La región de la Triple Frontera (Malí, Burkina Faso y Níger) es una de las regiones más inseguras del mundo. Desde la caída de Malí en 2012, se ha producido una explosión de nuevos grupos armados que, junto con la permeabilidad de las fronteras, ha provocado un aumento de la inseguridad en los tres países. La situación en el norte de Burkina es particularmente alarmante, ya que el país ha pasado de una estabilidad relativa a la mayor frecuencia de ataques terroristas por mes. Los grupos terroristas se mueven a lo largo de las fronteras, haciendo que las amenazas de un país sean las de los demás.
Hacer la distinción entre grupo armado y organización terrorista es crucial para la lucha contra el terrorismo. En muchas ocasiones, los gobiernos locales no hacen la diferenciación entre estos y utilizan las capacidades y el apoyo de las fuerzas extranjeras para su propia agenda política, haciéndola pasar por lucha antiterrorista. Los grupos terroristas y las rutas de inmigración irregular normalmente no están en lugares donde hay presencia del estado, sino en los lugares más remotos, controlados por grupos no estatales. Por ello, es imprescindible la coordinación con dichos actores no estatales, como los Tuareg del norte de Malí, para hacer frente a dichas amenazas y poder alcanzar la estabilidad de la zona. En este artículo se intentará esclarecer quienes son los actores protagonistas (yihadistas y no yihadistas) que se desplazan dentro de la región de la triple frontera.
Grupos armados yihadistas
Hay tres grupos terroristas que operan permanentemente en la zona de la triple frontera. El primero es Daesh con su gran rama del Sahara (EIGS), el segundo es Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) y el último es Jamaat Al Nusra Al Islam Wal Muslimin (JNIM).
Aunque se hace una distinción entre los tres grupos y subgrupos de la región, existen alianzas entre ellos cuando les conviene. Además, dentro de los mismos grupos hay divisiones internas y, según la región, formar parte de una coalición influirá o no en las relaciones con otros grupos armados. Por ejemplo, en el caso de AQMI, los que operan en la parte más septentrional de Malí tienen menos relaciones con grupos como Katibat Macina, que operan en la frontera con el Níger. Aunque hay tensiones entre los grupos terroristas, a diferencia de otras zonas como Siria o Yemen, los grupos mantienen un ambiente cordial respetando sus zonas de influencia. De hecho, tienen los mismos objetivos, como lo expresan acertadamente en sus publicaciones, “impedir que las fuerzas occidentales y el G5 del Sahel estén sobre el terreno e impongan su versión de la sharia“.
A diferencia de Daesh, que de hecho controlaba parte del territorio en el Iraq, estos grupos suelen desplazarse y normalmente controlan zonas donde prácticamente no hay presencia estatal.
En cuanto a JNIM, es una coalición de varios grupos que han estado operando en la región desde 2017. JNIM tiene como objetivo expulsar a las fuerzas extranjeras (en particular a las fuerzas francesas en la Operación Barkhane y de la ONU) de Malí e imponer su versión de la ley islámica. Mantiene su lealtad a Al Qaeda y busca extender el alcance de los grupos yihadistas en la región. El JNIM está compuesto por:
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Ansar al-Din: opera principalmente en la región de Kidal, aunque desde que se unió a la coalición han estado atacando a las fuerzas internacionales. Tienen estrechos vínculos con el movimiento de liberación Tuareg. Tenía vínculos con AQIM antes de unirse a JNIM.
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Al-Qaeda en el Magreb Islámico: AQIM nació de la guerra civil argelina que comenzó en la década de los 90. El grupo desempeñó un papel fundamental en la guerra de Malí y la inseguridad en el norte del país. Estuvo en coalición durante algún tiempo con la MUJAO, de la que finalmente se separó para unirse a la coalición JNIM. Como uno de los grupos más antiguos, se caracteriza por su capacidad de reconstruir su organigrama cada vez que las operaciones internacionales antiterroristas les atacan.
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MUJAO/Al-Mourabitoun: MUJAO tiene una clara orientación subsahariana. Por eso se separó de al-Qaeda en 2011 y luego se unió a Katibat Mouwaqun bi dima (“los que firman con su sangre”) para formar al-Mourabitoun. Cuando Daesh apareció en 2015, algunos de sus combatientes se fueron con ellos y los demás permanecieron en el marco del JNIM. La región en la que son más activos es Gao, pero han llevado a cabo ataques terroristas en Uagadugú. A menudo llevan a cabo los ataques terroristas a mayor escala.
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Katibat Macina: opera principalmente en la región del Delta del Níger y aprovecha las tensiones étnicas de los Fulani en la región para reclutar a otros yihadistas.
Grupos armados no yihadistas
Por otra parte, aunque se suele suponer que todos los grupos armados que operan en la región son terroristas yihadistas, hay grupos armados que no son yihadistas y tienen otros objetivos, ya sean políticos o económicos. Los principales grupos armados no yihadistas en Malí son los siguientes: Plataforma, Mouvement pour le Salut de l’Azawad, la Coordination des Mouvements de l’Entente y Dan Na Ambassagou.
En lo que respecta a los tres primeros, Plataforma comprende varios grupos que colaboran en ocasiones con el gobierno central del Estado maliense, aunque también están muy implicados en las disputas e intentos de control de algunas regiones al norte de Malí. Los principales grupos que componen la Plataforma son el Grupo de Autodefensa Touareg Imghad et Alliés (GATIA), la Plataforma MAA y la Coordinación de movimientos y frentes patrióticos de resistencia (CMFPR-1). También hay otros grupos armados como el Mouvement pour le Salut de l’Azawad y la Coordination des Mouvements de l’Entente, que tienen reivindicaciones políticas y territoriales estrechamente vinculadas al conflicto Tuareg que derivó al colapso de Malí en 2012 y a los acuerdos de paz de Alger en 2015.
En cuanto a Dan Na Ambassagou, este opera en la parte central y oriental de la región de Mopti, en zonas comúnmente conocidas como “País Dogón”. En Malí, que es casi un 90 por ciento musulmán, los dogones constituyen una proporción significativa de la población no musulmana. Este grupo se ha conformado como una milicia autodefensa contra los “yihadistas”. Se acusa a este grupo de haber cometido una serie de masacres contra la población Fulani, en particular en Kolougon, en enero de 2019, y en Ogossagou, en abril de 2019. En los ataques en aldeas y campamentos Fulani, Dan Na Ambassagou alega que estos pueblos esconden a yihadistas afiliados a Katibat Macin.
Los grupos terroristas se aprovechan de la vulnerabilidad de ciertos grupos que se sienten abandonados por sus gobiernos para reclutar seguidores. Además, aprovechan las divisiones sociales y étnicas para fomentar la inestabilidad interétnica que ha existido durante siglos. La falta de confianza y la presencia del Estado central en algunas partes del país hacen que la lucha contra el terrorismo y la radicalización sea cada vez más difícil. Las milicias de autodefensa como Dan Na Ambassagou son una respuesta peligrosa que puede acabar en un enfrentamiento abierto entre etnias, como fue en el caso de la República Centroafricana con los grupos Selekas y Anti-Balakas. Por ello, la Comunidad Internacional debe prestar una especial atención a los acontecimientos que se desarrollan y no sólo luchar contra los grupos terroristas sino a la radicalización violenta en las poblaciones más marginadas.
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