¿Quién no quisiera vivir en una ciudad por la que podamos caminar tranquilamente mientras respiramos aire puro; una ciudad en la que cada barrio tenga un parque, donde pasear por las tardes con los hijos y las mascotas, donde las niñas y niños puedan salir a jugar? Lamentablemente en este momento casi nadie tiene esa posibilidad porque no hay suficientes áreas verdes o no son accesibles para todos.
Actualmente más del 50% de la población de todo el planeta vive en ciudades y para el 2030, este porcentaje se estima que llegará al 85%.
Es decir, estamos viviendo un proceso continuo y creciente de urbanización a nivel global en que la presión y búsqueda de espacios para mantener el imparable crecimiento urbano imprime una presión cada vez mayor sobre las áreas verdes (poco valoradas, y vistas, desde el punto de vista de las empresas de infraestructura y construcción, como espacios “desaprovechados” y, por tanto, sacrificables) con altos costos ambientales y sociales como consecuencia.
Al ser un elemento indispensable para garantizar la calidad de vida de los habitantes, el resguardo y protección de las áreas verdes urbanas (AVU) es de vital importancia. No podemos permitir que el gris devore territorio arbolado porque las AVU no son un accesorio, no son sólo un elemento del paisaje, no son un lujo, son espacios necesarios para garantizar la calidad de vida de los ciudadanos. Una calidad de vida que abarca aspectos que van desde la salud hasta el ocio, pasando por la seguridad. Por tanto, tener acceso a áreas verdes suficientes, públicas y accesibles debe ser considerado como un derecho y es nuestro deber ciudadano el defenderlo.
Pero ¿qué significa suficientes, públicas y accesibles? Al hablar de áreas verdes urbanas accesibles, nos referimos a que éstas deben ser cercanas, bien distribuidas en los barrios, en las colonias y no sólo en las periferias. Un ejemplo de esto es Vitoria, España, ciudad que ganó el galardón de la Capital Verde Europea 2012 y donde toda la población vive como máximo a 300 metros de espacios verdes.
Al decir públicas, queremos decir que no pueden estar en manos de privados que nieguen o cobren por su uso. Una ciudad en la que se cuida este aspecto es Curitiba, Brasil. La ciudad tiene 16 parques, 14 bosques y más de 1.000 espacios verdes públicos. Además, su legislación ambiental tiene un eje de protección de la vegetación local amenazada por el desarrollo urbano.
Vamos, ahora, a hablar de qué se entiende como un área verde “suficiente”. En Estocolmo (Suecia), por ejemplo, el 40% de la ciudad se compone de espacios verdes.
De acuerdo con la iniciativa de Marco de Monitoreo e Indicadores para las Metas de Desarrollo Sostenible (SDG) de las Naciones Unidas (ONU), en las ciudades deberíamos contar con una superficie de áreas verdes que abarque cuanto menos el 15% de la superficie total del área urbana construida.
El problema con este indicador es que nos habla sólo de superficie de área verde total pero, si lo que queremos es proveer y garantizar el acceso equitativo a las áreas verdes, así como a los beneficios y servicios que éstas proveen, es importante considerar también la densidad de población, particularmente en el contexto actual de creciente e imparable tendencia a la urbanización y el crecimiento poblacional (sobre todo en los países en desarrollo). Además, esto es especialmente relevante si consideramos que para construir ciudades sostenibles es necesario construir ciudades densas (para el uso eficiente del espacio, de los recursos naturales, y para garantizar la reducción de emisiones).
De esa manera, ¿para qué nivel de densidad poblacional, o para cuántos habitantes es suficiente tener un 15% de área verde urbana?
Esto además puede variar dependiendo del contexto climático y ecológico local, por lo que esta es una discusión importante que tenemos pendiente, y que será necesario y urgente que comencemos a tener en nuestras ciudades, si realmente queremos construir ciudades sostenibles, habitables y, en definitiva, más humanas. Como indicador resulta útil para comparar cómo de bien o mal estamos en nuestras ciudades en cuanto acceso a áreas verdes y provisión de sus servicios y beneficios.
El caso de Ciudad de México: elevar a rango constitucional el derecho a áreas verdes urbanas suficientes, públicas y accesibles
De acuerdo al último inventario realizado en 2009 por la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) y el Centro GEO de México D.F -una de las 28 megaciudades del mundo con grandes problemas ambientales-, la Ciudad de México cuenta con un promedio de 7% de área verde en toda la ciudad, que además está distribuido de manera no-equitativa: los habitantes de las delegaciones Iztapalapa y Cuajimalpa sólo cuentan con un 1’5% de superficie verde para su disfrute y provisión de aire limpio (entre muchas otras necesidades urbanas), mientras que sólo una de las 16 delegaciones en que está dividida la ciudad, Iztacalco, alcanza el 15% de área verde recomendada.
Greenpeace, una organización ambientalista a nivel mundial, inició una campaña que se hace eco de la iniciativa de un ciudadano común, Francisco Fontano Patán, para lograr que, en el marco de la redacción de la primera Constitución de la Ciudad de México, se incluya (como un Derecho Humano fundamental) el derecho al acceso a áreas verdes públicas suficientes y accesibles, de acuerdo a los mejores y más actuales indicadores definidos a nivel internacional.
Un precedente de lucha que debemos replicar en todo el mundo
Una superficie de áreas verdes urbanas públicas es vital para la sostenibilidad de las ciudades, pues tienen el objetivo de mitigar y reducir riesgos generados por eventos climáticos extremos y contaminación atmosférica, así como para garantizar otros derechos humanos fundamentales como el derecho a la salud, al agua, a un medio ambiente sano, y a la cultura física y el deporte.
Las áreas verdes proveen a la población de beneficios y servicios sociales y ambientales insustituibles como:
- Provisión de sombra y regulación del microclima urbano.
- Provisión de aire limpio, que ayuda a mantener el equilibrio de los gases atmosféricos -generación de oxígeno, captura de bióxido de carbono.
- Mitigación del ruido generado por el parque vehicular y otros factores resultantes de la actividad humana.
- Garantizar la filtración de agua de lluvia para la recarga de nuestro sobreexplotado manto acuífero, que, al mismo tiempo, garantiza el agua para el futuro y la reducción del hundimiento de la ciudad.
- Reducción del escurrimiento superficial generado durante la temporada de lluvias y tormentas, las inundaciones, y la carga de trabajo para el sistema de drenaje.
- Provisión de espacios para el mantenimiento de la biodiversidad, tanto de especies locales como migratorias.
- Dotación de espacios para el deporte, la recreación, la generación de actividades culturales, la relajación y el disfrute.
- Coayuda a la construcción de una ciudad segura, permitiendo a la ciudadanía tener y disfrutar de estos espacios para la convivencia y la reconstrucción del tejido social, puesto que se ha demostrado que el libre acceso y disfrute de áreas verdes contribuye a reducir los índices de criminalidad en las ciudades.
Las áreas verdes urbanas son indispensables para la sostenibilidad de las ciudades, para mitigar y reducir riesgos generados por eventos climáticos extremos y la contaminación atmosférica, pero además, para garantizar otros derechos humanos fundamentales como el derecho a la salud, al agua, a un medio ambiente sano, a la cultura física y al deporte, la calidad de vida y la seguridad de todos los habitantes de las ciudades. Por eso esto es una invitación a todos a que hagamos escuchar nuestra voz sumándonos a esta demanda de Greenpeace. Construyamos juntos ciudades más verdes.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro.
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