La última oportunidad. Así han denominado los medios de comunicación a la última cumbre llevada a cabo en Minsk el pasado 12 de febrero, donde se buscaba ponerle fin al conflicto en Ucrania
La última oportunidad. Así han denominado los medios de comunicación a la última cumbre llevada a cabo en Minsk el pasado 12 de febrero, donde se buscaba ponerle fin al conflicto en Ucrania
Dos semanas después de las elecciones legislativas ucranianas del 26 de octubre, se volvió a votar en la zona de Donbás, concretamente en dos regiones autoproclamadas repúblicas independientes de Ucrania: la Repúblicas Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. De nada ha valido lo pactado en los Acuerdos de Minsk, firmados dos meses antes en la capital bielorrusa en un punto en el que pareció posible un acuerdo entre Ucrania y Rusia. Se cumplieron los pronósticos y los vencedores fueron los principales candidatos, aún así no ha llegado la certidumbre ni a la región ni al país en general si no todo lo contrario: han enquistado aún más un enfrentamiento en que las consecuencias las están pagando los ciudadanos.
La oposición de Kiev a la celebración de los comicios no ha tenido relevancia ya que los líderes de las zonas insurrectas no reconocen la legitimidad del Gobierno ucraniano. La celebración de las elecciones ha tenido una condena explícita por parte de todos los actores relevantes. ONU, Unión Europea y Casa Blanca han condenado de manera unánime la celebración de la votación, actuando en bloque desde que comenzó el conflicto. Atendiendo a las palabras de los convocantes, nada de esto importa ya que ellos sólo buscaban un escudo protector, Rusia, y no sólo lo han obtenido sino que miembros de la Duma se han desplazado in situ para otorgar legitimidad a las votaciones. Previamente, el canciller ruso, Lavrov, había bendecido la iniciativa. Con los resultados escrutados, Zakharchenko será el Primer Ministro en Donetsk y Plotnitsky en Lugansk.
Doce fueron los principales puntos del acuerdo firmado en septiembre en la capital bielorrusa.
Bajo el argumento de no financiar grupos terroristas, el Gobierno ucraniano ha cortado las ayudas oficiales a los habitantes de la zona. Éstas comprenden: pensiones, subsidios de desempleo, prestaciones por invalidez y subvenciones a familias numerosas y supondrán un ahorro aproximado de 2.000 millones de euros. El Primer Ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, ha empleado un discurso de doble moral: mientras que asegura que las ayudas cesarán para que el dinero no llegue a manos de delincuentes rusos, anuncia que no se cortará el suministro de gas ya que “son nuestros territorios, es nuestra gente. Con los terroristas hablaremos aparte. Se aproxima el invierno, por lo cual sería duro, en primer lugar, para la gente. El Gobierno no permitirá que se congelen, porque eso llevaría a una catástrofe humana”, aclarando después de que estas medidas dejarán de tener efecto una vez los rebeldes entreguen el control de la zona. Por lo tanto, queda en duda hasta qué punto quiere el gobierno hacerse cargo de los habitantes de la zona. Y, también, queda por saber si detrás de esa decisión no estará el hecho de que la zona de Donbás acumule la mayor parte de las cuencas mineras del país.
Urnas y acuerdos a un lado, el primer aniversario del Euromaidán deja un escenario peor del que había antes: un presidente derrocado; un nuevo presidente elegido en unas elecciones en las que no votó más de cuatro millones de votantes; unas elecciones en territorio ucraniano pero solo reconocidas por Rusia; Crimen conquistada sin necesidad de que hubiera guerra; Lugansk y Donestk en guerra civil…Estos son los elementos más claros, ya que de aquí subyace la incapacidad de unos (Rusia) y otros (U.E.) por poner fin a un conflicto con más de cuatro mil muertos y una cantidad imposible de concretar de exiliados.
Foto de portada: Donestk por Jeroen Akkermans