Todas las bombillas que se fabrican tienen una duración de 1.000 horas. Pero ¿y si supieras que se pueden fabricar bombillas que duraran 2.500 horas? Ésta es la base de la obsolescencia programada, una reducción deliberada de la vida útil de los aparatos electrónicos para asegurar, según dicen, el funcionamiento de la economía.