Iris Aviñoa19/06/2013
Su nombre, Jung, era de las pocas cosas que este belga de más de cuarenta años sabía sobre sus orígenes, cuando decidió emprender un viaje a su Corea del Sur natal. Obsesionado con la búsqueda de la propia identidad, y pese a las malas experiencias de otros compañeros suyos, también adoptados, decidió volver al punto de partida: el orfanato.