Ha comenzado un nuevo año, y con él nos planteamos una serie de pronósticos acerca de cómo podría comportarse la economía mundial.
Hacer una correcta interpretación del contexto internacional es fundamental para poder tomar medidas preventivas o paliativas, que minimicen el impacto del efecto cascada que, en un mundo interdependiente y globalizado, tiene casi cualquier acontecimiento de índole política o económica.
En el pasado hemos visto diferentes crisis y auges de la economía, que en general mantenían un comportamiento cíclico, y que por sus características solían afectar a todos los países por igual. En mayor o menor medida, directa o indirectamente, dependiendo de las principales variables que caracterizaran al ciclo, pero finalmente recibiendo las bondades del crecimiento mundial o bien, las penurias de una crisis generalizada.
Esta no parece ser la característica central que encontramos al describir el escenario actual. Más bien, en lugar de una tendencia general, lo que hallamos son procesos con características y ritmos diferentes, que forman conjuntos de ganadores y perdedores de cada variable analizada.
A continuación, intentaremos realizar una breve descripción del escenario actual, y a través del análisis simplificado de algunas variables económicas como los precios de las materias primas, el tipo de cambio y las tasas de interés y una breve mención de los conflictos geopolíticos existentes, intentar trazar un rumbo posible para la economía mundial en este 2015 de acuerdo a la proyección en el tiempo de las características vigentes.
El escenario actual
Al comenzar a describir la situación en la actualidad y especular con los efectos que ésta tendrá sobre las economías de los diferentes países, lo primero que advertimos es una desaceleración general de la economía, provocada en parte por el enfriamiento de las grandes potencias emergentes, con China a la cabeza.
Inmediatamente podemos advertir la primera consecuencia directa que esto provoca, al disminuir la demanda de materias primas por parte de las potencias emergentes, en deterioro de aquellos países que dependen de la exportación de materias primas para asegurar el ingreso de divisas.
No obstante, la caída de la demanda y el consecuente exceso de oferta en el mercado repercute en una caída sostenida en los precios de las commodities, es decir, aquellas materias primas sin procesar, agravando la situación de los países con economías basadas en la producción y exportación de bienes primarios.
El derrumbe del precio del petróleo
Finalmente se derrumbó también el precio del petróleo, alcanzando los niveles más bajos de precios en el último lustro. Pero en este caso el exceso de oferta está agravado por la revolución del fracking en Estados Unidos, que a través de la extracción por medio de métodos no convencionales, aumentó su producción de petróleo al punto de autoabastecerse, retirándose de los mercados mundiales como importador de crudo.
Este hecho constituye un acontecimiento geopolítico determinante, y tendrá múltiples consecuencias.
En primer lugar, afectará negativamente a aquellos países que dependen de la exportación de crudo para llenar sus arcas, y como suele suceder en estos casos, atacará primero a quienes tienen economías más frágiles y dependientes, como ser Venezuela o Rusia.
Lo más lógico que podría esperarse es que los países productores de petróleo, cartelizados en la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) acuerden una reducción de la producción, para disminuir el exceso de stock y estabilizar el precio nuevamente.
Sin embargo, comienzan a jugar intereses estratégicos. Con una posición más sólida, países como Arabia Saudita, han recobrado protagonismo y probablemente sean renuentes a reducir la producción. Presumiblemente con la intención estratégica de lograr un nuevo equilibrio de mercado en donde, con precios tan bajos, ya no sea rentable la extracción de petróleo de forma no convencional por sus elevados costos en relación a la extracción tradicional, apuntando a recuperar en un mediano plazo la competitividad.
Paradójicamente, la reducción en el precio del petróleo, beneficiará a aquellos países que importan energía, que en muchos casos, son los mismos que se perjudican por la baja del precio de otras commodities.
Además podría esperarse, que con costos más bajos de producción por la caída del precio de la energía, pueda reactivarse la producción y empezar a revertir los efectos ya mencionados, fruto de la desaceleración mundial.
Como se puede apreciar, la interdependencia es compleja.
Monedas, tipos de interés y condicionamientos geopolíticos
Sumando a este panorama la variable del tipo de cambio, observamos lo que ha sucedido con las monedas referentes de la economía mundial. El dólar se ha fortalecido, de la mano de la recuperación de Estados Unidos, que liderará el crecimiento económico en el mundo a raíz de su flamante independencia energética, recuperando su rol predominante en el sistema internacional.
En relación al dólar, se han vuelto más competitivos el euro y el yen, depreciándose respecto del dólar un 8% y un 14% respectivamente.
La depreciación de la moneda y la baja del precio del petróleo son los argumentos más optimistas pensando en la recuperación económica de Europa.
Mientras que en base también a la depreciación de su moneda y por medio de las políticas expansivas de su Banco Central, Japón intentará salir de la recesión y crecer aunque sea por debajo de un punto.
Respecto a los tipos de interés, aún se mantienen bajos. Sin embargo, es posible que en el segundo semestre de este año, y en base a la recuperación exitosa de su economía, Estados Unidos decida dar por finalizada la crisis que comenzó a afrontar en 2008, reduciendo las medidas expansivas de su política monetaria (esto consistió en reducir las tasas de interés para hacer más atractivos el crédito bancario y aumentar la inversión) y si el crecimiento es el esperado, podrían comenzar a subir.
Si esto sucediera, habrá consecuencias para las economías emergentes que se habían visto beneficiadas por flujos de capital durante la crisis.
Aunque, bien podría suceder que a largo plazo, la recuperación sostenida de Estados Unidos sea otro de los motores que vuelvan a reactivar la demanda.
Por último, en este escenario juegan factores de índole geopolítica, con consecuencias sobre el equilibrio político y económico difíciles de pronosticar: a saber, el conflicto por la anexión de la península de Crimea a Rusia, las sanciones económicas de Europa y Estados Unidos y la creciente tensión Este-Oeste; el crecimiento del estado islámico en territorio sirio e iraquí y las consecuencias que potencialmente tiene este hecho en la seguridad internacional; entre otros tantos.
Ganarán los que estén preparados
Como podemos observar, la situación es diferente en cada región, los condicionamientos por las limitaciones de las estructuras productivas comienzan a ser determinantes, y primero sufrirán aquellos países que tengan economías más frágiles, sea porque tienen altos niveles de endeudamiento o por problemas endógenos, como inflación, pocas reservas o dependencia extrema de bienes con bajo o nulo valor agregado.
Como sucede en estas situaciones, naturalmente habrá ganadores y perdedores. Esto dependerá de factores estructurales, como la capacidad de reacción con la que cuente cada país, pero sobretodo de la capacidad de poder anticiparse a los hechos haciendo una lectura inteligente de los acontecimientos internacionales.
En un escenario tan complejo, variable e interdependiente, harán la diferencia aquellos países que cuenten con cuerpos profesionales competentes capaces de interpretar la realidad y anticiparse al mundo que viene.
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