En las 3 últimas décadas ha habido progresos significativos en lo que respecta a la vida y desarrollo de muchas mujeres y niñas en el mundo. Tanto en el ámbito de lo público como en el de lo privado, la fuerte y constante lucha de importantes movimientos en defensa de las mujeres, grandes demandas han entrado en la Agenda Política Mundial. Sin embargo, esta lucha tiene todavía que recorrer un largo camino para alcanzar una verdadera igualdad de género y el fin de la violencia contra las mujeres y las niñas. Hoy por hoy, todavía son muchos e importantes, los obstáculos que obstruyen el pleno ejercicio de la ciudadanía de muchas mujeres de este planeta. Uno de estos grandes obstáculos es sin lugar a dudas, el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, la violencia machista y especialmente, el feminicidio. Brasil, un país cuya población supera ni más ni menos que los 200 millones de habitantes, siendo más de la mitad mujeres, sufre también de esta dolencia social. ¿Cuáles son las claves sobre el feminicidio en Brasil? A continuación, algunas pinceladas.
El Feminicidio en Brasil: los datos oficiales, la punta del iceberg
En Brasil, la violencia contra la mujer presenta datos alarmantes y raíces culturales. La génesis de la violencia contra la mujer está en el machismo, en la manera como la mujer es vista por la sociedad, en la limitación de sus espacios, comportamientos y sexualidad.
De acuerdo al mapa sobre violencia de género actualizado en 2012, en Brasil cada 2 horas una mujer es asesinada por su pareja, un familiar o una persona de su círculo cercano. De acuerdo a este mismo informe, entre 2000 y 2010, 43.654 mujeres fueron asesinadas en Brasil, víctimas de homicidios motivados por violencia de género. En línea con estas cifras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó un informe similar en base a datos comprendidos entre 2006 y 2010 que registraba una tasa brasileña de 4,6 asesinatos de violencia de género cada 100.000 mujeres para 2010 (es decir que ese año se dieron 4.465 casos). De esta manera sería la séptima más alta en una lista de 84 países citados por el informe.
Este mismo mapa señala que tras la puesta en marcha en 2006 de una ley contra la violencia doméstica en el país conocida como “Ley Maria da Penha”, la tasa de asesinatos de mujeres en Brasil bajó sensiblemente (a 3,9 cada 100.000).
Sin embargo, datos más recientes del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) de Brasil señalan que estas cifras han vuelto a subir, estimándose hoy por hoy una tasa anual de feminicidio de 5.82 mujeres asesinadas por cada 100 mil brasileñas. Del total de muertes, el 61% fueron de mujeres afro-descendientes, las principales víctimas de este tipo de violencia en casi todas las zonas del país (excepto en la región Sur). Siendo las mujeres jóvenes las principales víctimas: el 31% se situaba entre los 20 y 29 años y el 23% entre 30-39 años.
De acuerdo a este mismo instituto y a varios expertos consultados, los datos oficiales no dimensionan gravedad de feminicidio en Brasil. Un estudio publicado este mismo año 2014 por la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (MESECVI), también conocida como Belém do Pará, destaca que “la falta de cifras sobre violencia de género no ha permitido medir el impacto de las políticas públicas implementadas desde la entrada en vigor de la Convención en 1994”.
Las cifras de las encuestas de los registros de salud y de los distintos órganos de administración de justicia siguen siendo limitados y aún imposibles de contabilizar como cifras nacionales, más aun como cifras regionales, por lo que la violencia de género sigue siendo un fenómeno subregistrado.
Ley Maria da Penha: una ley insuficiente
Maria da Penha Fernandes fue una conocida víctima de violencia de género que en 1983 sufrió un ataque por parte de su marido que le provocó paraplejía. Éste le disparó mientras dormía, y no contento con ello, dos semanas después de salir del hospital, intentó electrocutarla. Después de un largo proceso y muchísima lucha a sus espaldas, Maria consiguió que en 2002 el su ex-marido fue condenado.
En un primer momento, Brasil no tomó las medidas adecuadas frente al crimen cometido por el agresor de Maria, y dado que la violencia de género es una violación de los Derechos Humanos, en 1988 Penha y otras organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, denunciaron a Brasil ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por no tomar medidas efectivas contra este tipo de crimen. La Comisión responsabilizó a Brasil y exhortó al Estado brasileño a adoptar medidas inmediatas que garantizasen un efectivo la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres, así como la persecución de las personas que llevasen a cabo este tipo de violencia.
No fue hasta 2006 que se promulgó la ley Nº 11.340, más conocida como Ley Maria da Penha. Ésta establece sanciones penales por actos de violencia domestica y familiar contra las mujeres y las niñas, y promueve programas de rehabilitación para los agresores, cuerpos policiales y tribunales especializados. En 2012, la Presidenta Dilma ratificó el compromiso de la plena implementación de dicha ley.
Sin embargo, tal y como ya se ha avanzado en anterior apartado, recientes estudios han mostrado que esta ley no ha tenido el impacto esperado sobre la mortalidad de las mujeres fruto de violencia de género. De acuerdo a las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y a diferentes expertos brasileños, la ley por sí sola no es suficiente. No existe una verdadera red de apoyo institucional para las mujeres víctimas de este tipo de violencia, faltan policías especializadas, y sobre todo, una mejor preparación del los profesionales de la sanidad a la hora de reconocer la violencia de género en sus pacientes. Todo ello evidencia la necesidad de reforzar las acciones previstas en esta ley, así como la adopción de otras medidas orientadas a hacer frente a la violencia de género en el país, y a la efectiva protección de las víctimas y la reducción de las desigualdades de género en el país.
Brasil, una sociedad machista
En el último mes de marzo de 2014 el IPEA publicó los resultados de una investigación sobre la tolerancia social a la violencia contra la mujer. Estos resultados pusieron de manifiesto algunos datos alarmante. Por un lado, gran parte de las personas encuestadas dijeron estar de acuerdo con la necesidad de perseguir judicialmente a los perpetradores de este tipo de violencia. Sin embargo, en otras preguntas más relacionadas con la libertad de la mujer a la hora de vestir y la violencia de género, casi el 60% de los/as encuestados/as se mostró de acuerdo o parcialmente de acuerdo con frases como: “las mujeres que usan ropas que muestran el cuerpo, merecen ser atacadas”. Este mismo estudio revela también que el 55% de la población preguntada, “cree que existen mujeres que están hechas para el matrimonio y mujeres que están hechas solo para el sexo” y que “la culpa de los altos índices de violencia sexual –cerca del 60% de la población femenina ha sufrido un episodio de acoso sexual alguna vez en su vida-, recae en las mujeres que, insubordinadas, no se comportan como deberían hacerlo”.
Estos datos revelan así, que la población brasileña posee todavía una percepción de la familia muy tradicional y conservadora, donde el hombre es la cabeza de la familia y la mujer se debe hacer respetar y comportarse conforme al papel establecido en el modelo patriarcal. Se comprueba así que las transformaciones sociales de los últimos años no han impedido que el sistema patriarcal y machista siga estando muy presente en la cultura brasileña. Y mientras ello siga así, la violencia de género contra las mujeres, no cesará.
Sin lugar a dudas, todavía queda mucho camino por recorrer.
Foto de portada: Latuff Cartoons / Pelo fim da violência contra a mulher.
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