“La primera organización conocida que exhibió aspectos de una moderna organización terrorista fue la de Judea zelotes. Los romanos los conocían como los sicarii.
Por su parte los Hashhashin, cuyo nombre nos dio la palabra inglesa “assasains”, fueron una rama de los ismaelitas que surgieron en el siglo XI con base en Persia, dispersándose luego por Siria y desaparecidos a manos de los mongoles en el siglo XIII, fueron el siguiente grupo reconocible en mostrar las características del terrorismo tal como lo conocemos hoy. Contaban con una facción del Islam shiita llamado Nizari Ismailis que había adoptado la táctica de asesinato de los líderes del enemigo ya que el culto a la limitada mano de obra impidió abrir el combate, su líder, Hassam-I Sabbah, utilizaba la táctica de enviar a un asesino solitario a matar a un enemigo mediante el sacrificio de su propia vida”.
Seguramente este fragmento, utilizado para obtener mi título de grado como licenciado en Relaciones Internacionales, recordará al Estado Islámico (EI) no solo por la similitud de las formas, sino por la ubicación en donde se concentraban.
Realizada esta pequeña introducción es necesario remarcar que, si bien es sabido que hasta el momento no existe una definición consensuada sobre lo que es el terrorismo aun existiendo varias y teniendo en cuenta que la comunidad internacional –todos los países representados en la Organización de las Naciones Unidas– coincide en su gran mayoría sobre lo que significa ese vocablo, este texto al hablar de terrorismo hará referencia a la definición del ex Secretario General de la ONU Kofi Annan:
El terrorismo es un “acto destinado a causar la muerte o a herir severamente a civiles o no combatientes, para intimidar a una comunidad, un gobierno o una Organización Internacional”.
¿Es posible hablar de actos de terrorismo por parte del ahora denominado Estado Islámico? Es importante resaltar la palabra ahora debido a las variaciones en su denominación desde su creación en el año 2004 hasta la fecha en por lo menos 5 ocasiones.
El Dr. Mariano Bartolomé en su libro “La Seguridad Internacional Post 11 de Septiembre” (pág. 315) establece una clara diferencia entre un grupo terrorista y una guerrilla basándose en conceptos de autores como Calvert, Laqueur y Krishna. Diferencia a uno del otro por su ambiente, estructura, limitación legal, blancos y estrategia.
Teniendo en cuenta esta diferenciación es posible establecer que el EI sería una combinación de grupo terrorista y guerrilla. Si bien es cierto que utiliza el terrorismo como táctica (asesinato, secuestro y ocupaciones), no es realmente una organización terrorista -como sí lo era el Al Qaeda dirigido por Osama Bin Laden-. Esto se puede afirmar debido a que el EI ocupa territorio en Irak, Líbano y Siria , cuenta con amplias capacidades militares, posee fondos propios de pozos petroleros ejerce el control sobre líneas de comunicación e infraestructura, y dispone de la administración del dinero proveniente de la de drogas (captagon o poción del horror).
El Estado Islámico
El EI cuenta con más de 60.000 combatientes tan solo en Irak y con extranjeros de diversos países procedentes en su mayoría de Túnez y Arabia Saudí -aunque es sabido que algunos también proceden de Australia, China, Rusia, Europa y últimamente de los Estados Unidos. Está dirigido por individuos con preparación similar a la de un ejército convencional –fueron entrenados y se desprendieron de una fracción de Al Qaeda-, aunque últimamente las personas que se enlistan en sus filas son variopintas tanto con gran, media o nula preparación. Se podría decir que, al no tratarse de un grupo terrorista al uso, las estrategias antiterroristas y de contrainsurgencia que funcionaron en cierta medida contra Al Qaeda no tienen los mismos efectos con el EI.
Podemos llamarlo grupo terrorista o encuadrarlo en alguna definición dentro del derecho internacional, crimen de guerra como lo ha hecho la directora de la UNESCO, Irina Bokova, o meterlo dentro de cualquier otra calificación. Lo que está claro es que el EI es una organización que se escuda en creencias religiosas para llevar a cabo crímenes atroces y destrucción de lugares que han sido declarados patrimonio de la humanidad para borra de la faz de la tierra todo aquello que se desvía de sus creencias radicalizadas. Es la destrucción por placer.
Como el Cónsul de Suecia Raoul Nordling pudo evitar que el general Dietrich von Choltitz destruyera París, puede que exista alguien capacitado para lograr el mismo efecto con las más altas esferas del EI y así evitar los crímenes que se está llevando a cabo. Aunque puede que la realidad sea que quienes dirigen al EI no tienen interés de sentarse a dialogar con nadie, ya que eso implicaría rendirse a las peticiones de occidente. A su vez, por otro lado, quienes dirigen la ofensiva contra el autoproclamado Estado Islámico no entablan conversaciones con los terroristas para no demostrar debilidad. Sin duda la terquedad humana es una cuestión de terquedad humana la que no permite llegar a ningún tipo de acuerdo y solo seremos testigos de más muerte, destrucción y sufrimiento de personas inocentes.
El hecho de que hasta el momento no se haya conseguido unánimemente una definición de terrorismo es el mismo por el cual no existe, por ejemplo, una única definición de amor: toda persona conoce ambos vocablos, pero entendemos de manera diferente su significado.
Esta es una explicación sin ánimo de lucro
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