28/03/2024 MÉXICO

Trump y el odio racial en EE.UU.

Donald Trump
Desde la victoria electoral de Donald Trump, los incidentes racistas han ido en aumento en EE.UU. Se habla del llamado “efecto Trump”, puesto que la derecha racista del país se ha visto energizada por el nuevo presidente, quien no ha dudado en coquetear con ella antes y después de su elección.

Colectivos de supremacistas blancos se manifestaron en Charlottesville, el pasado 12 de agosto, para oponerse a la retirada de una estatua del General Robert E. Lee, quien luchó en el bando de los Estados Confederados, partidarios de la esclavitud, en la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865). Mientras que algunos abogan por mantener la estatua y otros símbolos de la esclavitud como parte de la historia, muchas voces argumentan que su retirada ayudaría a curar las heridas raciales. Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, ha criticado la retirada de este tipo de estatuas.

Las concentraciones de supremacistas en Charlottesville supusieron una serie de incidentes y las protestas de grupos de antirracistas. Hubo enfrentamientos violentos entre los supremacistas, convocados bajo el lema “Unir a la derecha”, y contramanifestantes que se reunieron en contra de la concentración. Una persona murió y unas 20 resultaron heridas a consecuencia del atropello múltiple perpetrado por un joven racista de 20 años. Además, dos policías murieron cuando el helicóptero en el que viajaban se estrelló.

Tengamos en cuenta que, pese a tratarse del incidente racista más grave de los últimos meses, no es un hecho aislado, sino que el Southern Poverty Law Center, institución de referencia en el estudio del extremismo en Estados Unidos, ha alertado del creciente número de actos discriminatorios en el país. Concretamente, hablan del llamado “efecto Trump”, puesto que la derecha racista de Estados Unidos se ha visto energizada o potenciada por Trump, quien no ha dudado en coquetear con ella antes y después de su elección como presidente del país.

Entre los actos discriminatorios recientes, cabe destacar la presencia de sogas en algunos museos norteamericanos, como el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana o el museo de arte moderno Hirshhorn, donde alguien dejó una soga colgada de un árbol frente al edificio. El significado de estos hechos no deja opción a dudas, ya que las sogas colgadas de los árboles eran una de las formas usadas por los supremacistas blancos para matar a los afroamericanos.

Trump y la ultraderecha

Ya en 1973 Donald Trump y su padre fueron demandados por el Departamento de Justicia por discriminación. Se les investigó por no alquilar los pisos de la Trump Organization a afroamericanos. Diversos testigos negros explicaron que no se les concedieron apartamentos pese a cumplir los requisitos y un antiguo trabajador llegó a afirmar que Fred Trump, el padre del actual presidente estadounidense, le ordenó que no alquilara pisos a afroamericanos. Finalmente, el caso se resolvió con un acuerdo y con el compromiso de Trump de mejorar las prácticas para evitar la discriminación. No obstante, los Trump no admitieron responsabilidades.

El tono contrario a la corrección política de Donald Trump y su lucha contra la inmigración le han valido el elogio de personajes como Richard Spencer, uno de los líderes supremacistas de las manifestaciones de Charlottesville y el artífice del término “alt-right” (derecha alternativa). Entre sus principales ideas, se halla el rechazo de la inmigración al considerarla una amenaza al predominio blanco del país. Spencer es el director del National Policy Institute, que persigue la defensa de la “identidad y el futuro de la gente de origen europeo”. Después de la victoria de Trump en las elecciones de noviembre de 2016, Spencer habló de un “nuevo despertar” y acuñó términos nazis para celebrarla en un acto que tuvo lugar en Washington.


Una pancarta de la contramanifestación antiracista en Charlottesville, Virginia [Foto vía WikimediaCommons].

Aunque Spencer sostiene que no es racista, sí que reconoce defender lo que denomina el “privilegio blanco”. Por su parte, el Southern Poverty Law Center no duda en calificar a Spencer como uno de los más exitosos jóvenes del movimiento supremacista actual. Lo consideran una versión nueva y elegante, con traje y corbata, de los supremacistas del pasado. De hecho, las antorchas utilizadas por Spencer y el resto de supremacistas de Charlottesville se asemejan a los símbolos recurrentes del Ku Klux Klan.

También David Duke, exlíder del Ku Klux Klan, ha valorado positivamente a Donald Trump. Antes de los disturbios de Charlottesville, Duke dijo que los manifestantes iban a cumplir las promesas de Donald Trump. Duke ya alabó a Trump durante su campaña electoral. Inicialmente, Trump no se desmarcó de estos apoyos, lo que le conllevó numerosas críticas.

Solo unos días después del atentado de Charlottesville, Trump anunció el indulto del sheriff de Arizona Joe Arpaio, quien cometió graves delitos durante sus años en el puesto, sobre todo en contra de la población latina. No solo pedía a sus hombres que se concentraran en las personas de rasgos latinos, sino que además abrió una cárcel al aire libre, que él mismo denominaba “su campo de concentración”, por donde pasaron miles de latinos solamente por no disponer de papeles. El número de suicidios en esta cárcel se caracterizó por ser muy elevado. Arpaio ha sido aplaudido por los más conservadores como un sheriff responsable y duro. Entre ellos, se encuentra Donald Trump, quien justificó su indulto aduciendo que Arpaio mantuvo Arizona a salvo.


Tampoco debemos olvidar la decisión de Trump de convertir a Stephen Bannon en su principal asesor tras alcanzar la presidencia de Estados Unidos. Bannon, que ocupó el cargo de asesor hasta agosto de 2017, era el director del sitio web Breitbart.com, una publicación de referencia para la extrema derecha. Después de dejar la Casa Blanca, Bannon ha regresado a su trabajo en Breitbart.

Los cómplices del racismo y la xenofobia

Frente a este aumento de las muestras de racismo y discriminación, cabe preguntarse por las causas. La reacción inicial de Donald Trump ante el atropello de Charlottesville fue criticar la violencia surgida de “muchos lados”, pero rehuyó condenar las acciones de los ultraderechistas. Incluso un senador republicano como Cory Gardner se refirió a los hechos como “terrorismo nacional”, pero la tibia o nula condena inicial de Trump evidencia ciertos lazos con el movimiento supremacista. Es verdad que Trump acabó rechazando el racismo, pero tuvieron que pasar 48 horas del ataque y lloverle infinidad de críticas.

Owen Jones, columnista del diario The Guardian, asegura que magnates de los medios y políticos son los responsables de la oleada del odio racial no solo en Estados Unidos, sino también en la Europa occidental. Jones hace alusión a algunos titulares de medios de comunicación, como The Sun, que publicó un artículo titulado “¿Qué haremos con el problema musulmán?”. El Daily Express, por su parte, afirmó que “Los musulmanes dicen a los británicos: iros al infierno”. Para Jones, desde diversos medios se promueve el odio antimusulmán. De hecho, un antiguo periodista del Daily Star, Richard Peppiatt, dimitió por la incitación al odio contra los musulmanes del periódico. Titulares y artículos racistas inundan los quioscos de Europa y Estados Unidos.

No es de extrañar que políticos como Farage, unos de los promotores del Brexit y conocido por sus afirmaciones en contra de la acogida de refugiados o de la inmigración, o Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional francés, celebrasen la llegada de Trump a la Casa Blanca. Le Pen habló del principio de un nuevo mundo mientras que Farage fue uno de los primeros políticos en reunirse con el recién elegido Trump.

Derechos amenazados con Trump

En los años cincuenta y sesenta del siglo XX se llevó a cabo una lucha por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos. Gracias a ello se consiguió acabar con la segregación. Cincuenta años más tarde, la situación ha mejorado. Brevemente y a modo ilustrativo, mientras que en 1970 únicamente el 10% de los afroamericanos disponían de estudios universitarios, la cifra llegaba al 21% en 2012. No obstante, la mejora de los estudios no siempre se ha traducido en mejores puestos de trabajo para la población negra.


Por otra parte, las situaciones de violencia policial contra los afroamericanos se siguen produciendo en el país. Los últimos informes de Amnistía Internacional recogen, por ejemplo, una serie de casos. Respecto a Charlottesville, un grupo de activistas presentó una demanda contra la policía de la localidad por no intervenir ante la violencia desatada por los supremacistas blancos en las concentraciones. Se referían, concretamente, al caso de Robert Sánchez Turner, quien fue golpeado, agredido con gas pimienta en los ojos y al que se le lanzó orina a una distancia de apenas unos metros de los agentes. Las autoridades locales se han defendido de estas críticas indicando que se vieron desbordados por la magnitud de la manifestación.

Protesta en contra de los incidentes de Charlottesville frente a la Casa Blanca [Foto vía WikimediaCommons].

Barack Obama, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, no es indiferente a esta realidad, por lo que a principios de 2015 declaraba que, aunque la situación de los afroamericanos no es comparable a 50 años atrás, las cosas están mejor, pero no bien. Así pues, en palabras del propio Obama, el proyecto del movimiento por los derechos civiles está inacabado al no haberse conseguido aún acabar con la discriminación.

El sucesor de Obama al frente de la Casa Blanca, Donald Trump, supone un peligro para la convivencia y para los logros conseguidos durante las últimas décadas en materia de igualdad. Asimismo, Trump supone un motor para el odio racial y la xenofobia. Apenas unos meses después del inicio de su gobierno, los actos racistas han aumentado. Heather Heyer, asesinada en Charlottesville por un supremacista, publicó en facebook que “si no estás indignado es que no prestas atención”. Los guiños de Trump a los racistas ya están teniendo consecuencias y lamentablemente algunos presagian que Charlottesville es tan solo “un trágico ensayo”.

Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.

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Anna Medrano

(Barcelona, España) Licenciada en Comunicación Audiovisual y en Historia. Máster en Derechos Humanos, democracia y globalización. Ha trabajado en el sector sociocultural y ha colaborado en diferentes proyectos académicos. Especialmente interesada en la situación de los derechos humanos y en el estudio del presente desde una perspectiva histórica.


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