19/03/2024 MÉXICO

Berenice Abbott: la fotógrafa moderna

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Se sostuvo económicamente con su trabajo. Compartió parte de su vida con una mujer. Nunca renunció a su libertad y a su pasión. Fue, sin duda, un ejemplo de la nueva mujer, de la mujer moderna. Esta es la historia de una 'fotógrafa moderna'.

Vivió prácticamente todo el siglo XX. Lo hizo en París y en Nueva York, capitales del arte. Renovó la fotografía, tanto por su singular manera de documentar la realidad como por su faceta de inventora de objetos y técnicas. Se sostuvo económicamente con su trabajo. Compartió parte de su vida con una mujer. Nunca renunció a su libertad y a su pasión. Fue, sin duda, un ejemplo de la nueva mujer, de la mujer moderna. Una ‘fotógrafa moderna’.

Los retratos de artistas e intelectuales, las vistas de Nueva York y la fotografía de ciencia fueron los tres ejes en los que Berenice Abbott dejó plasmada su novedosa y particular manera de mirar la vida a través de la fotografía. La exposición Berenice Abbott. Retratos de la modernidad, que hemos disfrutado en el 2019 en Barcelona y en Madrid de la mano de la Fundación Mapfre y el comisariado de Estrella de Diego, nos mostró con perspectiva y profundidad la obra de la fotógrafa estadounidense.

Los retratos parisinos

Berenice Abbott (1898-1991) se muda en 1918 de su Springfield natal a Nueva York para estudiar escultura. Dos años después se traslada a París, donde se instala definitivamente tras una breve estancia en Berlín. Allí aprendió fotografía como asistente de Man Ray. Y fue tal la rapidez con la que hizo suyo este arte que, tras una temporada aprovechando los tiempos de descanso para hacer su propio trabajo, en 1926 se independiza como fotógrafa.

 

Autorretrato, distorsión, ca. 1930. Self Portrait – Distortion

16,8 × 13,7 cm, copia de 1945-1950 / printed in 1945-1950

Courtesy Howard Greenberg Gallery.© Getty Images/Berenice Abbott


 

En estos años se vincula con las Mujeres de la orilla izquierda del Sena, una  comunidad de intelectuales, artistas, periodistas, editoras, etc. que hicieron de la creatividad un camino para la emancipación. Compartieron inquietudes culturales y profesionales y, en muchos casos, establecieron vínculos amorosos entre ellas. De distintos orígenes sociales y situaciones económicas, trataban de apoyarse unas a otras, especialmente impulsando y facilitando sus carreras profesionales.

“Siempre procuré hacer todo lo posible por los auténticos artistas, sobre todo si eran mujeres”, reconocía en París era mujer. Retratos de la orilla Izquierda del Sena, la escritora británica Bryher, que regaló a Berenice su primera cámara, en una de sus cartas.

Ejemplo de esta práctica es el hecho de que Abbott tuviera una exposición permanente en Shakespeare and Company, librería estadounidense regentada por Sylvia Beach.

Mujeres, en muchos casos amigas, son captadas por su cámara, plasmando sin ambages la fuerza y el poder de su personalidad. Es el caso de Djuna Barnes (escritora), Marie Laurencin (artista) o Janet Flanner (periodista). Esta última reconocía así su admiración por la fotógrafa estadounidense: “El género de Miss Abbott no tiene nada que ver con perifollos de luces ni falsas simulaciones. Imperturbablemente, casi por casualidad, llega a una postura de la modelo en la que la mente y la materia quedan arropadas y equilibradas en la placa sensible”.

Janet Flanner en París, 1927. Janet Flanner in Paris. 25,4 × 20,3 cm


The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs,

Photography Collection. The New York Public Library, Astor, Lenox and

Tilden Foundations © Getty Images/Berenice Abbott

 

Con su estilo inconfundible supera estereotipos de género y rompe convencionalismos. Y, aunque delante de su cámara posarán muchos hombres artistas e intelectuales de su entorno y resquebrajara en ellos también los modelos dominantes de masculinidad, uno de los elementos que dotan de relevancia a esta galería de retratos femeninos es que nos deja constancia de quiénes y cómo fueron este grupo de mujeres libres, documentando así un círculo del que, además, formaba parte.

En estos años parisinos conoce a Eugène Atget. Entusiasmada con su obra, compra su archivo personal cuando este fallece, poco después de retratarlo en 1927. Además de la influencia que tuvo en ella, “son documentos, solo documentos” insistía Atget al hablar de la fotografía, Berenice fue fundamental para difundir su legado en EEUU.


Eugène Atget, 1927. 33 × 26 cm

International Center of Photography, Purchase, with funds provided by the

Lois and Bruce Zenkel Purchase Fund, 1984 (115.1984)

© Getty Images/Berenice Abbott

De vuelta a Nueva York: documentando la ciudad que cambia

Hacer el retrato de una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente, porque la ciudad está cambiando siempre. Todo lo que hay en la ciudad es parte de su historia: su cuerpo físico de ladrillo, piedra, acero, vidrio, madera, como su sangre vital de hombres y mujeres que viven y respiran. Las calles, los paisajes, la tragedia, la comedia, la pobreza, la riqueza…“. B.A.

Eugène Atget, 1927 33 × 26 cm

International Center of Photography, Purchase, with funds provided by the

Lois and Bruce Zenkel Purchase Fund, 1984 (115.1984)

© Getty Images/Berenice Abbott

 

En 1929 decide regresar a Nueva York y, en la década siguiente, pese a encontrarse en plena Gran Depresión, vive fascinada por los cambios que va experimentando la ciudad y quiere captarlos con su cámara. Tras un tiempo de hacer este trabajo por su cuenta logra el apoyo económico del Proyecto Artístico Federal (Federal Art Project), un programa del gobierno que le permitió convertirse en supervisora de su propio proyecto y contar con asistentes para llevarlo a cabo.

Cañón: Broadway y Exchange Place, 1936 Canyon: Broadway and Exchange Place

25,1 × 20,3 cm The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs,

Photography Collection. The New York Public Library, Astor, Lenox and

Tilden Foundations © Getty Images/Berenice Abbott

 

Berenice capta la ciudad de Nueva York desde arriba, desde abajo, desde los ángulos más insospechados… y logra con ello perspectivas insólitas. Una urbe moderna y llena de vida, de edificios infinitos, muchos en construcción, pero también de escaparates y de gentes. Recorre tanto los barrios más vanguardistas como aquellos marginales pues le interesaba la realidad, toda ella. El resultado final de estos años de trabajo fue el libro Changing New York, que se publica en 1939 con textos de Elisabeth MacCausland, crítica de arte que fue, además, su pareja durante 30 años.

Vista aérea de Nueva York de noche, 20 de marzo de 1936

Aerial view of New York at Night58,4 × 45,7 cm

International Center of Photography, Gift of Daniel, Richard, and Jonathan

Logan, 1984 (786.1984) © Getty Images/Berenice Abbott

Renovadora de la fotografía científica

La ciencia fue su siguiente reto. Desde finales de los 50 y contando con el apoyo del MIT (Massachusetts Institute of Technology) comienza a retratar fenómenos y experimentos científicos. En sus ondas de agua, pelotas rebotando o burbujas de jabón, encontramos, al igual que en toda su obra anterior, una fotografía con pretensiones de documentar lo real pero no exenta de belleza y creatividad.

 

Pelota rebotando en arcos decrecientes, 1958-1961 A Bouncing Ball in Diminshing Arcs

54,6 × 45,7 cm, fotografía sin protección montada sobre masonita / Photograph mounted on Masonite with no glazing Berenice Abbott Collection, MIT Museum. Gift of Ronald and Carol Kurtz

© Getty Images/Berenice Abbott

 

Sus imágenes ilustrarán muchos libros de física publicados a partir de entonces. “Para conseguir que la ciencia tenga un amplio apoyo popular es necesario que haya un intérprete amigable entre la ciencia y el profano. Creo que la fotografía puede ser ese portavoz, mejor que cualquier otra forma de expresión”, decía. Su propia curiosidad, además, le llevó a inventar desde trípodes y cámaras hasta una chaqueta con bolsillos orientada a profesionales de la fotografía.

Berenice Abbott: A view of the 20th century

La niña que en su infancia leía Jane Eyre, la novela de Charlotte Brontë que carga contra la estructura patriarcal y su intención de educar mujeres pacientes y abnegadas, prometía. Y toda su fuerza, además de a través de su obra, puede contemplarse en Berenice Abbott: A view of the 20th century, un muy recomendable documental de Martha Wheelock y Kay Weaver que también acompañaba la exposición. En él, una Berenice nonagenaria nos cuenta su vida y la evolución de su obra, reconociendo en un momento del mismo que no le gustaba denominarse artista sino fotógrafa. La pasión por la fotografía le acompañó en toda su longeva vida, convirtiéndola en protagonista y testigo de un siglo donde el mundo experimentó permanentes y vertiginosos cambios.

Es una suerte haber contado con su (moderna) mirada para mostrarlo.

Esta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Encina Villanueva Lorenzana

[Madrid], [España].Estudié Historia del Arte en Oviedo y en el año 2003 cursé el máster en Género y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid. Allí, entre lecturas, experiencias y relación con mis compañeras, me descubrí feminista. Profesionalmente siempre me he movido en el ámbito de las ONGD, especialmente como formadora en derechos de las mujeres, cuidados y educación. En los últimos años me interesa, y estoy orientando mi vida profesional a ello, todo lo que une prácticas artísticas y perspectivas feministas. Así, soy co-creadora del proyecto OtrasNosotras, un espacio de pensamiento y formación sobre arte y feminismo. Mi gran pasión son las mujeres artistas y encuentro en rescatar, conocer y difundir las creaciones de las mujeres una necesidad vital y un profundo sentido político. Con esta motivación, también trabajo como dinamizadora en arte y empoderamiento en un Espacio de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, impartiendo talleres y coordinando exposiciones.


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