Cada vez que el mundo vive una elecciones presidenciales estadounidenses, muchas personas no entienden cómo funciona el proceso electoral de este país y es normal, pues no todo el mundo tiene la obligación o la necesidad de comprender dicho sistema. Lo que resulta más curioso es que, a pesar de lo que podría parecer, las elecciones en Estados Unidos no se basan, técnicamente, en el voto popular. ¡Vamos a explicarlo de la manera más simple!
¿Cómo surgió el modelo electoral estadounidense?
El modelo del Indirect Vote, tal y como es conocido en Estados Unidos, fue creado por los “Padres Fundadores”, término que les otorgó, el presidente republicano Warren Harding (vigésimo noveno presidente de Estados Unidos), a los líderes políticos que fueron partícipes más o menos directos de la Revolución Americana (o proceso de independencia de Estados Unidos).
Los padres fundadores –especialmente Alexander Hamilton, que guió la creación del sistema de gobierno del país– trataron de evitar que las campañas electorales se centraran en los estados más grandes y que éstos acapararan todo el poder, dado que temían que un posible demagogo populista fuera elegido por los ciudadanos y que la élite ilustrada de entonces no dispusiera de ningún recurso para detenerlo. Hamilton temía que pasara algo similar a la reacción de los radicales durante la Revolución Francesa, quienes llevaron sus ansias democráticas a la violencia y tiranía, cuyo máximo exponente fue el famoso Robespierre.
Así, crearon un modelo para que el presidente y el vicepresidente no fueran elegidos directamente por el voto popular. De tal manera, idearon un sistema que permitiera elegir dichos cargos a través del voto ciudadano con la mediación de un Colegio Electoral.
¿Qué es el Colegio Electoral?
El Colegio Electoral es un sistema de elección indirecta creado en 1787 por los autores de la Constitución. Está formado por un grupo de 538 electores-representantes (se establece esa cifra en 1964) de todos los estados que conforman el país y es a ellos a quienes realmente están escogiendo los ciudadanos, no al candidato presidencial. Son los miembros de este Colegio quienes escogen al nuevo presidente y vicepresidente.
Pero ¿de dónde provienen esos 538 miembros del Colegio Electoral? De los 50 estados y el Distrito de Columbia (recordemos que Washington DC no es un Estado aunque cuenta con 3 votos electorales y tiene un status especial). El número de electores que corresponde a cada Estado es determinado por la cantidad de congresistas que los representan tanto en la Cámara como en el Senado y, más importante aún, en función de la población de dichos estados. Esto hace que haya estados más “pesados”, o importantes en términos electorales, por el hecho de que tienen más votos asignados en base a estos patrones. Por ejemplo, California es uno de esos estados “pesados” porque tiene 55 votos electorales. Texas tiene 38, y Nueva York y Florida 29. Por otro lado, estados como Dakota del Norte o Montana sólo tienen 3 votos, y por eso se los cataloga como “pequeños”. Para ganar, el candidato a presidente debe tener los votos de 270 electores de los 538 totales, es decir, la mitad más uno.
Ahora bien, ¿cómo se elige a los integrantes de dicho Colegio Electoral? Los partidos políticos elaboran una lista con los electores potenciales. Posteriormente, a través de un cálculo realizado por cada Estado, se escoge la cantidad de electores que se corresponden en función de posibles cambios a nivel poblacional y, finalmente, se decide qué nombres que figuraban en la lista hecha por los partidos acaban siendo miembros del Colegio.
¿Cómo se transforman los votos populares en los votos electorales?
El candidato que consigue la mayoría simple de votos populares en cada Estado se lleva todos los votos de los delegados electorales de dicho Estado, con la excepción de Maine y Nebraska que no siguen ese “sistema ganador”, o de mayoría, sino que utilizan el “Método de Distrito Congresional”.
Por ejemplo, en las recientes elecciones presidenciales, en el Estado de California, Hillary Clinton obtuvo 8.292.775 votos populares que equivalen al 61’7% de los votantes californianos. Dado que a California le corresponden 55 votos electorales y Clinton fue la candidata que obtuvo la mayoría, se llevó la totalidad de los 55 delegados del Estado, sin importar que Trump alcanzara 4.276.750 de votos (el 31’8% del total.). Es decir, no se le asignó a Trump ninguno de los puntos electorales de California aunque votaron más de 4 millones de personas por él.
Sin embargo, no en todos los estados los delegados están obligados a votar por el candidato que ganó el voto popular, teniendo la posibilidad de cambiar su voto en contra del mandato ciudadano. No obstante, rara vez se ha dado esta situación. En la mayoría de los casos, los delegados han respetado esa voluntad y, en la historia de Estados Unidos, apenas han habido 9 delegados “disidentes” en 229 años. A estos delegados se les llama popularmente “electores infieles” (faithless elector en EE.UU.).
¿Cuándo vota el Colegio Electoral?
Una vez contabilizados los votos populares, el Colegio Electoral procede a votar en el Capitolio de cada uno de sus estados, posteriormente entregan sus votos y éstos se envían directamente a la capital (Washington DC) donde se cuentan en una sesión conjunta del Congreso. Este acto habitualmente se realiza entre mediados de noviembre y mediados de diciembre del año electoral. Es un acto meramente simbólico, sin debate en la cámara.
Finalmente, el resultado es declarado oficial, por el Senado, el día 6 de enero y el nuevo presidente toma posesión del cargo el 20 de enero. Aunque, como todo el mundo sabe, se suele anunciar al candidato ganador el mismo día de los comicios electorales, dado que hay una proyección muy sólida y es altamente improbable que el resultado final sufra cambios.
Particularidades
1. Hay 37 estados que permiten el voto popular anticipado, es decir que los ciudadanos pueden salir a votar antes del día que indica la Constitución: el segundo martes de noviembre de cada año electoral.
2. Generalmente se pueden prever los candidatos ganadores de los votos electorales de cada Estado incluso antes de las elecciones. Esto se consigue a través de las encuestas o, habitualmente, por tradición histórica, ya que hay estados que apoyan tradicionalmente a uno de los dos partidos. Esto es lo que se conoce como Estados Seguros o Safe States, como son normalmente California, Texas o Nueva York.
3. Cuando un Estado no tiene una tendencia clara en las encuestas (ya sea republicana o demócrata) se le otorga el nombre de “Estado péndulo” o Swing State, siendo éstos igual de importantes que los estados que tienen más votos electorales. Estratégicamente, son objetivos clave de los candidatos dado que aquel que gane en esos estados tendrá mayor probabilidad de ganar las elecciones. En los últimos comicios, los swing states fueron Nevada, Iowa, Ohio, Carolina del Norte, Pensilvania y Florida. Por lo general, estos estados se marcan en los mapas de las encuestas en color púrpura, dado que es el resultado de combinar los colores azul y rojo, colores representativos de los demócratas y los republicanos respectivamente.
4. En términos matemáticos, hay posibilidad de ganar la mayoría de los votos del Colegio Electoral sin necesidad de haber ganado la mayoría del voto popular, ganando sólo en una serie de estados que alcancen los 270 votos necesarios. Esto ha sucedido 5 veces en la historia estadounidense, y es justamente lo que ocurrió en las elecciones presidenciales de este año, donde la candidata demócrata superó en aproximadamente dos millones de votos al candidato republicano pero éste obtuvo la mayoría de los votos electorales (232 de Clinton frente a los 306 de Trump).
Así, para ganar las elecciones estadounidenses, resulta de mayor utilidad ganar en muchos estados, aunque sea por una mínima ventaja, que no ganar en menos estados por una amplia diferencia. En este sentido, la estrategia dicta que los candidatos deben esforzarse en conseguir llegar a poco más del 50% de ventaja en un Estado y saltar a luchar el siguiente Estado, y así sucesivamente para conseguir ganar el mayor número de estados posibles.
5. Puede haber otro escenario en el que ningún candidato obtenga los 270 votos electorales. Si esto ocurre, la votación para elegir al nuevo presidente es responsabilidad de la recién electa Cámara de Representantes. Por otra parte, la elección del vicepresidente pasa a ser un cometido del Senado. Históricamente, esta situación sólo se dio en 1824 cuando John Quincy Adams fue elegido por la Cámara de Representantes después de que ningún candidato ganara la mayoría del Colegio Electoral.
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro.
¿Quieres recibir más explicaciones como esta por email?