18/03/2024 MÉXICO

¿Ante que panorama se encuentran las mujeres latinoamericanas en la educación superior?


Durante muchos años la educación superior ha sido vista como un espacio privilegiado para los hombres, quienes podían acceder a la esfera pública con éxito, dejando de lado a las mujeres. Sin embargo, en los últimos años hubo un gran avance en materia de un acceso igualitario para las mujeres. Pero cabe preguntarnos, ¿Esta mayor inserción en el sistema educativo se ha traducido en una mayor inserción en la esfera pública?

GETTY IMAGES

La matriculación universitaria femenina en América Latina

Durante mucho tiempo las mujeres se vieron en una situación de marginalidad debido al escaso acceso al sistema educativo superior en comparación con los hombres. No obstante, en los últimos años hubo en América Latina un crecimiento elevado de la matriculación universitaria en las mujeres. Esto da lugar a que ellas tengan mejores oportunidades de acceder al mercado de trabajo y gocen de mayor autonomía económica. Además, un dato no menor es que, en muchos países latinoamericanos, la matriculación femenina no solo se ha equiparado con la masculina, sino que ha alcanzado niveles aún más altos en algunas carreras. Por ejemplo, según el censo del 2011 realizado en la Universidad de Buenos Aires (Argentina), el 60,9% de sus estudiantes son mujeres, y esta tendencia se mantiene hasta el día de hoy. Asimismo, en Brasil y Venezuela se puede encontrar una sobrerrepresentación femenina de entre un 4% y un 10% sobre la matriculación masculina. Es clave destacar que la gran mayoría de las mujeres que acceden a la educación superior logran tener un buen desempeño académico, lo que se ve reflejado en altos porcentajes de egresos anuales.

De la educación superior al mercado de trabajo

El hecho de que se hayan logrado avances en el acceso de las mujeres a los estudios superiores de manera creciente es muy importante para lograr sociedades más igualitarias en las que el género no sea un impedimento a la hora de formarnos como ciudadanos/as de derechos y sujetos políticos. Así, el acceso a la educación superior es un elemento que funciona como determinante al momento de generar una disminución en la brecha de género en el mercado de trabajo. Esto se puede ver reflejado en los países del Sur Latinoamericano (Argentina, Uruguay, Brasil, Chile y Paraguay) junto con Costa Rica y República Dominicana: existe una alta diferenciación en la participación de las mujeres en el mercado de trabajo relacionada con los años de inversión educativa. La participación femenina en la población económicamente activa de aquellas las mujeres que han logrado tener acceso al sistema educativo superior o terciario es de entre un 21 % y el 30% más que el resto de las mujeres.

Pese a estos grandes avances, la relación entre educación superior y acceso al mercado de trabajo en las mujeres no se encuentra exenta de diversas disparidades más generales, consecuencia de que aún vivimos en un mundo desigual al que le falta mucho camino por recorrer. No se puede negar que, a mayor nivel educativo, las personas tienen mejores oportunidades de insertarse en el mundo laboral y tener mejores ingresos, lo que les permitirá cumplir sus aspiraciones de ascenso social.

Sin embargo, tampoco se puede negar que las mujeres siguen siendo relegadas al ámbito privado, a las tareas del hogar y de cuidado, y que la brecha salarial de genero sigue existiendo en todos los países de Latinoamérica. Para ilustrar, en El Salvador la tasa de ocupación de las mujeres egresadas universitarias apenas alcanza el 35,5%, mientras para el mismo nivel educativo la tasa de ocupación masculina representa los dos tercios faltantes de la estructura laboral del país. A su vez, el ingreso medio de las mujeres latinoamericanas es de aproximadamente un 53.8%, siendo solamente un poco más elevado que la mitad del ingreso promedio masculino. Cuando se mira esta relación en el caso de las mujeres universitarias, se puede observar que la brecha salarial es menor e incluso tiende a disminuir en algunos sectores de la actividad económica.


Los estereotipos de género en la educación superior

Las desigualdades de género se pueden observar hacia el interior de la educación superior. En los estudios superiores se encuentra una fuerte feminización de ciertas carreras universitarias y terciarias, es decir, hay carreras asociadas a los estereotipos femeninos, que ligan a la mujer con lo emocional, lo social y con el rol de cuidadoras, en las que se puede encontrar un predominio de estudiantes mujeres. Mientras tanto, en las carreras asociadas a ciencias “duras” y a sectores dinámicos y productivos de la economía hay un predominio de estudiantes varones. En tanto entre las carreras relacionadas con roles femeninos podemos encontrar: enfermería, nutrición, educación básica y media y ciencias sociales; entre las carreras que son percibidas como “masculinas” se encuentran, con mayores coincidencias entre los países latinoamericanos, agronomía, ingeniería, arquitectura, ciencias naturales y ciencias exactas.

Fuente: Marco Fernández

El problema de la diferenciación que se hace entre carreras “femeninas” y “masculinas” en base a los roles de género, según la división sexual del trabajo, es que la feminización de ciertas carreras tiene como resultado una infravaloración de las mismas. Por ende, los salarios de las carreras vinculadas a lo social suelen ser mucho más bajos que las carreras de ramas duras, lo que contribuye significativamente a que la brecha salarial se acentué.

Comentarios finales

La distinción que se hace en la educación superior entre carreras propias de hombres o mujeres es una gran traba al momento de que las mujeres elijan aquello a lo que se quieren dedicar, a la vez que, constituye una limitación más en la inserción laboral de las mismas. Así, los estereotipos de género, que funcionan en la educación superior, se ven traducidos en el mercado laboral con menores salarios y peores oportunidades de trabajo para las mujeres.


Por eso, es imprescindible la puesta en marcha de políticas que tengan como objetivo disminuir las desventajas a las que se enfrentan las mujeres en el mundo laboral y educativo, tales como programas de mentoría y empoderamiento de las mujeres para alcanzar puestos de liderazgo, orientación profesional para desmontar las falsas imágenes de las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, cuotas en la educación terciaria y superior para estudiantes pertenecientes a grupos vulnerables, así como la ampliación de becas.

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Bárbara Ojeda


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