Hillary Clinton es la primera candidata a la presidencia de Estados Unidos. ¿Pero es este un logro para las mujeres? Depende de cómo entendamos el feminismo. Analizamos su postura en política exterior e interior para responder a esta pregunta.
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Uno de los temas clásicos, si no el que más, usado por los críticos de Estados Unidos para atacar su sistema económico y social es su sistema sanitario. Una de las características principales de este sistema, que lo hace tan conocido y polémico a la vez, es su no universalidad. Es uno de los pocos países ‘industrializados’ que no ofrece un sistema de salud universal. Esto quiere decir que un porcentaje variable de la población no tiene ninguna cobertura sanitaria y en caso de necesitarla todo el gasto correría a cargo del bolsillo del particular. Atendiendo a los costes de la atención sanitaria, buena parte de la población estadounidense sin seguro médico no puede permitirse enfermar.
Para hacerse una idea uno puede fijarse en este mapa interactivo de los compañeros MetricMaps en el que vemos la evolución desde 1999 hasta 2012 del porcentaje de la población por estado sin seguro médico. En él se observa que, mientras los primeros años los porcentajes se van reduciendo fruto del buen estado de la economía, a partir de 2006/07 los números empiezan a crecer llegando al 25% en estados como Texas, Nevada o Lousiana. Estamos hablando de un cuarto de la población (en esos estados) sin ningún tipo de cobertura sanitaria.
Población sin cobertura médica
Para ser más específicos se exponen a continuación una serie de datos procedentes de la encuesta del National Health de 2012 sobre el número de habitantes con un nivel 0 de cobertura sanitaria. Los datos se muestran por rangos de edad, pues la administración estadunidense tiene programas de seguro públicos para mayores de 65 años y menores de 18 (detallados más adelante).
Entre los menores de edad un 6,6% de los encuestados no tiene ningún tipo de cobertura sanitaria, mientras que el 93,4% restante se divide entre seguro privado (51,3%) y seguro público (42,1%). El grupo de edad más problemático es el de los adultos entre 18 y 65 años. Según la encuesta un 20,9% de los americanos no tiene seguro sanitario alguno y el resto dispone, en su gran mayoría, de seguro médico privado (64,1%) excepto un 15% de la población que tiene acceso a algún programa público de seguro sanitario atendiendo a circunstancias especiales.
No es casualidad que entre los años 2006/07 se produjera el cambio de tendencia hacia mayores porcentajes de población sin seguro o cobertura sanitaria pues el sistema sanitario de Estados Unidos tiene una gran dependencia del buen funcionamiento de su economía y al fallar ésta, con el inicio de la crisis, empieza a fallar todo. ¿Por qué?
Como ya se ha apuntado anteriormente, los servicios de salud en los Estados Unidos se dividen entre los sectores público y privado. El mayor proveedor de servicios de salud es el competitivo sector privado, generalmente contratado por el empleador aunque no sin contribución económica del empleado.
El sector público está representado por el Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS) y tiene como objetivo proveer los servicios sanitarios públicos a aquellos que no puedan permitirse un seguro privado. El Congreso determina el presupuesto del HHS.
Dentro del sector público, el gobierno de Estados Unidos es proveedor directo de servicios de salud a excombatientes, indios y nativos estadounidenses, así como a presidiarios.
El sector sanitario público se basa en tres pilares:
1. En primer lugar Medicare, destinado a todos los ancianos mayores de 65 años y personas con discapacidades permanentes (los beneficiarios pagan una parte).
2. El Medicaid, que tiene como objetivo cubrir las necesidades básicas de los más pobres, discapacitados y personas en estado de precariedad socioeconómica. Para beneficiarse de él es requisito imprescindible haber trabajado en el país durante 10 años. El programa tiene un límite de permanencia de 5 años.
3. El tercer pilar es el SCHIP (State Children’s Health Insurance Program). Este programa ofrece seguridad sanitaria a los niños menores de 18 años con bajos ingresos familiares, aunque superiores a los de los beneficiarios del Medicaid.
El sector privado se basa en la obtención de un empleo. La gran mayoría de seguros privados de salud son contratados por parte del empleador, el cual no está obligado a ello pero tiene ventajas fiscales importantes por proveer tales seguros. El coste es siempre compartido entre empleado y empleador. Se estima que un 75% de los empleados tenían seguro contratado en la empresa antes de la crisis. Cabe señalar, pero, que generalmente se trataba de seguros parciales, por prestaciones y con limitadas opciones de elección.
La reforma del Sistema de Salud, oficialmente Ley de Protección a los Pacientes y de Cuidados de la Salud Asequibles (Patient Protection and Affordable Care Act – PPACA) fue propuesta por Barack Obama como emblema de su legislatura y pretendía transformar el ineficiente y “cruel” funcionamiento de la sanidad en el país. A continuación se exponen de manera muy breve los principales puntos de reforma del llamado “Obamacare”.
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La gran polémica que ha rodeado la reforma sanitaria de Estados Unidos durante los últimos años ha sido mayormente su financiación y las consecuencias económicas de ésta. Según Obama y sus partidarios, se conseguirá reducir los costes totales que tiene el sistema sanitario mientras que sus detractores aseguran que los precios subirán y no bajarán a los niveles anteriores. Pero este debate va más allá de los números, es una cuestión ideológica siempre palpable en la política estadounidense; sobre el papel del Estado y su intromisión en el libre funcionamiento del capitalismo liberal. Pero hablar de esto sería meterse en otro jardín y para ello sería necesario dedicar un artículo entero.
Foto de portada: proporción de población sin seguro médico. Fuente: Metric Maps.
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